Una decisión complicada 6a entrega


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Escrito por
@EMILEO

13/05/2011#N36235

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            Pero su esperanza duró poco. Se dio cuenta que cada pequeña parte de lo que tocaba traía consecuencias imprevisibles y que no mejoraban en última instancia la vía de desarrollo de la humanidad.

 

            Pensó en eliminar las armas, impedir que la humanidad siguiera en esa espiral de violencia suicida.

 

            Pero ¿cuánto tardaría la humanidad en buscarle sustituto? ¿Un hacha tan necesaria para los trabajos, no se transformaría rápidamente en un arma? La dinamita o los explosivos para minería o perforaciones ¿también tendrían que ser eliminados? ¿No se trabaría el desarrollo, no existiría la inmediata amenaza del hambre o de la falta de recursos para dar respuesta a las necesidades del hombre? No tardaría poco el hombre en volver a armarse a un nivel parecido al actual.

 

            Si eliminaba las armas, la población, ya no sometida mediante los elementos de represión de los poderosos, podría expresarse libremente y sacudirse el yugo que en tantos lugares se le imponía sobre la base de tener estos el dominio y el poder de la fuerza. Pero ¿eran las armas lo que determinaba ese dominio?

 

            Ayudaba, indudablemente ayudaba, pero cuando la población a lo largo de la historia se vio impelida a realizar cambios, la potencia de las armas no fue un obstáculo imposible de superar. Sobraban los ejemplos de pueblos con escasos recursos que habían derrotado a potencias militares aparentemente invencibles. Sin ir lejos en la historia, las revoluciones que acabaron con el colonialismo inglés, francés o español. Vietnam. Hasta el misérrimo Afganistán, que derrotó al ejército ruso y esta derrotando al yanqui.

 

            Una a una, cada variante fue analizada y desechada. No había trascurrido aún cinco meses desde la visita de Arak cuando Juan ya había asumido su fracaso. Cansado de golpearse una y otra vez contra la pared, hastiado de seguir caminos que indefectiblemente llevaban a una vía muerta, había decidido no buscar más.

 

            Todas las consultas que hizo sentado en el sillón habían sido meticulosamente respondidas. Pero, tal como Arak había aclarado, las respuestas solo eran instrumentos para poder sacar conclusiones de una u otra opción planteada. Le fueron entregadas estadísticas, datos, cifras, detalles de cada aspecto o acción realizada por el hombre. Todo conocimiento posible de la humanidad lo tenía a su alcance. Pero nada de eso le daba una respuesta.

 

            Sencillamente se sentó en su sillón y esperó. Se sentía mortalmente cansado. Sobre todo porque el siempre pensó que no había nada que no tuviera solución. Podía ser difícil o absurda, pero todo problema real siempre tenía una forma de salida. Ahora no la encontraba.

 

            Y el hecho de cargar solo en sus espaldas el peso de este fracaso lo hacía más insoportable. No podía compartir sus especulaciones, sus hipótesis ni sus frustraciones con nadie.

 

            Se pasó días enteros tomando mate, caminando perdido por las calles, esperando el momento de decirle a Arak que no encontraba salida.

 

            ¿No era posible mejorar la sociedad? ¿No se podía cambiar algo que le diera al hombre una esperanza de una vida más justa y equilibrada? Tenía en sus manos un poder con el cual ni siquiera se había atrevido a soñar y no sabía como usarlo.

 

            Sólo faltaba una semana para el día que Arak iba a volver para buscar la respuesta cuando hubo un pequeño suceso que lo conmocionó. Una circunstancia trivial. Algo de todos los días que pasa delante de nuestros ojos y que no mensuramos como importante.

 

            Lleno de entusiasmo se volcó a pensar en lo que esa visión le había dejado entrever. Analizo el tema desde todos los ángulos. Se sentó en el sillón para pedirle a Arak cientos y miles de datos, de estadísticas y de conocimientos.

 

            Y la noche previa a la llegada de Arak, se permitió invitarse a si mismo a un restaurante de primer nivel, pedir un vino de alta gama y saborear una cena con el apetito y el deseo que no había sentido en estos meses. Después se fue a dormir plácidamente, esperando confiado la llegada del día donde tenía que plantear su opción.

 

            Se levantó sintiéndose muy descansado. Se hizo unas tostadas con manteca mientras preparaba el mate y se sentó en su sillón disfrutando del desayuno mientras esperaba la llegada de Arak.

 

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