35 años y un día


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Escrito por
@CLASICOYMODERNO

06/09/2010#N33151

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Buenos Aires.

5 de septiembre de 1975.

Tiempos de recontramierda están llegando, no lo sabemos, no tenemos idea de la magnitud del horror que se acerca, aunque la situación general -podemos intuír- no augura nada bueno.

Sin embargo, o justamente por éso, aquel día -al caer la tarde- somos varios miles de jóvenes armando una inmensa fila que abraza tres, cuatro veces, la manzana donde está ubicado el Luna Park.

Estamos conmovidos, excitados, tristes.  Es que en un rato seremos testigos y protagonistas del último concierto de Sui Generis.

Allí estamos, compartiendo la fila: Nora (mi novia de entonces, en el futuro más o menos cercano madre de mis dos hijos y mucho tiempo después mi ex mujer); Popo; Carlitos y su -aún hoy- mujer Cristina; el gordo Juan Carlos y su hermana Chichita; el Japo y su futura ex mujer Elena; Enriquito y Liliana (aún hoy enamoradísimamente juntos), algún otro que no recuerdo y los que jamás olvidaré: el Tano y Nina que están mano con mano como siempre estuvieron, como cuando decidieron irse tras su utopía.

Aún hoy, desde el recuerdo sigo resistiendo tanta maldita hijaputez y manteniendo la ilusión que los dos siguen permaneciendo juntos mano con mano, allí donde el Dios misericordioso quiera que estén (dicho ésto –a sabiendas- contrariando mi declarado agnosticismo).

De puro fiaca me puse a googlear los recuerdos y encontré que:

““el que dió Sui Generis fue precisamente el puntapié inicial de esos super-conciertos de despedida, modalidad que, 20 años después, tendría en Soda Stereo una buena réplica corregida y aumentada. Y por su parte, el producto inmediato de la reunión -el álbum doble- introduciría sus novedades. En 1975 no circulaban muchos discos de rock argentino grabados en vivo, ni menos aún con un sonido digno de elogios, por lo que rápidamente "Adiós Sui Generis" se convirtió en un documento. Un documento que recoge y recorre en dos horas la trayectoria de un grupo clave y que ofrece un panorama de lo que fue y significaron las dos funciones de la histórica noche del 5 de septiembre en el Luna Park. Un documento donde queda plasmada la cálida respuesta de la audiencia, los aplausos, manifestaciones y hasta protestas cuando Charly les advierte "... Vamos a tocar dos temas más... Pero después de eso les pido que... que se vayan...". Un documento donde el dúo se atreve a cantar en público el estribillo de "Botas locas", tema que iba a ir a parar a "Pequeñas Anécdotas Sobre las Instituciones", pero que la censura no sólo bajó raudamente de cartelera, sino que lo mantendría en el freezer durante más de una década.
Y Charly-Nito, junto al bajo eternamente impresionante de Rino Rafanelli y la batería colosal de Juan Rodríguez (futuro pasaporte de ambos para el power-trio Polifemo) se divierten. Se divierten "Zapando con la gente". Se distienden con "Tango en segunda" y especialmente con "Un hada, un cisne", que ocupa toda una cara y condensa lirismo, electrónica, pureza, sutileza, solos y zapadas por igual. Ofrecen versiones a pleno despliegue de sintetizador, que hace su debut ornamentando viejos y acústicos temas como "Confesiones de invierno", "Canción para mi muerte", "Rasguña las piedras" y "Aprendizaje". Y también presentan nuevos temas que se llevan los aplausos de los fans: "La fuga del paralítico" y "La niña juega en el jardín" (de Rinaldo, que la canta e interpreta en guitarra acústica) dejando para el final el "Blues del levante"... cuya letra por cierto carece de connotaciones geográficas -de ahí la minúscula de "levante"- para adentrarse bien de lleno en una pícara expresión del lunfardo porteño.””

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Después nos pasó la vida (nada más y nada menos), cada uno siguió su camino…. Con algunos nos vemos seguido, con otros de vez en cuando y con otros nos hemos perdido.

Algunas veces la ceremonia se repite. Claro que no somos los mismos. Ya dije que muchos no están cerca y sin embargo cada tanto me doy cuenta cuanto los extraño.  Sin embargo, cuando el bajón acecha, siento que lo mejor es dejar de lado las nostalgias y dar paso al recuerdo de los buenos reencuentros.

Cualquier excusa es buena para los buenos reencuentros.  Una excelente excusa es Charly en el escenario de Obras hace un par de años largos y yo, y muchos más como yo, en las tribunas. Los de antes y los nuevos.

No me acompañan los que me acompañaron 30 y pico de años antes.  Estoy con Juan Manuel y Julieta (mis hijos) y Sebastian (el novio de la nena).  Toca Charly con su genio intacto, canta mal pero no nos importa, nosotros cantamos con él subidos a las butacas. Y toda esa emoción… ¿cómo carajo hago para explicar la sensación de cantar abrazado a mis hijos “rasguña las piedras”?????

Esa noche volvió Charly todavía sumergido en sus infiernos y con él volvimos nosotros intentando salir de los nuestros y en esa noche de gloriosos reencuentros también volvieron el Tano y Nina como siempre mano con mano y en su ausente presencia los abrazo y canto y río, por mí y también por su cuenta y orden.   Esa noche no nos permitimos el llanto y no lo pemitimos porque no quedaba llanto por llorar, porque ya se hubo gastado todo cuando hubo que hacerlo.

Pero, siempre hay un pero, los ojos de pronto se ponen vidriosos, trato de disimular. La guacha de Julieta me advierte de reojo, no dice nada porque conoce la historia, me agarra de la mano y no me suelta.

Nosotros, como Charly, seguimos vivos. El tano y Nina también.

Esa noche, estoy convencido, ganaron los buenos.

P.D.: No quiero cargar el videito del recuerdo. Sin embargo para pequeño tributo basta con ver:

http://www.youtube.com/watch?v=eZ3htXzQbto

 

 

Comentarios

@OJOSVERDES

06/09/2010



 ruben, siempre logras que lea todo lo que escribis...

gracias