YO TE QUIERO, JUANA


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Escrito por
@KOPSI

11/01/2008#N19663

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- Está bien, ya voy a hacer la penitencia. ¿Puedo llevar a mi muñeca conmigo? Bueno… ¿me vas a avisar cuando termine la penitencia, mami?

Yo te quiero, Juana, porque soy tu mamá. Pero tengo que decirte algo: Hoy te portaste mal, muy mal. ¿Cómo se te ocurre agarrar el frasco del perfume preferido de tu abuela y vaciarlo para que tu camita tenga buen olor?

¡Claro!, cuando mi mamá llegó, TU abuela, me retó, me gritó y me mandó a hacer penitencia. Yo te miré para que vos dijeras la verdad: Que yo no hice eso. Pero no, te quedaste callada, mirando para adelante, y pusiste cara de “yo no fui”.

Yo no le dije nada a mamá. Sabés que cuando está enojada más vale callarse la boca. Porque si no, el castigo es peor.

Pero tengo ganas de llorar, Juana. Porque mi abuela, la mamá de mi mamá, dice que hablando se entiende la gente. Y cuando mami está enojada no puedo hablar con ella. Por eso te voy a hablar a vos.

Juanita, yo quiero que hablemos, ahora que estamos solas. Juana, no tenés que tocar las cosas que no son tuyas. ¡¡Mirá si en vez del frasco de perfume agarrabas los remedios!! ¡¡Eso no, Juana!! ¿Me oíste? Nunca, pero nunca de los nuncas, agarres los remedios. Te lo digo porque yo una vez comí unas pastillitas rosas que parecían caramelos.

¡Mamá me llevó al doctor! Mi doctor es bueno, Juana. Siempre que me revisa me dice que si me porto bien, me regala una paleta. Y yo siempre me porto bien. Le hago preguntas y él me contesta, aunque mami me diga que me quede callada.

Bueno, te sigo contando. Esa vez que comí esas pastillitas rosas, me dolió mucho la panza, ¿sabés? Y el doctor me dio unos jarabes que eran feísimos. ¡¡Horribles!! Y me los tuve que tomar todos todos. Y ese día no me dio la paleta. Dijo que me había portado mal en casa.

Por eso, Juana, nunca más vuelvas a tocar algo que no es tuyo. ¡¡Y ni te acerques a los remedios!! ¿Me oíste?

Mirá, Juana, ahora que ya hablé todo esto con vos, se me fue el enojo. Porque mi abuela tiene razón: Si hablamos todo se aclara. Y ya no estoy más enojada con vos. Vos sabés, ya se me pasó.

Ahora lo único que falta es que se le pase el enojo a tu abuela. Y venga para decirnos que se terminó la penitencia.

Y si tenemos suerte, Juana, tu abuela me va a dar una paleta, de esas grandes, redondas, de muchos colores. ¿Qué decís? Ah!, sí, ¡claro que te voy a convidar! Porque ya lo sabés, vos sos mi hija, y yo te quiero, Juana.


 

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