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@DANTEX

03/08/2019#N70204

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A menudo, cuando estamos relajados, nos viene a la cabeza una sensación, presentimiento o idea imprevista, es decir, una intuición. Surge inesperadamente desde la más profundo de nuestro cerebro, sin razonamiento alguno y aparentemente, sin ninguna lógica. Algunos lo llaman sexto sentido, otros, adivinación. Sin embargo científicos y psicólogos llevan muchos años estudiándola y lejos de ser un fenómeno paranormal, tiene una base científica.

Parece que la ciencia se basa únicamente en el método científico, analítico y lógico, pero lo cierto es que si los científicos se ciñeran únicamente a ese método, la ciencia no avanzaría. La intuición proporciona nuevas ideas y es el motor que impulsa el avance de la ciencia. El mismo Einstein fue un gran defensor de la intuición: «La única cosa realmente valiosa es la intuición»y «La intuición es un don sagrado y la razón su fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el don» son citas del famoso físico, quien afirmó además, que la intuición tuvo un papel clave cuando postuló la teoría de la relatividad.

¿Qué es la intuición?

Podemos definir brevemente la intuición como la capacidad para percibir y comprender una situación de manera instantánea, es decir, sin recurrir al pensamiento reflexivo, que es más racional. Así pues, las intuiciones son cogniciones rápidas y automáticas, habitualmente inconscientes.

El cerebro humano es un extraordinario sistema de almacenamiento de información y todo lo que vemos u oímos queda registrado. No somos conscientes de ello, puesto que solo prestamos atención a la información que nos interesa en ese momento; y podemos dar gracias, porque es tan grande la cantidad de información que nos rodea, que si no la filtráramos, nunca tomaríamos ninguna decisión. Todas esas vivencias, imágenes, sonidos, olores y sensaciones, a pesar de pasar desapercibidas, quedan grabadas en nuestro inconsciente y cuando en un futuro aparece un patrón o experiencia similar, nuestro cerebro lo reconoce y la intuición sale a flote. Generalmente toma la forma de un presentimiento inesperado y automático que no sabemos explicar.

De esta forma, podríamos decir que nuestra intuición surge del «diario personal» de nuestro cerebro inconsciente, donde quedan «escritos» recuerdos y experiencias que no recordamos conscientemente. Todo ello, junto con nuestros recuerdos conscientes, forja nuestra personalidad y nos hace únicos. Por eso, cada persona tiene sus propias intuiciones.

El ojo clínico

Muchas veces los diagnósticos no son fáciles puesto que distintas enfermedades pueden tener síntomas similares. Y es aquí cuando entra en juego el ojo clínico, es decir, la intuición médica. El médico que tiene ojo clínico no diagnostica basándose únicamente en lo aprendido en los libros de medicina o en los resultados de un TAC o analítica, sino que también en un conjunto de pequeños detalles que ha ido incorporando en su inconsciente a lo largo de años y años de experiencia.

Y es que la intuición es un aprendizaje muy lento y se basa en la capacidad de reconocer algunos patrones que permiten dar respuestas inmediatas a las situaciones complejas a las que nos enfrentamos. Y sólo podemos reconocer esos patrones si nos hemos enfrentado a situaciones parecidas. Y eso tiene que ver con la experiencia.

Los médicos tienen su memoria inconsciente llena de enfermos, con sus particularidades y sus síntomas característicos más o menos visibles. Generalmente, una mayor experiencia, y un mayor número de pacientes, les conferirá una mayor intuición. Aunque, claro está, pueden escucharla o ceñirse a sus libros de medicina. Aquí entra juego la personalidad de cada uno y esto puede aplicarse a todas las personas (no solo a los médicos). Algunas personas basan sus decisiones en el razonamiento lógico y otras, en la intuición.

Además, en nuestro inconsciente también almacenamos prejuicios y temores irracionales, factores que entorpecen la percepción de la realidad, y el hecho de tomar decisiones ignorando el razonamiento lógico, también puede perjudicarnos…

Entonces, ¿escuchamos nuestra intuición o nos basamos en el pensamiento reflexivo? eso lo dejamos en tus manos o, mejor dicho, en tu cerebro.

 

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