EL ENEMIGO INVENCIBLE


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Publicado por
@SOYSTATIRA

07/07/2006#N10490

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El enemigo invencible

Una historia de castillos, príncipes, servidores y
combatientes.
>El odio no admite rival... Una fantástica historia que te hará
reflexionar.
> Erase una vez un castillo abandonado. Antigua morada de grandes y
>generosos reyes. Estaba casi derruido, la humedad hacía que las
piedras de
>los muros brillaran ante la tenue luz de algunas antorchas. En una
parte
>recóndita de aquella fortificación prácticamente arruinada, estaba la
>habitación del príncipe, asegurada dentro de la roca misma de la
montaña
>que le servía de cimientos. Y ahí estaba él, solo, mordisqueando sus
furias
>y resentimientos. El rostro que alguna vez había sido bello estaba
lleno de
>cicatrices, y la crueldad de aquellos ojos era rivalizada únicamente
por
>una sonrisa amargada que le daba ese aspecto tan feroz como nocturno.
>
>El soberano esperaba impaciente la llegada del prisionero. Había sido
una
>larga cacería. Todas la astucia del príncipe (que no era poca) fue
>necesaria para atrapar a su odiado disidente. Las frenéticas tropas
habían
>acosado a su objetivo desde tiempos que ya no podía ni siquiera
recordar.
>Sin embargo su adversario parecía invencible. De todos los obstáculos
que
>hábilmente le había colocado salía siempre librado misteriosamente.
>
>La corte entera esperaba la acariciada promesa de aquel mercenario:
“Yo lo
>mataré”.
>
>Junto al príncipe merodeaban nerviosos guerreros de un aspecto
>estremecedor. En una esquina, se encontraba un personaje con un
martillo.
>Sus golpes eran contundentes, tenía una fuerza portentosa. Sus
sorpresivos
>ataques eran de una efectividad sorprendente, particularmente ante
>oponentes de corazón débil. Él había tratado de aniquilar una y otra
vez al
>enemigo del príncipe, pero su martillo y sus ataques sorpresivos
mellaban
>las fuerzas del contrincante, pero no le destruían.
>
>Mientras el guerrero del martillo daba vueltas por la habitación del
>príncipe, otro mercenario más temible observaba sus manos,
perfectamente
>cuidadas. Nadie podría creer que era un guerrero, y en eso estaba su
>fuerza. Su rostro femenino, las maneras dóciles, un lenguaje sutil y
>penetrante eran suficientes para que sus contrincantes quedaran
rendidos a
>los pies sus perfumados encantos. Sin embargo, tras aquel rostro bello
y
>atrayente había un corazón podrido.
>
>Había muchos otros servidores y combatientes que también habían
intentado
>destruir al enemigo del príncipe. Estaba el gigante de piedra que
aplastaba
>cualquier cosa a su paso, la mujer de hielo que congelaba cuanto
tocaba, la
>mendicante que robaba todos los recursos materiales de sus enemigos y
los
>dejaba sin medios para combatir, también estaba la peste, que a los
>corazones más curtidos acababa haciéndolos caer en la desesperación.
>
>Y a pesar de tan feroces adversarios, el enemigo del príncipe siempre
había
>salido airoso de todos los combates. Maltrecho, herido, lastimado en
lo más
>profundo, pero vivo, y es que bastaba con que quedara un pequeñismo
aliento
>de vida para que volviera a crecer y, peor aún, a fortalecerse.
>
>Todos los intentos habían sido vanos, hasta que llegó un nuevo
mercenario
>de una región alejada. Cuando le vieron entrar a la corte del príncipe
>todos se burlaron de él. Su aspecto no tenía nada de temible. Parecía
un
>campesino común y corriente. Pasaba desapercibido por donde merodeaba.
>Aquel aspecto ordinario era su escudo, más efectivo que uno de hierro
>forjado. Cuando se presentó al príncipe prometiendo que mataría al
enemigo
>todos rieron con excéntricas carcajadas. Sin embargo, nadie rió cuando
>extendió su mano y mostró unos pequeñísimos alfileres. El guante que
>protegía las manos de aquel mercenario de aspecto vulgar contenía
miles de
>millones de diminutos alfileres. Al instante los arrojó hacia uno de
los
