Sobre lo que no se dice

"Lo que no se dice", indica tanto o más que lo que se dice, y es este juego de palabras confuso el que requiere una interpretación que no sea difusa.  Se trata de aquellos gestos, muecas, actitudes y conductas que no dicen pero expresan.

Suele ser violento a veces el silencio, los gestos sin fundamentos, las miradas evasivas, la falta de contacto o el corte en la comunicación, la pérdida de palabras fugitivas en los momentos en que se precisa un aliento.
 
Lo que no se dice es una de las tantas armas que corrompen relaciones y violentan vínculos: descentra proyectos y desmaterializa ilusiones. "Lo que no se dice" expresa en otra modalidad cruel lo que se debiera decir o lo que se acalla por falta de impetu, temores, o fantasías proyectadas por el otro.

"Lo que no se dice" connota y denota una dificultad burda, paraliza acciones e impide que se llegue al origen de las cosas que han facilitado el no decir.
 
Tantas veces los pacientes narran sentimientos que fluyen como un devenir cuando se paralizan en el tiempo ante lo no dicho, lo oculto detrás de una ausencia progresiva y cruel.

Lo que no se dice anuncia lo tremendista por quién interpreta lo no dicho como un mensaje devastador y vacío. De lo que no se dice no nos podemos defender, ni oponer respuesta alguna para modificarlo: se vuelve estático y no tiene posibilidad de cambio, pero tampoco certeza alguna.

 Lo que no se dice queda en el marco de lo irrefutable, de lo permitido, de lo resistido. Corona relaciones con el abandono injustificado.
 
Lo que no se dice insume en la angustia infinita del no saber, de encontrar una excusa posible, una respuesta, de sumergirme en un estado de alerta, de promover las defensas.
 
Lo que no se dice tiene capacidad de anunciar lo que vendrá, de arrimar al desconcierto, a la melancolía de lo perdido, a la desconfianza. Lo que no se dice puede encubrir fatalidades, crear misterios, dañar susceptibilidades.
 
Quedarse con el vacío de lo no dicho crea un displacer eterno: no podemos cubrir ese silencio que carcome con voracidad nuestra curiosidad y que nos hace recrear todas las formas y maneras de replantear lo no dicho como algo que no debió decirse.

La sensación que transmite lo no dicho no es vaga, ha dejado huellas y marcado vidas. Las palabras ausentes reflejan la falta de fuerza para enfrentar problemas, para explicar lo que no se tolera, para dar oportunidades… Por eso lo no dicho adquiere fuerza de distanciamiento, de imposibilidad de luchar por lo deseado.
 
Es una forma sutil de abandonar lo emprendido, a través de lo no dicho, por eso cuando la angustia asoma frente a lo no dicho, no existe manera real de aplacar el fantasma que se engrandece a partir de lo no dicho.
 
"Dime qué es lo que no me dices, para quitar esa flecha que has dirigido a mi corazón. Lo que no puedes decirme se ha vuelto un monstruo gigantesco que no puedo vencer. Dime qué es lo que no me dices y porque no puedes decírmelo. Pensás que me hará daño, pues no imaginas el daño que me hace tu falta de decir lo que piensas, lo que sientes, lo que sabes y al no decirlo, provocas mi curiosidad y faltas a la verdad a la legitimidad de una relación, de ese vínculo que entablamos, a la capacidad de amor y comprensión”.

“Dime lo que no se dice porque de esa manera podré darle forma a lo no dicho e interpretar su ausencia. Prefiero esa palabra dicha que me de la certeza de tu falta de amor, que el vacío que deja tu falta de decir, si quieres intentarlo y darme la oportunidad de defender la relación, di lo que no has dicho, para que pueda comprender tu angustia y también tu decisión".
 
Si en algún momento puedes sincerarte y expresar lo que no dices, será un alivio para ti y una oportunidad para mí, de aclararte sin resquemor  que aquello que te ha llevado a la decisión de herirme con lo no dicho, ha sido equivocado, pero si no plasmas la oportunidad de que descubra lo no dicho desde tu visión de lo no dicho, entonces mis posibilidades son remotas y tu te quedarás con la razón de lo no dicho y yo con su ausencia, pero sí con la presencia de aquello anunciado en lo no dicho.

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Licenciada Sandra Lustgarten
Psicológa y sexóloga