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Escrito por
@SWEET_CANELA

31/03/2007#N14726

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Hay casos que no nos gustaría que se resuelvan frente a un abogado y hay abogados que no quisieran tener que resolver ciertos casos, no es una relación biunívoca pero suele suceder. Me pongo a pensar a discreción en el lobby del estudio Pietro Fiorenza, donde los pisos de porcelanato me reflejan en este día memorable donde se cree que firmaremos los papeles para que un juez dicte la sentencia que nos declare indisolublemente separados contra viento y marea. Pensaba en esos casos que nadie quiere llevar, creo que uno de los más difíciles puede ser un divorcio controvertido, de esos que los cónyuges ex cónyuges no se ponen de acuerdo en nada y esto pasa a ser un continuo de cientos de días de incomunicación previos donde no se han puesto de acuerdo en nada o no recuerdan acaso el disenso por el lugar de los muebles en la casa, el lugar de las próximas vacaciones, el lugar de la suegra cuando llega a pasar una temporadita como observadora casi nunca declarada de una situación que ella que ya las vivió puede contribuir a resolver como un rompecabezas de 5000 piezas que nunca terminamos y no, sólo termina por revolver el avispero tal que provoca su salida por la misma puerta que entró antes de lo esperado… dejando el nido convertido en un gran infierno pero ahora llamado a la paz… Pues mira cariño, que no nos hemos puesto de acuerdo por el colegio de los niños: que tú querías religioso, que yo prefería el estatal, ni por el emolumento de la sirvienta que yo llamaba «señora» y tú «mucama», ni nos pusimos de acuerdo por la adquisición de la casa de la playa que sería refugio de muchas vacaciones cuando las vacas vinieron flacas, que tú la querías mirando a la costa y yo que no, que el embate de las aguas me trae miedo y no me deja dormir y ni qué decir del uso de la tarjeta de crédito que tú la escondes y que yo en tus palabras «la dilapido», ni tampoco en el baile para abrir próximamente la fiesta de los quince de la pequeña, que tú te inclinas por el tradicional vals y yo por la música de esos «guarros» modernos de guitarra acústica y órgano, ni qué hablar de qué días cada uno se lleva el auto y qué hace cuando el otro se lo entrega con el tanque vacío y se le queda justo arriba de la autopista, en fin como se dice hemos vivido lidiando con nuestra inconsistencia vital y descubriendo que al menos había un acuerdo temporal para amarnos y tener los niños pero que al cabo eso no era todo en un bendito matrimonio sino un escenario donde ahora teníamos a los cuatro pequeños espectadores mirando silenciosos sorprendidos o con tristeza las peleas por nada de nada de sus padres, escondidos en el vano de la escalera o detrás del sillón de tres cuerpos.

Y bueno de golpe o de siempre que no nos hemos puesto de acuerdo pero no nos hemos aburridos con ese «ni un sí ni un no» en contra del otro que tal vez aburra más que esta rutina del disenso pero que terminamos admirando lo prolijos que son, lo bien que se llevan del brazo por la vida los Gimenéz, los González, los Prado y todos los cofrades casados en nuestra misma época y sujetos a nuestros mismos vaivenes para hacernos odiosamente comparables.

Y ahora se viene la mayor pelea que espero no sea por la tenencia de los chicos porque si en lo único que acordamos paz es en no tironearlos de aquí para allá, tratarlos con amor y con respeto, como lo aconsejan los libros de psicología que algún día nos tiramos por la cabeza, las abuelas que con su dulzura maternal nos quieren bien y querernos bien incluye que no nos agarremos de los cabellos ni estrenemos los libros contra las paredes.

Ya por lo hablado la pelea vendrá por los terrenos de la playa, la casita de madera en el bosque, los dos departamentos que están en alquiler, el auto que ya tiene diez años de molesto andar y bueno, algunos incunables en la biblioteca, un tapiz romano, unos cuadros de firma y otras banalidades que acumulamos y eso gracias a la tarjeta si no nos hubiéramos decidido tampoco y finalmente las cuentas bancarias. Lo haremos de común acuerdo aunque cueste ya que el controvertido nos dejará con la mitad de las tenencias, al menos hemos acordado en esto que nos va la supervivencia, la vida después de la vida que nos espera, que cómo será, no lo sé muchas veces me he preguntado, imaginado las nuevas parejas, los viajes para encontrarlas, aceptarlas y amarlas, en fin mañana comenzaremos otra aventura ya que de esta parece nos cansamos.