>soldados de la corte. Nadie vio aquellas insignificantes agujas volar
por
>el aire. Ninguno vio tampoco cómo penetraron la armadura del soldado.
Ni
>siquiera la víctima sintió cómo se clavaron aquellas puntas afiladas
en su
>carne. El personaje dijo al príncipe “No
> tengo prisa. Puedo matar a tu enemigo como ya he matado a tu
soldado. Lo
>ves de pie, y no siente nada. Volveré en seis meses y me dirás si
crees que
>puedo aniquilar a tu adversario.”
>
>Y, efectivamente, pasaron seis meses. El soldado comenzó a sangrar a
las
>pocas semanas. Eran gotas imperceptibles. Las puntas de los alfileres
se
>habían clavado en su carne creando millones de heridas imperceptibles,
tan
>menudas que era imposible verlas y por tanto curarlas. El soldado
sufrió
>una agonía larga, aunque indolora. Simplemente moría un poco cada
segundo.
>Hasta que un día, sin que nadie pudiera evitarlo, el soldado cayó
muerto
>ante el irremediable mal que el mercenario había arrojado sobre él.
>
>El príncipe, con mueca maligna, esperaba ansioso la llegada del
cautivo, su
>perenne enemigo había caído en su trampa, creyendo que aún estando
preso
>nada podrían contra él. “Muy equivocado” meditó el príncipe.
>
>Las horas de espera fueron largas y llenas de agitación. El mismo aire
>escapaba de los pulmones del soberano que esperaba ansioso la llegada
del
>cautivo.
>
>De pronto, se abrieron las puertas del recinto y los soldados
arrojaron al
>centro de la pieza una figura de deslumbrante belleza. Ni siquiera los
>golpes brutales habían podido empañar aquel rostro resplandeciente. No
era
>esa belleza lo que enervaba al príncipe, era aquel poder que tenía de
>rejuvenecer a quien tocara, de llenar de esperanza el corazón que
>acariciaba. El soberano del castillo detestaba profundamente el brillo
que
>aquel enemigo imprimía en aquellos a los que se acercaba.
>
>El príncipe se puso de pie y se acercó al prisionero macilento. Sin
tocarlo
>(no podría soportarlo) le habló muy cerca del oído.
>
>-Te has burlado de mí. Me has humillado, has hecho lo que has querido
en lo
>que me pertenece. Has resistido todos mis ataques. El Mal Carácter,
con su
>martillo te debilitó, pero seguiste en pie. La ambición con su belleza
>sensual te arrebató pero no te mató. Y lo mismo ocurrió con la
Enfermedad,
>la Pobreza, y con todos mis aliados.
>
>El príncipe sonrió malévolo y mientras caminaba en círculos contra su
>contrincante, paladeando el momento de su triunfo.
>
>-Creíste que todo lo podías... mmmm... Amor... Amor... –repitió el
príncipe
>diciendo aquel nombre casi con asco- ¿Quién te crees tú que eres? ¿De
donde
>has salido? ¿Por qué osas meterte en mis dominios? ¿No sabes que tengo
>poder en toda la tierra? ¿No sabes que soy mas astuto, más viejo, más
>inteligente y más poderoso que tus seres humanos, a los que tanto
cuidas?
>Amor... Qué nombre tan repugnante. “Nada puede contra el amor” –dijo
el
>príncipe con expresión burlona- “El amor lo puede todo, el amor rompe
>barreras” ¡Basura! –la expresión del príncipe se volvió rabiosa y
atroz y
>mientras hablaba sus manos temblaban de la ansiedad con las que las
>pronunciaba. “Este es MI tiempo, MI momento, MI mundo...”
>
>El príncipe se desplomó pesadamente en su trono.
>
>-Pero ha llegado tu fin. ¡Traigan al mercenario!
>
>Las órdenes fueron cumplidas de inmediato, y ahí apareció la ordinaria
>figura del interesado. Caminó hasta donde estaba el amor. Con rostro
>flemático le observó.
>
>El príncipe dijo entonces “¡Hazlo!”. El guerrero de aspecto normal
metió su
>mano enguantada en una bolsa y extrajo una miríada de sus artefactos
>mortales. Hizo el ademán necesario para arrojarlo cuando el príncipe
>interrumpió la ejecución.
>
>-¡Espera! Antes de que lo hagas... ¿Cuál es tu nombre?
>
>El combatiente ordinario solo pronunció dos palabras.
>
>-La rutina.
>

 

Comentarios

@SOYSTATIRA

07/07/2006

Y SÍ.... FINALMENTE LO TERMINA DESANGRANDO LENTAMENTE... Serà cuestión de empezar nuevamente cada vez...sin darse por vencidos... no??? Alguna será la última...