se lo digo a mi prima?


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Escrito por
@CRISTALMUNDO

02/01/2007#N13178

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NO PUEDO DECIRSELO

La muchacha, joven, hermosa, de cabello color marrón claro con reflejos dorados naturales, se encontraba pensativa en la galería trasera de su modesta casa, allá en el país vecino al nuestro.
Sus coterráneos, sufrían el bajo poder adquisitivo, debido al alto índice de desempleo. Si bien ella había terminado el secundario, le era casi imposible continuar una carrera profesional.
Su madre hacía rato que se había ido de gira por el cielo. Su padre ya entrado en años, sólo contaba con su jubilación, la que era muy pobre. Había dado casi toda su vida a una envasadora pesquera.
Aquí en la gran orbe capital residía su prima, quien trabajaba como secretaria. La propiedad de Anabel era alquilada, pero pronto se casaría e iría a vivir al departamento comprado a medias con su novio.
Tal vez Any como cariñosamente la llamaba la familia podía ayudarla a mejorar su situación.
Eso la animó a proyectar el viaje, con la intención no sólo de trabajar, sino estudiar al mismo tiempo.
Apenas junto con la ayuda de su progenitor el dinero necesario, sacó el pasaje en el barco, una sola maleta era todo su equipaje.
Así desembarco en el puerto de Buenos Aires, con temor, incertidumbre y ansiedad.
Nadie hubiera podido adelantarle el futuro, su destino estaba marcado.
Como no quería gastar en un taxi, averiguó que colectivo la dejaba cerca de su familiar, y se dirigió a la dirección que figuraba en el pedazo de papel.
El corazón de Mariana, latía con fuerza cuando apoyo sus nudillos en la puerta.
Pero en la casa no se encontraba nadie.
¿Qué haría?
Recién llegada, sin conocer nada, ni a nadie. Por lo menos era de día.
Se sentó en el cordón de la vereda y aguardó pacientemente. Las horas transcurrían lentas como la espera, ya el azul del cielo comenzaba a cambiar de color, se acercaba la noche y aún no tenía novedad.
Los traunsentes la observaban como al descuido, algunos vecinos se habían asomado para ver quién era la chica sentada hacía varias horas.
Decidió entonces caminar por los alrededores de San Telmo, ahí la alegría presagiaba la noche de entretenimiento, tanto a lugareños, como a turistas.
Las luces daban a los negocios un aspecto de país floreciente.
Se sentó en la famosa plaza del lugar, contó el dinero que tenía, separo algunas monedas para comprar e ingerir un emparedado pequeño, pues el ruido de sus tripas le anunciaban que el hambre ya no podía esperar.
Para ir al baño tuvo que entrar en varios lugares, antes que la dejaran, dado que sólo eran para los clientes.
El frescor de la noche ya anunciaba el descenso de la temperatura.
Hizo sonar el teléfono en la casa de Anabel, pero no contestaban.
¿Qué hace una joven en un país que no es el suyo, recién llegada y sin dinero?
La música alcanzó sus oídos, provenía de la esquina, levantó su vista y observo el cartel que anunciaba, que el sitio se dedicaba al dancing.
No lo dudó y se dirigió hacia el. Allí estaría a resguardo por lo menos hasta la claridad del día siguiente, sin frío y sin miradas que se preguntaran quién era y que buscaba.
Depositó su valija en el guardarropas, no sin antes pasar por el toilet y cambiar sus vestiduras por un conjunto adecuado al momento. También se maquilló y arregló el cabello lacio, peinándolo.
Su figura era muy atrayente y apenas camino por el lugar la sacaron a bailar.
Entre chico y chico se mantuvo entretenida, hasta que lo vio.
Fernando, alto, apuesto como el mejor actor del norte, de ojos color verde, sonrisa compradora y con un trato muy amable hacia ella.
Calmo su sed convidándola con un jugo de exquisita naranja mezclada con vodka, danzaron casi hasta que aclaró el día.
- ¿Tenés donde quedarte?
- No, mi prima no está en su casa
- ¿Querés venir a un hotel conmigo?
La atracción que sentía hacia el muchacho no le provocaba ninguna duda, no contaba con capital para solventar su estadía ese fin de semana, sabía prevenir cualquier posibilidad de embarazo o enfermedad, y además era mayor, así que le dijo:
- Dale.
Se introdujeron en el automóvil y partieron hacia el hotel más cercano.
Demás esta contar las maravillosas horas que paso a su lado, amándolo como nunca antes lo había hecho, entregándose en cuerpo y alma al momento.
A media tarde el le anunció que tenía que ir al aeropuerto a buscar a un pariente y le dejó el teléfono para que lo ubicara.
Cuando se cambiaron, cada uno partió hacia sus compromisos.
Tan bien lo había pasado que no tomó enseguida el colectivo, deambulo por la ciudad recordando.
Al llegar de nuevo la noche se comunicó con su familiar, esta vez encontró a Anabel, quién intrigada le pidió que pronto se trasladara a su departamento.
Cuando se vieron la conversación duro más de dos horas, entre que le comento de su país, de su tío y de sus necesidades de encontrar trabajo.
- Quédate a dormir conmigo y mañana conocerás a Alejandro, que viene a almorzar.
- ¿Cómo es?
- Maravilloso, leal, compañero
A la mañana siguiente todo era preparativo, las compras, preparar la mesa, cocinar, mientras escuchaban música suave.
Mientras que Mariana se bañaba llegó el novio de la prima.
Cuando salió envuelta en una bata de algodón, se dirigió al comedor para ver quienes eran los que hablaban alegremente y se reían al mismo tiempo.
- Ah, esta es mi prima Mariana – presentando al hombre parado a su costado.- Mariana él es Alejandro, mi novio.
La explosión de un volcán no la hubiera dañado tanto, como cuando estrecho la mano temblorosa del compañero de su prima. Aún hoy no sabía como lo había logrado, ya que Alejandro era su Fernando.
En el instante que lo miró a los ojos, supo que no podría vivir con Anabel, así que no se quedó en la casa, se sostuvo como pudo en una pensión.
Encontró empleo en una agencia inmobiliaria, y a ella llababa el Fernando, Alejandro.
Se excusaba como podía, el muchacho al no representar ella ningún peligro para que su novia se enterara de sus aventuras la seguía buscando.
La prima la llamaba para que pasearan juntos, y le cuestionaba porque no la iba a visitar.
Y su desesperación iba en aumento.
¿Qué debía hacer?
- ¿Se lo cuento a mi prima?
Era la pregunta que no tenía respuesta.
¿Vos que lees esta historia, qué hubieras hecho?









 

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