no negaras el agua


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Escrito por
@CRISTALMUNDO

04/01/2007#N13225

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NO NEGARÁS EL AGUA

La mujer caminaba desesperada con el niño en los brazos, su cabecilla colgaba, el paisaje de la ciudad era aterrador, el calor apretaba, los árboles parecían esqueletos. La sequía era desoladora. Pero había una esperanza...
Alguien le había dado una dirección donde era posible que su niño se salvara, unos pasos más y llegaría.
El aljibe, por fin estaba ante su vista, ni un tesoro de antiguos piratas valía tanto en ese momento como ese pozo, el único de la ciudad que tenía agua. Golpeo las manos para anunciar su llegada.
El hombre se asomo, era ya entrado en años.
- ¡ Oh Dios bendito! – Exclamo la mujer – necesito agua para dar a mi bebé, está muriéndose.
- Son 30 monedas – recibió por única contestación.
- Pero... no tengo esa cantidad.
- No hay agua entonces.
- Démela por favor, no quiero que mi hijo se muera.
El hombre le dio la espalda y se adentro en la casa, no sin antes escuchar como con voz apenas audible decía la mujer, mientras se alejaba.
- Si en vida tienes agua y la niegas, ella en la muerte no se te negará.
Nadie supo más nada de la mujer en el pueblo. Pero si se enteró de la muerte del hombre un par de años más tarde.
- Señorita tiene que venir – exclamaba el empleado del cementerio.
La hija del hombre se dirigió al lugar para ver que sucedía. El espectáculo que vió frente a la tumba la confundió. La tierra estaba toda mojada. Como había que trasladar el ataúd, ordeno la construcción de un mausoleo, y ante la recomendación del lugareño, también pidió que este sea construido todo de mármol, la herencia recibida se lo permitía.
Su vida transcurrió tranquila, pero sólo por tres meses hasta que la volvieron a llamar, esta vez lo que vió dentro del sepulcro la dejo muy nerviosa.
Tras los cristales de la puerta ventana se veía flotar el cajón. Era de lo más extraño, la tumba se había inundado. La hizo refaccionar, pero se volvió a inundar, trasladó la tumba hacia otro lugar, y por más que la construyeran con materiales aislantes, el agua igual penetraba.
Las personas ya comentaban el hecho, el cementerio parecía ahora un paseo turístico, todos los días iban contingentes a observar.
La joven haciendo caso a su terapeuta (se trataba después del tercer traslado, para no volverse loca, con la situación) tramitó la cremación del cadáver, pero lo que iba a suceder en ese acto, dictaminaría su internación en un spquiatrico.
Entraron en el recinto, los empleados que cargaban el ataúd después de depositarlo dentro del horno, salieron, sólo se quedaron el que iba a encender el fuego y ella.
- No me pida más, no puedo cumplir la orden...
- Por favor, por favor – repetía la joven.
El humo ahogaba a los espectadores, las llamas débiles eran apagadas por el agua que desbordaba como de un tanque lleno, y que salían de adentro del cajón.
La joven no supo nunca que paso con el cuerpo de su padre, su mente no pudo soportar.
Condolido por lo que pasaba, un joven que vivía cerca del río, reclamó el cadáver (se lo dieron aunque no era ningún pariente) y en una ceremonia sencilla, orando y como único testigo el cielo, deslizo la carga dentro del cause, mientras recordaba que cuando había sido chico, había estado a punto de morir de sed.

Cristal
Graciela Elena Anfossi



 

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