Paraiso=Tinieblas (Esta es la verdadera >0<)


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Escrito por
@ELI_MANUEL

08/08/2009#N27963

0 Actividad semanal
594 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

 

PARAÍSO = TINIEBLAS
ALGO LARGA, PERO VALE LA PENA, ESPERO... 
PERSONAJES:
MARIO: Joven enamorado de Selene
SELENE: Muchacha, hija de un famoso empresario.
MONTERO ELZIONDO: Jefe de una empresa tabacalera.
FERNANDO SANDOVAL: Amigo de Selene (próximamente su pareja)
ITZEL: Amiga de Mario
MAR: Amiga de Selene
FELICIA DE ELIZONDO: Madre de Selene
MARÍA: Recepcionista de la Tabacalera
COMANDANTE DE POLICÍA
KENIA: La narradora
DOS BANDOLEROS
(EL DRAMA SE LLEVA A CABO MAYORMENTE EN UN PARQUE)


 
ACTO I: CAMINO AL PARAÍSO
 
KENIA (Entrando):           Esta historia a punto está de comenzar,
Y ojalá que esto alcance a agradar.
Hoy, Kenia me llamarán, y mañana,
En sus mentes, la ceniza de mi acto quedará.
Es el relato de lo que no fue,
De lo que nunca podría pasar.
Un joven y una dama peligros hallarán.
El humano se esfuerza, el hombre desiste,
Pero al destino en retar…
Nunca se debe osar.
Este es el camino al paraíso…
La laguna tranquila. (Sale)
 
(ESCENA I: Una recepción de oficina. Sobre la mesa se lee ELIZONDO CORP, y enfrente de esta, se encuentra una silla vacía. La empleada está leyendo una revista, con sus cosas de trabajo al lado. Entra Mario con paso un poco acelerado, ojeando una carpeta con papeles y documentos. Se acerca a la recepcionista.)
 
MARIO: Disculpe señorita, vengo referente al anuncio que apareció en el periódico hace poco, el cual indicaba que se necesitaba urgentemente un guardia nocturno. (Nota que en el pecho de la mujer, está un afiche con su nombre) ¿Me indicaría por favor, María?
MARÍA: Ah claro muchacho. Entonces viene por el trabajo ¿no? Muy bien, debió traer acá los papeles requeridos. (Mario agita lentamente su carpeta, y sonríe) Bien, excelente señor. (Sostiene la carpeta y la lleva hasta la superficie de la mesa. Comienza a leerla). Bueno, vamos a ver…mmm. Acta de Nacimiento (lee su nombre), Constancias de estudios, Cartilla militar… (Continúa ojeando. Pausa. Al término, cierra la carpeta, y la deja en la mesa) Al parecer joven Mario, usted trajo todos los papeles que se necesitan, por lo tanto, en estos momentos se ha ganado el derecho de la entrevista, Le pediré que tome asiento. (Mario obedeció la indicación sin prisa.)
MARIO: Perfecto, siempre y cuando no sean de contestación liosa.
MARÍA: ¡¿Ah?! ¿Dijo algo?
MARIO: Sí, que no sean de vida privada, para que comprenda.
MARÍA (Entre risitas): Bueno, bueno. No hay cuidado. La mayor parte de sus datos importantes los tomaremos de sus papeles. Comencemos; primera cuestión: ¿Qué tan competente se considera para el puesto?
MARIO: Lo suficiente como para desempeñar lo básico en este puesto. Mi empleo anterior consistía en lo mismo, de modo que poseo experiencia.
MARÍA: Perfecto. Eso responde también la segunda pregunta. Siguiente: ¿Estaría dispuesto a arriesgar su vida a favor de la empresa? (Entra en silencio Kenia, vestida como oficinista. Se apoya a escribir sobre la mesa)
MARIO: Pues, de eso se trata mi trabajo, siento que de ninguna manera me acobardaría en ningún caso. No deben preocuparse por eso.
MARÍA: De todas formas, esperaremos un segundo guardia, y se le asignará una pareja, no lo hará solo. Y ahora… (Entra Selene, con prisa. Se dirige a la mesa)
SELENE (Con rapidez): Buen día joven. (Se encuentran sus miradas. Mario hace una mueca. Se dirige a María) Oye chica, dime, ¿ya está la relación que pidió mi padre hace una hora? La necesita en seguida.
MARÍA: Por supuesto que sí, (hurga entre las cosas y extrae una carpeta gruesa. La muestra a la muchacha) aquí tiene señorita. ¿Algo más?
SELENE: No, por el momento nada. Gracias.
(Sale con celeridad, no sin antes mirar atrás. Mario observa extrañado a la recepcionista)
MARIO: ¿Quién es esa niña? (Sale Kenia, con pasos rápidos.)
MARIA: Es la hija del jefe, Selene Elizondo. Si su pregunta es porqué tanto alboroto suyo, siempre ha sido así desde que le conozco; de vez en cuando ayuda a don Montero con pequeños asuntos, y se la pasa platicando conmigo en los ratos libres, pero por favor, continuemos.
MARIO: No sé, creo fielmente en que la he visto antes en algún sitio. Parece un dejais vu.
MARÍA: No lo creo joven Mario, ella no es muy sociable. Siguiente pregunta: ¿Posee conocimientos de defensa personal?
MARIO: Algo, lo básico. En verdad, poseo cinta roja.
MARÍA: Excelente joven Mario, esto cubre la entrevista. Si escribe su número telefónico, le llamaré después para explicarle lo siguiente. (Mario toma un bolígrafo, y comienza a escribir.) Ah, otra cosa; para que lo sepa, dicen que por los pasillos aparece una misteriosa mujer, puede estar en cualquier parte… leyenda urbana.
MARIO: OK, hasta la próxima. (Se retira con extrañeza.)
 
