Papá Noeñ y los tres mosqueteros


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Escrito por
@FITO

08/04/2013#N43114

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Papá Noel y los tres mosqueteros.
 
 
 
 
 
El policía, dentro de su garita miraba el reloj, sólo faltaban dos horas para que terminara su guardia, luego podría ir a su casa, con los suyos, a celebrar la Nochebuena, a esperar las doce campanadas para arrodillarse todos juntos alrededor del pequeño pesebre, colocar la imagen de Jesús niño y orar, tomados de la mano, en silencio
            El Ingeniero Ortiz, había logrado cerrar un negocio importante para su empresa, justo antes de esa noche tan especial, ahora era hora de partir, saludar a los empleados que debían permanecer hasta más tarde e ir a celebrar.
            Los tres chicos estaban contentos, habían conseguido tres perchas y pensaron que colgando una de la otra quedaría formado un arbolito de navidad. Tenían en sus bolsillos una bolsita que alguna vez había estado llena de papas fritas, pero que ahora sería la estrellita del árbol, tenían varias tapas de revistas con muchos colores y pensaban que con la tijera podían hacer los adornos para su improvisado árbol.
            El Ingeniero se despidió de sus empleados y se dirigió por el camino habitual, rumbo a su hogar, pero algo sintió a los pocos minutos en su auto, algo andaba mal y el auto se detuvo. No sabía nada de mecánica, sólo de negocios, por eso rápidamente llamó por su celular a su compañía de seguros, para que le enviaran un mecánico o al menos un remolque. La demora era de un poco más de una hora, no tuvo más remedio que resignarse. En instantes vio pasar delante de él, a tres chicos con perchas en la mano y un montón de revistas y vio cómo entraban al jardín de una casa.
            Los chicos colgaron de un alambre que usaban para colgar la ropa la primera percha, la fijaron con un cordel, luego colocaron la segunda y la tercera, usando pedacitos del mismo cordel para que quedaran fijas. Con mucho cuidado colocaron la bolsita y pensaron que casi estaba todo hecho. Se sentaron en el suelo a cortar redondelitos para adornar su improvisado árbol. Estaban tan concentrados en esa tarea, que no se dieron cuenta del señor que había bajado del auto estacionado cerca.
 
-       ¿Qué es lo que están haciendo? ¿Es lo que me estoy imaginando?
-       ¡Un arbolito de navidad, Don! – respondió el más alto y el mayor de ellos – hoy es Nochebuena.
 
El Ingeniero Ortiz, sintió en su cuerpo un escalofrío, acababa de cerrar un negocio importante y lo más importante es ahora un falso arbolito que tres chicos estaban haciendo delante de él con las materiales más humildes que pudiera imaginar, como los tres mosqueteros, contra viento y marea.
 
-       ¿Y sus padres, dónde están? – preguntó con timidez.
-       Mi papá viene a la noche, trabaja con un taxi y mi mamá en una casa, pero nos dijo que no nos preocupáramos que ella iba a hacer unas empanadas.
 
Se dio vuelta y miró su auto, su celular estaba dentro de él.
 
-       ¿Y que le van a pedir a Papá Noel?
-       Nada – dijeron los tres casi al unísono – si igual nunca nos hace caso.
 
Murmuró algo, los hermanitos no lo entendieron, pero vieron que se iba de nuevo hacia su auto y que entró en él, para hablar con su celular.
El policía se había atrevido a llamar a su casa y mezclando jergas le había dicho a su esposa que todo estaba bien, que a más tardar a las nueve iba a estar en su casa.
 
-       Todo claro, no hay moros en la costa, llego puntual. ¿Comprendido?
-       Si, querido. ¡Ya compré el Pan Dulce y la sidra!
-       Muy bien. Cambio y fuera.
 
 
-       Habla Ortiz, necesito que me hagan un favor. ¡Si! ahora.
  
Luego de hablar por teléfono, se quedó en el auto, pensando en su niñez, a veces con momentos difíciles, otros ya con mejoras en lo económico, pero siempre con la familia unida. Retornó con los chicos y ayudó a cortar adornos, tan redonditos como pudo. Los pegaban con una cinta adhesiva, la cual ya se estaba acabando.
 
-       Yo le pediría a Papa Noel, un árbol grande, con muchos adornos, y regalos para todos y mucha comida – dijo el Ingeniero.
-       ¡Si! Un árbol grande como la casa – dijo el más chico mostrando con su sonrisa, que dos dientes iban a ser prontamente reemplazados.
 
Casi a la media hora, escucharon una bocina. El ingeniero miró y reconoció al camión, se paró y fue directo hacia él.
 
-       ¡Por fin! Esa es la casa. – Señaló con su mano -  ¿Trajeron el disfraz?
-       Acá está ingeniero – le dijo el chofer, que aún estaba sorprendido.
 
El chofer indicó a dos ayudantes dónde tenían que poner el árbol y dejar los regalos, la comida, mientras el ejecutivo se transformaba en Papá Noel.
 
-       Hazme un favor, llévate toda mi ropa, déjala en casa y luego vete a la tuya que ya te hice trabajar bastante.
-       Si, patrón. ¡Feliz Navidad!
 
Los chicos estaban saltando de alegría mientras armaban el colosal árbol en el jardín, miraban con asombro los paquetes que iban dejando en el suelo y colaboraban abriendo la puerta para que entraran la comida bien envuelta y la apoyaban sobre la mesa del comedor.
 
-       Así que no creen en Papá Noel. ¿Y ahora? – dice un Ingeniero feliz y con barba blanca.
-       Gracias, señor, muchas gracias.
 
Y Ortiz sintió que unos bracitos lo abrazaban fuerte, muy fuerte, con los ojitos brillosos como los adornos del árbol grande, ellos, los tres mosqueteros quisieron agradecerle, entonces le regalaron el otro arbolito, el comunitario, el de las perchas.
Llegó el auxilio mecánico y en minutos quedó solucionado el problema, el auto funcionaba. Ortiz se despidió nuevamente de los tres hermanitos, alzando al más pequeño y se alejó a su auto imitando la sonrisa de Santa Claus.
El policía miró su reloj, sólo faltaban tres minutos y podía dejar su garita, para ir con su familia, tomó el celular nuevamente para avisar, marcó los primeros números, pero vio venir un auto con una persona dentro que no le gustó, estaba vestido de rojo y con barba inmensa, entonces lo detuvo.
 
-       ¿Documentos? Por favor.
 
El policía volvió a mirar su reloj, en la misma mano que tenía su celular, con cuatro números marcados y era la hora de su partida, pero no pudo con ello, el deber lo llamaba. ¿Cómo este señor, no tenía documentos? Ni de él, ni del auto. Pensó en la mesa de su casa, pensó en las felicitaciones del teniente de la seccional.
 
-       Me va a tener que acompañar, señor… ¿Papá Noel?
 
 
 
 

 

Comentarios

@SIL_VANA

09/04/2013



 Un hermoso regalo para el alma !!!!  Sueños de grandes cambios , muchas veces utòpicos nos permiten realizar cambios muyyyyy chiquitos que van acompañando al que màs lo necesita .

 Es tan simple hacer feliz a un niño !!!! No se necesita ni el gran àrbol , ni el gran regalo sòlo se necesita un gran corazòn . Ojala que cada uno de nosotros tengamos el regalo de PAPA NOEL de un gran corazòn . Un abrazo - Silvana   
@BETITA

10/04/2013

Que dulce relato !!
Gracias Rodobal !!
 

ARG

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MUJER de 53 en Caballito

Me gusta leer , mirar películas o series ,caminar y la vida al aire libre. Hace

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