los varones somos objetos , cosas ?????????


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Publicado por
@SALU

21/09/2007#N17577

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el hombre objeto

Ningún hombre dice: “Bueno, hoy iré al albergue transitorio con mi objeto preferido”.
Y así como el hombre trata a la mujer como cosa, también es cierto que la mujer lo trata a él de la misma manera, con la diferencia que el hombre no ha denunciado esta situación. Ningún hombre osa decir “mi mujer me trata como un objeto” porque sigue creyendo que su sexo es el dominante.

a la metáfora del diamante.
Dos niñitas juegan bulliciosamente en la playa hasta que una de ellas encuentra un diamante, mostrándoselo a su amiga con verdadero orgullo.
La primera reacción de la amiga es felicitarla, pero poco a poco comienza a sentir el aguijón de la envidia, hasta que finalmente esta se convierte en voracidad, y es entonces cuando su amiga intenta quitárselo abiertamente o a escondidas.
La otra, naturalmente, defiende su derecho exclamando “¡Es mío! Yo lo encontré primero”, pero cuando finalmente su flamante enemiga logra arrebatarle la preciosa piedra, su legítima dueña acudirá a un brujo especialista en retorno de diamantes. Ni por un instante se le ocurre preguntarle al diamante “¿A quién eliges? ¿Con quién deseas estar?”, porque el diamante es un objeto, no una persona.


Sí. Ya han adivinado: el hombre es el diamante, y a los ojos de las mujeres es tan objeto inanimado como él.
Cuando una mujer intenta arrebatarle el hombre a la otra que lo encontró primero, además de convertirse ambas en acérrimas enemigas echando a perder una amistad de años, y hasta de décadas, ninguna de las dos preguntará al hombre “Querido, ¿con quién deseas estar?¿A quién elijes?”, porque el hombre es para ellas una cosa, y las cosas no hablan. Son como maniquíes desprovistos de voluntad y libre albedrío sin derecho a elegir.
En lugar de ello, la mujer robada acudirá al brujo especialista en retorno de parejas que promete hieráticamente la vuelta del ser amado, absolutamente al margen de la decisión que en su intimidad en hombre pudo haber tomado. Este, cual hoja otoñal descolgada del árbol, dejará que el viento más fuerte sea quien decida quién habrá de acompañarlo en su existencia.
La mujer no puede concebir eso de preguntarle al hombre con quien quiere estar, porque para ella no hay diferencia entre hombre y cosa. Ni siquiera llega a haber diferencia entre un mono y un hombre, salvo quizás porque uno prefiere una banana y el otro un billete de cien dólares. En todo lo demás son indistinguibles: el lenguaje no los diferencia porque ha visto como los hombres vociferan y chillan en la cancha; las preferencias sexuales tampoco porque se ha enterado de hombres que toman como objeto sexual a monas y hasta a cabras. Asimismo, los hombres nudistas y los torpes también le prueban que no se diferencian de los monos ni por sus atuendos ni por su inteligencia.
En fin. Quizás la mujer no deja que el hombre decida por temor al rechazo, y esto es de lo peor que puede pasarle. Es mejor la solución mágica del brujo retornador de parejas, porque ella le garantizará un desenlace feliz. Incluso aunque la dama ose preguntarle al hombre con quien desea estar, este se le quedará mirando con los ojos vacíos y será incapaz de responderle por temor a herirla, o tal vez porque en estas cuestiones perdió irremediablemente su capacidad de decidir.
Naturalmente hay mujeres que hacen al hombre la gran pregunta "¿Ella o yo?" arrinconándolo contra la pared, pero sólo cuando están razonablemente seguras que su respuesta las favorecerá.

Y la metáfora del diamante tiene aun tela para cortar. Cuando la mujer encuentra algún bruto... perdón, algún diamante en bruto, comenzará la ardua tarea de tallarlo para hacerlo más valioso, aunque lo convierta en objeto más apetecible para sus enemigas. Es así que lo pulirá con unos gramos de docilidad, lo adornará con un traje presentable y finalmente lo lucirá en todas las fiestas cual joya de Van Cleef.
Todo esto ocurre cuando dos mujeres se disputan un hombre, aunque la cosa cambia cuando dos hombres se disputan una mujer, porque si un hombre encuentra una mina... perdón, un diamante en una mina, estará mucho más dispuesto que ellas a compartirla con otros amigos tal como los auténticos compadres lo hacen con un hijo

 

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