(ESCENA II: La misma entrada de la tabacalera. Se aprecia un bote de basura y el sonido de la sirena de una patrulla. Entra Mario, y se topa con Selene. Ella ojea una revista.)
MARIO (Sonríe casi satisfecho y le habla a la mujer): Buen día chica, al parecer tenía algo de prisa hace un rato.
SELENE (Volteando el cuello): ¡Ah! Usted es el aspirante a guardia. Disculpe si entré demasiado rápido, es casi una costumbre para mí.
MARIO: No hay problema niña. (Selene cierra la revista) Eso no molesta a nadie. Por cierto, ya que probablemente trabajaré aquí, permítame presentarme: soy Mario Ortega, para servirle (le tiende la mano).
SELENE: Mucho gusto (le saluda con una linda risita). Mi nombre es Selene Elizondo, si me encuentro aquí es porque decidí ayudar a mi padre, el señor Montero, en alguna oportunidad; algún día, esta empresa será mía, y ¡qué mejor que acostumbrarse al ambiente!
MARIO: De todas formas, María, la recepcionista, me comentó sobre usted. Y de modo que posee altas aspiraciones, vaya. Eso es bueno en una persona; no se conforman con poco.
SELENE: ¡Entonces ya lo conocía de antemano! Al fin y al cabo, espero y no vaya a incomodarse; no sé por qué sentí una sensación rara cuando me encontré con usted.
MARIO: Le parecerá demasiado causal que yo también percibiera lo mismo, de hecho, me topé casi con la conmoción de que le he visto antes en algún lugar. 
SELENE (Ruborizada): Es que… vivimos en la misma ciudad, es probable que en algún tiempo hayamos cruzado palabra y no nos acordemos; en la vida hay seres con quienes tratamos una sola vez y ya.
MARIO: Y otras que por azares del destino vuelven a cruzar sus caminos.
SELENE: Pues… en eso acaba de tener la razón. (Pausa) ¿Por qué decidió trabajar aquí?
MARIO: Porque es un sitio cercano a m hogar, y porque me recomendaron la empresa; dicen que pagan muy bien por los buenos productos.
SELENE: Eso, casi en general. Yo por mi parte, estudio la universidad. Administración por supuesto. Lo mejor de todo, es que egresaré el próximo semestre, y me libro de los libros, y de las malas noches sin dormir. ¿No le parece fantástico?
MARIO (tartamudea): Su-su-súper. Ojalá y yo hubiese concluido mi carrera, pero bueno, esa es otra historia. Narrarla sería demasiado enredado.
SELENE: Hay, qué lástima, creo que me habría interesado…
MARIO: Mire, no hay problema, si gusta, podría escucharla uno de estos días, no sé, si tiene tiempo una tarde. (Sus facciones se vuelven algo seductoras)
SELENE: ¿Me está invitando a salir?
MARIO: Si no le ofendo en lo absoluto, podría ser.
(Selene pone cara de pensativa. Se lleva una mano a la barbilla.)
SELENE (Sonrojada): En ese caso, supongo que no habría remedio. Muy bien, ¿le parecería mañana por la noche (Saca de su bolso, un lápiz y papel, y comienza a escribir)? Le dejo mi número de móvil, y usted manda un mensaje (extiende el papelito. Él lo toma y lo mira) ¿Le parece en el parque central? Mañana estaré desocupada. Por alguna razón una no puede negar resistirse a lo que podría ser una buena amistad. Me agradó, Mario.
MARIO: Como diga y ordene. Usted también me pareció una buena chica, ya sabe, la primera impresión. Allí estaré. Atenta con su teléfono ¿ok?
SELENE: Si. Entonces, así quedamos. Bien Mario, creo que debo entrar al edificio. Partiré hasta la noche con mi padre, quien debe estar esperando esa relación, ¡salí acá a tomar are y mire!
MARIO: Oh, entonces no sigo quitando su tiempo. Nos vemos hasta entonces linda.
(Se despiden y se separan.)
 
