El sirviente y la muerte

En una mañana como cualquiera, el “sirviente real” se llego hasta el pueblo, era día de feria y tenía que hacer las compras para su señor.

Recorrió los habituales puestos, con las comunes cosa que se vendían y de a poco lleno las canastas, que para esa hora del medio día ya pesaban bastante.

En uno de los callejones de la vieja ciudad se tomó un descanso para reponer fuerzas, y buscando una escalinata donde apoyar su osamenta la vio de frente;… era la muerte,… que parada delante de el lo miraba con sus grandes ojos.

Fue tan grande el susto que se llevo que de la desesperación dejo todo abandonado y corrió hacia el castillo…

“Mi señor”, dijo, entre un llanto entrecortado…“Me vi cara a cara con la muerte, cuando fui hacer las compras para ti, se que me anda buscando y no quiero morir, dame, por favor un caballo para poder irme a refugiar en el pueblo de Aquisgrán,… para que no me encuentre”.

El señor, accedió al pedido y junto con el caballo le entrego una suma de dinero, pues había sido siempre un buen servidor, éste apresuradamente se retiro.

Cuando tuvo un momento de sosiego, el señor, que no era propenso a creer en las historias de fantasmas o apariciones, decidió ir al pueblo a buscar a la muerte para comprobarlo por sí mismo.

En el callejón indicado encontró tiradas todas las cosas que se habían ido a comprar y en el mismo lugar vio a la muerte, a la que inquirió…“Porqué asustaste a mi leal sirviente”.

“Yo no lo asusté!”, replico la muerte...El me sorprendió a mi...Cuando lo vi, me dije...”¿Qué hace éste sirviente aquí, si yo me tengo que encontrar con el esta tarde camino de Aquisgrán?.

 

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