¿NOS ENAMORAMOS DE DIFERENTES VERSIONES DE LA MISMA PERSONA?


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Escrito por
@NAMYHOJA

01/10/2012#N41941

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 La pregunta:


¿Te has parado a pensar que tipo de personas atraes en tu vida?

Aunque parezcan dispares, en mi caso todas tienen un patrón en común de conducta o personalidad.

Mi respuesta:


 

Uno no atrae de casualidad a las personas y en toda elección se repiten rasgos inconscientes que operan como patrones o modelos en esas búsquedas.
Por eso tu observación es muy acertada y tu afirmación: "Aunque parezcan dispares, en mi caso todas tienen un patrón en común..de conducta o personalidad".
El tema pasa porque la identificación es a rasgos y no en su totalidad y de ahí que en las primeras vivencias infantiles no quedas esos registros de esa sonrisa, una mirada, un color de cabello, una voz o tonalidad, etc. 
El otro que buscamos es un espejo donde reflejarnos y nos atrae justamente porque tiene aquello tan familiar donde reconocernos y amarnos reeditando ese pasado que dejó marcas indelebles como registro de memoria y afecto.
Siempre atraemos por ende lo que podemos y no lo que queremos conscientemente y cambiar estos patrones tiene que ver con trabajo de análisis para ver de dónde vienen y cómo operan en nuestra vida, porque en esas elecciones hay muchas veces dolor, frustración y costos emocionales que no queremos o no deberíamos aceptar pagar más.
Amamos diferentes versiones de una misma persona, solamente cambian los personajes, pero el eje es siempre aquella figura que marcó nuestro amor y amamos entonces "a aquel que responde a nuestra pregunta: ¿Quién soy yo?" 
Amar verdaderamente a alguien es creer que amándolo, se accederá a una verdad sobre sí mismo.
Todos entonces son espejos para vernos reflejados.
Es un rasgo particular –o un conjunto de rasgos- que tiene en cada uno una función determinante en la elección amorosa. 
Freud sostenía que el primer objeto de amor es la madre. Todo hallazgo posterior no es otra cosa que un intento por hallar el objeto primario de amor. Evidentemente es necesario perder este objeto de amor para hallar posteriormente otro. ¿Cómo buscamos hallarlo? Desplazándonos de un objeto a otro, desplazamientos que no tienen fin. No habría una media naranja que nos complemente en el sentido platónico del término. El retorno aquí es imposible.
Entonces, es este "amor primario" el que buscamos en los objetos de amor sucesivos. ¿Qué es lo que tienen de particular estos objetos de amor? Necesitan cierto "brillo fálico" en el objeto para despertar el amor, deben evocar en algo al primer objeto pero con lo cual no es suficiente para alcanzar la satisfacción plena. A raíz de esto se da lo que Freud llama "elección por apuntalamiento" que se manifiesta de dos formas: a la mujer nutricia y al hombre protector. 
También hay otro modelo de elección de objeto de amor que es referente a las personas que eligen según el modelo de su propia persona. Freud lo llamó narcisista y se manifiestan de esta manera: a lo que uno es, a lo que uno fue, a lo que uno querría ser, a la persona que fue parte de uno mismo. Lacan dice: "Es evidente que, como todo amor, sólo es localizable, como Freud nos indica, en el campo del narcisismo. Amar es, esencialmente, querer ser amado.
También es Lacan quien asevera: el que demanda amor busca algo mas allá del objeto amado, algo que el objeto no posee. "Lo que se ama en el amor es, en efecto, lo que está más allá del sujeto, literalmente lo que no tiene."
Por esto, amor y deseo deberían ir juntos, es decir, deberían dirigirse al mismo objeto, pero por lo general esto no sucede así.

 En realidad el peligro de esto, de que aparezcan unidos, radica en la posibilidad de extinguir el deseo y con él el amor. "Sólo se ama lo que no se tiene", en la medida que cuando se encuentra un objeto de amor, el amor se pierde.
Aquí es donde resurge la idea de repetición. ¿Por qué? A través de las sucesivas elecciones objetales lo que se busca es, de acuerdo a lo dicho, reencontrar aquel amor que jamás se concretó en un encuentro efectivo, de índole sexual, buscar un sustituto de aquel amor perdido. También vemos el efecto de las pulsiones Eros que cambian de objeto sucesivamente y demoran el fin. 
La compulsión de repetición entonces es partícipe de las vicisitudes que experimenta la vida amorosa.
Entonces se concluye que evidentemente en la elección de objeto amoroso no buscamos más que recuperar un amor perdido y repetir aquel estado perfecto en el cual nos hallábamos cómodos, satisfechos; completos.
El mensaje que nos deja Freud acerca del amor no es halagador para el ser humano puesto que llega a la conclusión de que existe un desarreglo esencial en la sexualidad humana.
 El amor entonces esta siempre incompleto. 

Moni.

 

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