LA VIDA DE JUAN


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Publicado por
@MORENA_DE_BELGRANO

26/08/2008#N23278

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La vida de Juan

Juan era un tipo sensible, pero aunque quisiera evitarlo, se estaba endureciendo.
Aunque sabía de la vida y era increíblemente intuitivo, se repetía una y otra vez en sus agonías.
Tenía la patología típica de los argentinos que consistía en esforzarse hasta el cansancio para creer en algo que de antemano sabía que no era creíble.
Por eso, sabiendo que no iba a poder conseguirlo, quería enamorarse y incansablemente volvía a intentarlo.
Muchas veces vivir le dolía y reprimía su angustia con una aguda ironía.
Aunque tenía un gesto adusto, era feliz a su manera.
Sumaba frustraciones y muchas veces se rendía, pero cuando eso pasaba orgulloso recordaba sus momentos de gloria, y así del pozo salía.
Cargaba una herencia genética de siglos de fracasos.
Generaciones desperdiciadas por guerra psicológica con mensajes de frustración y de pérdida.
Para adaptarse a esa realidad Juan iba por la vida con una imagen de tipo seguro porque le habían dicho que para ser alguien en la vida había que aparentar ganar siempre.
De tanto reprimir sus sentimientos, se había vuelto muy escéptico, no creía mucho en nada.
Eso hacia que aunque le agradara a mucha gente, ellos por defensa lógica se mantuvieran distantes.
Y había veces que estando solo, se sentía incomprendido.
Cuando repasaba su vida se suponía un tipo exitoso.
Claro que sus conceptos de éxito eran muy diferentes al del resto.
El creía en cosas básicas como el valor de la palabra y la lealtad, y habiendo transitado la mitad de su viaje, con eso se sentía cumplido.
Aunque cometió muchos errores por no tener cabeza para prevenir, siempre tuvo espaldas para aguantar y dignamente asumió las consecuencias de su andar.
Cuando se equivocó, pagó, y no protestó.
Ahora iba por la vida tratando de no molestar y exigiendo no ser molestado, en un mundo donde la gente esta pendiente de mirar a otro, para idolatrarlo o para defenestrarlo.
Tenía un corazón vulnerable que protegía con un humor ácido y muchas veces incomprensible.
Aunque la gente frecuentemente lo defraudaba, sabía que no era por maldad, sino por ser distintos.
Y como, a pesar de ser sensible, era un tipo extremadamente fuerte, casi sin darse cuenta se había acostumbrado a sobrellevar sus penas.
Cuando Celeste lo abandonó, aún con el corazón roto y tratando que el dolor no se le note, su vida continuó. Pero la ultima esperanza había perdido.
Supo que nunca el amor iba a encontrar.
Sintió en el fondo de su alma que su destino estaba echado, quedarse solo era inevitable.
Sus expectativas de tener una familia se alejaron para siempre de su vida.
Aceptó lo que siempre supo, que nada dura mucho tiempo y que tarde o temprano el amor se termina.
Y aunque intentara disimilar, el no podía estar mucho tiempo con alguien sin sentirse permanente deseado.
Con Celeste se había esforzado, como nunca antes, pero igualmente no pudo evitar que se fuera.
Por esos días, en lo mejor de la relación, ella le planteó la necesitad de irse a vivir algunos meses en Londres. Buscaba perfeccionar su idioma para progresar profesionalmente.
Celeste era licenciada de recursos humanos de una empresa multinacional.
Le gustaba mucho lo que hacía, tanto que cuando tuvo que elegir su futuro, no dudó en viajar y decidió dejarlo.
Cuando le hizo saber que su profesión era su vida, Juan no la comprendió.
El creía que solo era la forma de ganársela, pero ni siquiera se lo dijo.
Sintió que ya seguir juntos no valía la pena y no hizo nada por retenerla.
Creyó tener una extraña sensación de dolor y a la vez serenidad, porque sabía que solo iba a sentirse bien.
Le gustaba estar en su casa y darse gustos simples, que valoraba como momentos sublimes.
Se preparaba manjares y degustaba buenos vinos, mientras escuchaba a U2 o algo de ese estilo. Después se recostaba en su sillón preferido y encendía un habano, mientras miraba una película.
Eran sensaciones mágicas, que disfrutaba enormemente.
A veces escribía por horas, sentado en su computadora.
Algunas tardes leía sentado al sol en el balcón.
No soportaba los ruidos ni la gente inquieta.
Trataba de mejorar sus sentidos y con su entorno vivir en armonía.
De vez en cuando salía con amigos y se divertía.
Pero era muy solitario y no sabía mantener relaciones en el tiempo.
Esa mañana cuando Celeste cerró la puerta y lo abandonó, le mostró sin querer, lo que necesitaba saber.
No había que estar con alguien para ser feliz, eso era una mentira.
Se dio cuenta que nadie iba a quererlo como el se quería.
Y se propuso pasar el último tramo de su existencia tratando de complacerse.
Porque todo pasa muy rápido y no queda mucho tiempo.
Esa era la única verdad en la vida.

Autor: Gabriel Roman

 

Comentarios

@QUIQUERAF

26/08/2008



"No había que estar con alguien para ser feliz, eso era una mentira.
Se dio cuenta que nadie iba a quererlo como el se quería.
Y se propuso pasar el último tramo de su existencia tratando de complacerse.
Porque todo pasa muy rápido y no queda mucho tiempo.
Esa era la única verdad en la vida."
 

Morenita, es lo mismo Juan que Juana, ya que conosco muchisimas asi.  

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