(ESCENA III: La cita. Mario se encuentra en una banca, esperando a Selene. Observa su reloj. Ella llega a lo lejos; sostiene una botella con agua. Él, la divisa, y se pone de pie.)
MARIO: Hola Selene, pensé que no vendrías.
SELENE: Unos minutos, sólo unos minutos. Espero que no estés molesto.
MARIO: Y vuelve la mula al trigo. Claro que no linda. Mira, siéntate, espero que la caminata hasta aquí no te haya agotado.
SELENE: No hay cuidado, ando en la calle desde las cuatro de la tarde. Hace como una hora, me llegó tu mensaje, y sólo pasé a mi casa para cambiarme y llegar. No me habría permitido quedar mal ante alguien a quien acabo de conocer; no me gustaría que cambiara su primera impresión de mi persona. Y dime Mario, ¿desde qué hora estuviste aquí esperando?
MARIO: Uh, no tiene mucho. Sólo imaginaba encontrarme con alguien muy interesante. Hasta eso, dime, ¿qué se siente ser la hija de un gran empresario? Me imagino que debe ser de maravilla, todo lo has de tener.
SELENE: En esencia sí. Soy hija única, y sobre mis hombros descansa el futuro de la compañía, cuando mi padre ya no esté, es por ello que me esfuerzo en mis estudios, porque n pienso defraudar su confianza. Ser única, también posee sus ventajas; puedo obtener lo que quiera, cuando quiera, aunque claro, no abuso. No es por nada, pero siendo así mi situación, otra chica se habría formado la idea de ser el centro del universo, aunque ese no es mi caso. Me gusta relacionarme con personas de todo tipo, y entablar de vez en cuando una buena charla. No me gusta ser “fresita”, a pesar de que mi madre se sienta del más alto abolengo, y que mi familia no deje de hablar sobre viajes por Europa y demás cosas por el estilo.
MARIO (con naturalidad): Mi estilo de vida por desgracia, no es tan espléndido como el tuyo, pero lo mejor de los obstáculos que he cruzado a lo largo de mi vida, es que me forjaron como alguien responsable y capaz de seguir adelante a pesar de las circunstancias. Mira, aquí entre nosotros, mi madre falleció cuando apenas contaba con cuatro años, y mi padre se marchó a los Estados Unidos hace cinco. Nos manda periódicamente, dinero a mí y a mi hermano menor, quien hoy cuenta con quince años. Mientras mi papá estuvo en México, trabajé duro para continuar estudiando; ayudaba con los gastos de la casa trabajando en las tardes, y para hacer mis tareas escolares, debía dormirme hasta la madrugada. Lo bueno, es que esta vida que me ha llenado de cicatrices, también fue la mejor maestra. Me siento alguien fuerte, ¡aunque tal vez no físicamente!
SELENE (Le mira muy sorprendida. Inicia pausadamente): Mario, jamás imaginé que tu vida hubiese sido tan dura. Ayer te vi, y no pareces el tipo de hombre que haya sufrido; te hiciste ver como alguien muy alegre. En verdad siento mucho tu primera gran pérdida.
MARIO: En verdad, la alegría es la base de todo, no importa si suceden tragedias, uno debe estar allí para enfrentarlas como un guerrero, porque ese es el motivo de vivir. Creo que sabes a lo que me refiero; sin excepción alguna, todos hemos conocido lo que son las dificultades. Don Montero, para llegar al puesto que ostenta el día de hoy, debió traspasar una serie de conflictos.
SELENE: En efecto, todos partimos así, y él me relató cada cosa…pero bueno, creo que más que nada, me siento un poco intimidada.
MARIO: ¿Por qué?
SELENE: Porque al final de todo, eres un conocedor; alguien con experiencia. A veces siento que lo que me faltaban eran emociones fuertes, pero pensándolo bien, algunas son demasiado duras para soportarse. Me atrapas, demuestras que eres alguien maduro; la mayoría de mis amigos no han olvidado su niñez, y siguen caminando entre series de ficción, pintas a los antros y marcas de ropa.
MARIO: Cada quien con su propio estilo. Te sonará raro, pero tú me intimidaste por ser la hija de alguien tan reconocido; ayer pensé que al hablarte, te darías la media vuelta para evitarme, pero resultó lo contrario. Además, la recepcionista me advirtió que no eras muy sociable.
SELENE (Sobresaltándose): ¡Esa viborilla! ¡La voy a agarrar del pescuezo cuando la encuentre! Además, ya que me conoces, sabrás que se equivoca en todos los aspectos. (Golpea suavemente su cabeza con la palma) Cabeza loca esta. (Mario ríe por lo bajo) ¿DE QUE TE RIES?
MARIO: No es por ti, es que me agrada tu forma de actuar; posees mucha gracia Selene, en buen plan, aleja esos ojos de pistola.
SELENE (Bromeando): Si tú lo dices, supongamos que te creo jajaja. El “señor maduro” debe tener su punto flaco, y lo voy a conocer, ya lo verás. Lo descubriré como con Mar, una amiga mía.
MARIO: Eso está por verse. Y por cierto, creo que a esa botella de agua no le gustará vaciarse sin un trocito de pastel. Si gustas, te invito algo.
SELENE: Hay, lo que quieras Mario, gracias. Por si fuera poco, me aburrí de agua todo el día para guardar la dieta. (Bromeando) Me gustaría algo más, digo, si no vacío tus bolsillos.
MARIO: No hay problema, para una linda chica, lo que esté a mi alcance. Vamos, con confianza.
(Le tiende la mano a Selene. Se ponen de pie, y salen)
 
