Pelé , Galeano , el gol número mil , la gloria , la infamia


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@SERGGIO

14/05/2010#N31783

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"Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno." Eduardo Galeano

 

Texto de Eduardo Galeano

Pelé


Cien canciones lo nombran. A los diecisiete años fue campeón del mundo y rey del fútbol. No había cumplido veinte cuando el gobierno de Brasil lo declaró tesoro nacional y prohibió su exportación. Ganó tres campeonatos mundiales con la selección brasileña y dos con el club Santos. Después de su gol número mil, siguió sumando.
Jugó más de mil trescientos partidos, en ochenta países, un partido tras otro a ritmo de paliza, y convirtió casi mil trescientos goles. Una vez, detuvo una guerra: Nigeria y Biafra hicieron una tregua para verlo jugar.
Verlo jugar, bien valía una tregua y mucho más. Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales, como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera.
Cuando ejecutaba un tiro libre, los rivales que formaban la barrera querían ponerse al revés, de cara a la meta, para no perderse el golazo.
Había nacido en casa pobre, en un pueblito remoto, y llegó a las cumbres del poder y la fortuna, donde los negros tienen prohibida la entrada. Fuera de las canchas, nunca regaló un minuto de su tiempo y jamás una moneda se le cayó del bolsillo. Pero quienes tuvimos la suerte de verlo jugar, hemos recibido ofrendas de rara belleza: momentos esos tan dignos de inmortalidad que nos permiten creer que la inmortalidad existe.
Gol de Pelé Fue en 1969. El club Santos jugaba contra el Vasco da Gama en el estadio Maracaná.
Pelé atravesó la cancha en ráfaga, esquivando a los rivales en el aire, sin tocar el suelo, y cuando ya se metía en el arco con pelota y todo, fue derribado. El árbtro pitó penal. Pelé no quiso tirarlo. Cien mil personas lo obligaron, gritando su nombre.
Pelé había hecho muchos goles en Maracaná. Goles prodigiosos, como aquel en 1961, contra el club Fluminense, cuando había gambeteado a siete jugadores y al arquero también. Pero este penal era diferente: la gente sitió que algo tenía de sagrado. Y por eso hizo silencio el pueblo más bullanguero del mundo. El clamor de la multitud calló de pronto, como obedeciendo una orden: nadie hablaba, nadie respiraba, nadie estaba allí. Súbitamente en las tribunas no hubo nadie, y en la cancha tampoco. Pelé y el arquero, Andrada, estaban solos. A solas, esperaban. Pelé, parado junto a la pelota en el punto blanco del penal. Doce pasos más allá, Andrada, encogido, al acecho, entre los palos.
El guardamenta alcanzó a rozarla, pero Pelé clavó la pelota en la red. Era su gol número mil. Ningún otro jugador había hecho mil goles en la historia del fútbol profesional.
Entonces la multitud volvió a existir, y saltó como un niño loco de alegría, iluminando la noche.»

 

jueves 1 de abril de 2010

Ya no tiene excusas ( revista Un caño )

 

El Gato, en sus tiempos de arquero de Central.

Un listado oficial despejó cualquier duda sobre la colaboración de Edgardo Andrada con la represión ilegal. Pese a que lo negó siempre, actuó como Personal Civil de Inteligencia durante la dictadura militar. Respondía al Destacamento de Inteligencia 122, con sede en Rosario, que actuaba bajo las órdenes del temible Batallón 601. De arquero legendario a estar en la mira de la justicia.

Esta vez no se trata de acusaciones de un ex represor caído en desgracia. Tampoco de denuncias judiciales anónimas. Edgardo Norberto Andrada, uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol argentino, ya no puede esconder su oscuro pasado. Aquellas pobres excusas que esbozó en una breve entrevista se desvanecieron por completo. “Me quieren incriminar, yo nunca fui agente del ejército”, le respondió a este periodista hace poco más de dos años, intentando despegarse de las acusaciones de Eduardo Constanzo, procesado por crímenes de lesa humanidad en Rosario, y de una denuncia que lo apuntaba como “servicio del Ejército”. Hoy, su participación como colaborador de la última dictadura militar es innegable.