Te veo venir, el gesto de pocos amigos, te pusiste el último traje de Armani negro y los zapatos italianos, estás por sentarte y no hay asiento libre que no sea el de mi lado. Pero te sorprenden los pasos fuertes que te siguieron… giras y te detienes a dar el paso.

Ahí llega la notaria, tiene un traje azul corte sastre con fantasía y zapatos de tacones negros fuertes, que denotan su personalidad, ojos acerados y un peinado estilo reina Isabel, detrás a cortos pasos la sigue su secretaria de cabellos rubios a mitad de la espalda, lentes que le dan un aire intelectual —seguramente es una becada de la Universidad, concluyo— haciendo su práctica...

Entra a su despacho, la puerta se cierra tras ellas. Ahora te sientas, me gusta el perfume que te pusiste, qué peligroso es que me funcionen los sentidos, por el rabillo del ojo te veo las manos proporcionadas y cuidadas y el tono bronceado persistente del último viaje a la playa, cierro los oídos porque ni quiero sentir que respiras a mi lado… sentados así parecemos enemistados por siglos pero bueno nuestro expediente dirá «incompatibilidad de caracteres» y un sello de juzgado pondrá fin a la love story de nuestras vidas y luego habrá actas de divorcio, actas de divisiones de bienes, actas de tenencia de niños, actas de pase de alimentos, se llenarán nuestros arcones de nuevos papeles de alto compromiso comenzados con la palabra Actas.

Nos llamará de a uno a su despacho, esto lo sé porque me lo contó mi amiga Mariana y tú no sabrás qué diré yo ni yo sabré qué dirás vos. Será nuestro secreto frente a la notaria. Siento que pasaré primero pero un frío me recorre la espalda, me siento mal, pregunto por una toilette y me escapo. No quiero pasar por esto pienso, ¿es que alguien me ha preguntado si quiero o no pasar por cada etapa disgustante de la vida? No, desde pequeña se me dijo irás al colegio bilingüe de las monjas, martes francés y miércoles danza, tu pieza queda arriba a la derecha y tienes que saber comer con el juego de cubiertos finos en las reuniones de sociedad, te casarás luego de recibirte en el profesorado y tendrás casa con jardín porque se estila y tantos hijos como te mande Dios. Tantos mandamientos cumplidos y ahora tirando todo por la borda.

En cualquier momento nos llama, desde la toilette escucho mi apellido Danceus y no respondo, entonces va por el tuyo Demarías Glew y te levantas, yo también me seco las lágrimas y salgo al paso. Intercepto tu mirada esta vez descubro es cálida como las corrientes del golfo en la casa de la playa, dejo caer en tus ojos los míos algo tornasolados por las lágrimas. De pronto estirás tu mano y me tomas del saco, antes de entrar me decís: Flaca, yo no quiero divorciarme de vos, te amo. Me desarma tu declaratoria al pie del cadalso, te miro nuevamente para asegurarme que no estás corriendo tu reina para ganar tu partida. Sé que me hablás en serio estoy tan desarmada pero saco fuerzas de ese lado del corazón que yo afirmo que siempre es bueno, te sonrío y te confirmo que yo también te amo, que con gusto seguiremos llevando nuestras religiosas disputas por el resto de nuestras vidas, que esta vez cuando veamos a los chicos mirando a hurtadillas detrás del sillón nuestras peleas bobas nos uniremos a ellos jugando a tirarnos almohadones para sorprenderlos, que nada grave ha pasado, que nuestra incompetencia para conversar en vez de pelearnos nos ha llevado hasta acá, y digo todo esto sin decirlo porque no me salen las palabras, pero sé que me entendés que te pasa la maldita vida por este gran paso y que querés permanecer conmigo hasta que la muerte nos separe.

Algo nos sorprende el ensimismamiento, la notaria abrió de vuelta la puerta esta vez para llamar Danceaus-Demaría Glew, a los dos juntos, giramos, la miramos a los ojos y se da cuenta que no habrá divorcio. Con fastidio cierra su carpeta y nos sonríe con sabiduría, confirmando con su voz firme y segura el mensaje: ¡Señor, señora su expediente será archivado!...

Bajamos la escalera del estudio Pietro Fiorenza como si fuéramos saliendo del Civil y ahora mis sentidos son libres para verte, sentir tu perfume, apreciarte y volver a enamorarme en libertad porque de vuelta nos elegimos.


MAW-

PUBLICADA EN MARGENCERO-serie 'esperando... 30-03-2007

 

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