(ESCENA IV: Han pasado dos meses. La casa de Itzel, la amiga de Mario. Se aprecian un florero sobre una mesita, una jarra con café, dos vasos medio llenos y tres sillas, en las que se encuentran Mario, y la muchacha. A un lado, el saco de Mario. Platican sobre los hechos recientes)
MARIO (Con humorismo): Y entonces, la gata le rasguñó la cara a la suegra. (Itzel se ríe) Hubieras visto a doña Martina, parecía una carretera con baches.
ITZEL (Aún entre carcajadas): Hay Mario, cada cosa que te pasa, qué bueno que te aceptaron para el turno de la noche, sucede cada escenita…
MARIO: Sí Itzel, de no ser porque ahora soy guardia, todas las cosas que te cuento no me habrían sucedido. El resto, es sólo rutina, y pastillas contra el estrés. Mi compañero es muy callado, y la mayor parte de la noche, se la pasa únicamente de un lugar a otro, caminando como el robot, tal como si se comportara como una cámara.
ITZEL: Hay chamaco, entonces estos dos meses en la tabacalera, te han sentado un poco duro, y sin embargo te han marcado de alegrías ¿no es así?
MARIO: Claro que sí nena, si supieras cada detalle…
ITZEL: Disculpa, cambiando de tema, ¿acaso no llegaría Mar, la compañera de Selene? Como que ya se está tardando un poco, y me dijo que me ayudaría con aquel proyecto de la universidad que te conté ayer.
MARIO: No puedo asegurarte nada, ella es muy voluble. Desde que Selene me la presentó hace poco, vi en su rostro que sólo le encanta pensar en fiestas. Pero, me sorprende que ustedes dos se hayan llevado tan bien como para ayudarse mutuamente con los mundos de tareas de la Uni.
ITZEL: Pues ya lo vez, lo que pasa es que no comprendes lo que significa la amistad femenina; no tiene fronteras, casi todo lo compartimos.
MARIO: Sí como no, casi todo, menos al novio. Ustedes son tan predecibles…
ITZEL (Burlona): Jajaja, gracioso. Ojalá y tu chica, la tal Selene, te queme la lengua con una cuchara, y te la haga chicharrón.
MARIO (Abochornado): Que sólo es mi amiga, por el amor del Dios. (Mira a lo lejos, como por una ventana) Ah, ya viene Mar, creo que tu tarea está asegurada.
ITZEL: Más que esa tarea, siento que vamos a relajear un rato antes de empezarla.
MARIO: Mira, en cosas de mujeres yo no me meto, así que cuando comiencen con sus pláticas sobre peinados, novelas y demás, yo me retiro, no quisiera hacer mal tercio.
ITZEL (Entre dientes): Mario como siempre de aguafiestas. No seas malito, ahora te quedas. (Pausa) Ahora que me acuerdo, me dijiste que tenías algo importante que confiarme; bueno, si no te presiono. (Entra Mar. Se dirige a la recién llegada) ¡Mar, corazón, mírate, eres toda una gelatina!