El Gato, que brilló en Rosario Central, Colón, Vasco Da Gama y la Selección Nacional, aparece entre los 4300 agentes que trabajaron para el temible Batallón 601, el máximo organismo de Inteligencia del Ejército durante el terrorismo de Estado. En el caso de “Andrada, Edgardo N.”, tal como figura en la nómina, desde su lugar como Personal Civil de Inteligencia en el Destacamento 121, con sede en Rosario, la ciudad que lo vio nacer y donde es ídolo Canalla. La lista lleva la firma del actual Jefe de Inteligencia del Ejército, César Milani, y fue entregada al juez Ariel Lijo por el titular del Archivo de la Memoria, Ramón Torres Molina. Según el documento, fruto de la investigación basada en los archivos desclasificados de las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983, el Gato era un “agente reunión”, es decir, parte del personal que era reclutado para infiltrarse en sindicatos, universidades, organizaciones políticas y sociales con el fin de recabar información.

La aparición de Andrada como PCI no sorprende, porque ya había datos concretos sobre su contribución con la Junta Militar que hundió al país en una profunda crisis económica, secuestró bebés y dejó miles de desaparecidos en apenas siete años. Lo que sigue llamando la atención es cómo fue capaz de mantener esa doble vida un deportista profesional de su nivel, que supo organizar su tiempo para entrenarse, dar entrevistas, atajar en Primera División y a la vez marcar gente.
 
Según pudo averiguar Un Caño, Andrada habría ingresado como PCI a fines de 1979 o principios de 1980, cuando se extinguía su vínculo con Colón. “Así haya ingresado el último día de 1983, el grado de sospecha sobre su actuación es igual de importante, porque el terrorismo se ejerció hasta el último día de la dictadura”, aseguró Jorge Pedraza, director de Investigación y Reconstrucción de la Memoria Histórica de la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe. “La gente que ingresó en esa fecha, probablemente lo haya hecho como una manera de legalizar las funciones que ya cumplían antes”, agregó Pedraza, quien reconoció que el rumor de que Andrada respondía a los Servicios de Inteligencia del terrorismo de Estado estuvo siempre presente.

El paralelo entre su carrera deportiva y los tiempos políticos del país también llama la atención. Andrada atajó en Central desde 1960 a 1969, cuando fue transferido al Vasco Da Gama. Ese año, fue espectador de lujo del gol número mil de Pelé, que lo venció desde los doce pasos. En el equipo brasileño fue titular indiscutido y llegó a ganar un título, en 1974. La Junta Militar comandada por Jorge Rafael Videla usurpó el poder en marzo de 1976, y a fines de ese año el Gato emprendió la vuelta, para atajar en Colón.

Radicado en Santa Fe, estaba cerca del Destacamento de Inteligencia 121, con sede en Rosario, al que respondía. “En el ambiente del fútbol siempre se comentó que él era servicio, pero son cosas difíciles de saber. Lo que sí te puedo decir es que nosotros no hablábamos delante de él de nada, ni siquiera de plata, porque sabíamos que le contaba todo a los directivos del club”, aseguró un ex compañero de Andrada en Santa Fe, quien prefirió no dar su nombre. “Lo que te puedo asegurar es que andaba armado, porque una vez vinieron unos hinchas al vestuario, se pusieron pesados, y el del bolso sacó una pistola, como si nada”, agregó.

En el Sabalero estuvo hasta 1979. Luego, jugó en Provincial, donde participó de la Liga Rosarina, y más tarde en Renato Cesarini, club con el que ganó los viejos torneos regionales y clasificó al Nacional de 1982, donde le puso fin a su carrera. En ese tiempo, según Eduardo Constanzo, a quien se lo está juzgando por crímenes de lesa humanidad cometidos en Rosario, Andrada participó de un secuestro emblemático: el de los militantes peronistas Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi. El operativo se llevó a cabo el 14 de mayo de 1983, cuando ambos fueron “chupados” en el bar Mágnun, en pleno centro de la ciudad. En los días posteriores, sus cuerpos sin vida aparecieron en las cercanías de la ciudad de Zárate, Buenos Aires, donde (como prueba la autopsia que se les realizó) luego de ser sometidos a sesiones de golpes y picana eléctrica, fueron ejecutados.

 
Ya no ataja, pero trabaja en Central y es escrachado en su domicilio.

 

Comentarios

@SERGGIO

15/05/2010



Este video del gol 1000 de Pelé complementa el texto con imágenes y relato increíble de un periodista brasilero .Espero les guste.Saludos.Sergio

http://www.youtube.com/watch?v=yekIEJLLCyo  

ARG

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MUJER de 43 en Villa Real

como soy?, prefiero que me conozcan. Me gusta mucho la musica, salir a bares, ve

¿CONOCERLA?

NO

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HOMBRE de 53 en Tigre

Me gusta el deporte salir a pasear en compañía y disfrutar de unas buenas vaca

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