DOS SIMPLES ROSAS

No sé porque, ni desde cuando creía que regalarle flores a la  mujer amada no era lo correcto… Con el tiempo supuse que debería ser por lo efímero del obsequio, ¿cuánto podrían subsistir los flores hasta que se marchitaran?, tres, cuatro días…, una semana con gran voluntad!!!, si, tal vez fuera por eso que me hacía pensar, que el amor que uno profesaba por esa persona, podría durar lo mismo que la vida de esa pobre flor.

 Tengo la suerte de poder decir que estuve enamorado dos veces en mi vida, cosa que en cierta parte me alegra, pues mas de uno, no tuvo la suerte de estar enamorado, …aunque sea una sola vez. A esas dos mujeres decidí regalarles una rosa, …no se porque, tal vez porque pensaba que a ellas les iba a gustar, aunque iba en contra de mis convicciones.

 Un día cualquiera, como cualquier otro, le dejé una rosa roja sobre su almohada, la acomodé con todo esmero, me pareció que era la flor mas hermosa que había visto en mi vida, …necesitaba que así fuera, era muy importante para mí que esa rosa roja transmitiera todo lo que yo sentía por ella. Hermosa mujer que en ese momento me alegraba la vida, joven, con sólo una contra… ella creía que se había enamorado de mí, …pero yo sí de ella.

Cuando la encontró sobre las sábanas, con aroma a mi propio perfume, pude ver el brillo de sus enormes ojos que prácticamente iluminaron toda la habitación… y a mi vida también.  Muy pocas veces había visto esa expresión en persona alguna…. y eso lo estaba provocando yo, fue como un torrente de sensaciones que nunca había vivido, ni creo que volveré a vivir.  No creo que pueda contar con palabras lo que sentí en ese momento, la expresión de su rostro humedecido por algunas lágrimas…, su cuerpo abrazando la rosa…, abrazándome y besándome como si fuera la primera vez, diciendo algo así como, ¡Gracias, qué lindo, nunca me había pasado!,  hay cosas que se me pierden en la memoria al querer visualizar el momento, …querría recordarlo por siempre.

Tiempo después, un 14 de febrero, día de los enamorados, le deje una rosa blanca sobre su almohada, la acomodé con todo esmero, me pareció que era la flor mas hermosa que había visto en mi vida, …necesitaba que así fuera, era muy importante para mí que esa rosa blanca transmitiera todo lo que yo sentía por ella. Hermosa mujer, que en ese momento, realmente, no me alegraba la vida, no tan joven, con otra contra …., ella sabía que ya no estaba enamorada de mí, … pero yo sí de ella.

En este caso no podré narrar lo que hizo con la bella flor, ni cual fue su expresión, es mas, jamás la nombró, como si no hubiera llegado a sus manos, tampoco nunca le pregunté por el paradero de ella, …ya estaba todo dicho, …querría no volverlo a recordar.

 Cuando llegan a mi mente estas vivencias, ya no sé si son un recuerdo o el recuerdo de un recuerdo…, es mas, no puedo afirmar si eran dos mujeres o la misma mujer, tal vez porque me hace mal y mi cerebro trata de protegerme para que no vuelva a sufrir lo que sufrí.

Hoy ninguna de ellas está a mi lado, o debería decir sólo ella?, para el caso es lo mismo, … por lo menos para mí.

 Ahora comienzo a comprender el porque de mi negación a regalar flores a la mujer amada!, quizá mi subconsciente lo percibía, o no, pero ya no importa, lo tangible, lo concreto, es que estas pequeñas historias están emparentadas por dos simples rosas…, distinto color, diferente perfume, el mismo final……

Julio César Alberio

Comentarios

@KUKITYTA

18/03/2010

 

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