MAR (Mientras saluda a Mario y a Itzel): Ni que lo menciones niña, allá fuera hace un frío que te llega hasta el tuétano; lo peor es que olvidé mi suéter. (Se lamenta y palmea su cabeza) ¡Cabecita loca esta! (Mario baja la frente)
ITZEL: Oye Mario, ¿qué tienes?
MARIO: ¿Qué?
ITZEL: Bajaste la cabeza cuando Mar dijo esa frasecita. ¡Ah! Ya sé porqué, es que Selene tiene pegada ese gesto. Oye Mar, dime, ¿suficiente evidencia?
MAR: Pues yo diría que lo único que falta es la aceptación.
MARIO (Abandona el asiento. Con rapidez.): ¿De qué hablan? No entiendo. Explíquense…
MAR E ITZEL: ¡DE QUE TE GUSTA SELENE! (Mario se pone de pié, como un resorte)
MARIO (Haciéndose el disimulado): NO, claro que no, ustedes están chifladas. Ella…solo es mi amiga. No hay más que eso. ¿Cómo creen?
ITZEL: Vamos Mario, medio mundo se da cuenta de ello, creo que todos lo saben menos tú.
MARIO: No lo sé…
ITZEL: Amigo, no creo que no lo sepas, menciona algo definitivo. Juramos cerrar nuestra boca tanto ella como yo. ¿Verdad Mar? (Ella asiente con la cabeza. Mario, se sienta nuevamente.)
MARIO: Miren, ahora hay más de diez ideas que se amontonan; todas quieren ser las primeras en ser atendidas… pero si me aseguran que guardarán el secreto (las chicas se acercan a Mario y se agachan), lo diré...creo que sí me atrae. Miren, desde la primera vez que la vi, una rara sensación me poseyó, su voz es aguda, canta con sólo hablar. A veces, creo que no me cansaré de oírle nunca, a pesar de que hable más que yo cuando nos encontramos. Es una joven sencilla a pesar de su clase social, una mujer muy valiosa. Cada chica cuenta con su encanto, pero Selene… ¡ella sí que es encantadora! Odio que sea tan bella. Sus ojos cafés me han enloquecido desde el principio. (Pausa. Se toma los cabellos) ¡HAY, NO SÉ NI LO QUE DIGO!
MAR: Acabas de reconocer que te gusta Seli. Mira Mario (le coge una mano), no te mortifiques. Lo que dijiste no fue nada improvisado, lo sé. Y por mi parte, ella es mi amiga desde hace años, la conozco, y como persona vale mil. No digas nada, no digas nada. Sólo piensa. Medita, no debes precipitarte…
MARIO: Creo que debo irme. (Toma su saco) Itzel, gracias por el café, te veo luego. Mar, (sonriendo al fin) no seas malita, ayúdame con eso.
MAR: ¡CLARO! No hay inconveniente.
ITZEL: Si te vas, márchate con cuidado. Es fin de semana, pero no sabes lo que puedes encontrar. (Sale Mario). Oye Mar, ¿escuchaste lo que yo?
MAR: Fuerte y claro hermana. No hay pierde, Seli no tiene pareja, así que tal vez deba encontrarse una, y la ha tenido enfrente desde hace tiempo, aunque sea uno corto.
ITZEL: ¿Qué diría don Montero Elizondo? El junto conmigo, no pertenecemos a la “alta sociedad”.
MAR: Supongo que las cosas se darán por sí solas. ¡AH! Por supuesto, vine por el proyecto de ciencias…
 
(ESCENA V: Un restaurante. Están Mario y Selene frente a frente, empiezan a comer. En medio de la mesa, un florero y una vela encendida.)
SELENE: Te cuento, durante la secundaria, tenía un maestro que tartamudeaba. Nadie entendía lo que decía, hasta que un día, los maldosos de mis compañeros, le colocaron una cucaracha muerta en medio de su torta. ¡Hubieses visto la expresión en su rostro! (Mario se lleva un puño a la boca y hace una mueca.) ¡Oh! Lo siento Mario, mal momento.
MARIO: No te preocupes. No es importante, sólo que tengo ganas de devolver mi desayuno, el almuerzo y esta ensalada.
SELENE (Aturdida): ¡¡HAY MARIO, COMO ERES!! (Mario se ríe, y ella lo sigue.)
MARIO: Bien, creo que mejor le ponemos atención a esto, porque no desaparecerá solo; me refiero a la ensalada. Y dime nena, ¿qué te parece esta noche?
SELENE: Es muy conmovedor. Ninguno de mis amigos ha hecho por mí, cosas como estas, nunca. En serio te lo agradezco Mario, eres alguien muy valioso. Te esmeraste, lo veo… Me recuerda ciertas cosas…
MARIO: Cuenta bonita, hoy soy todo oídos para ti.
SELENE: Pues el caso está así (se arruga la falda); hace dos años, tuve un novio, que aún sigue siendo mi amigo, uno de los mejores. Se llama Fernando Sandoval; y se parece a ti en varios aspectos, como por ejemplo, su historia. Aunque, hace poco, se fue a vivir con su abuelo, quien posee un gran rancho en Monterrey, y me avisó que llegaría esta semana. Tiene mucho tiempo que no le veo. (Hace una mueca)
MARIO: Pues me parece genial, verás a alguien especial, y sin embargo, veo culpa dibujada en ti. ¿Qué sucedió? Sabes que puedes confiar en mí.
SELENE: Cierto, eso. Fue mi culpa. Aunque no lo creas, de vez en cuando me gusta ser cruel. Sucedió que jugué con él; con sus sentimientos. Un día no soporté más, y le confesé que jamás le había amado, y perdí su afecto. Al principio, seguí la buena ruta de la carrera, y justo cerca del final, me aburrí de él…y hoy me arrepiento. No es de mi clase social, pero me comporté como una ignorante, y desde entonces cambié… Sé que no debí mencionarlo. Espero que no cambie nada después de esto.
MARIO: Eres alguien genial. Una sola confesión no alterará nada, además, ya que estamos así, creo que deberías escuchar algo; también tengo algo que confiarte.
SELENE: Te escucho Mario.
MARIO: Bueno, es algo muy complejo. (Aparece Kenia, como una mesera. Les sirve vino, y sale) Gracias señorita. Para ser claro, hay en esta ciudad, una muchacha a quien quiero mucho, algo más allá de la amistad. No lo sabe, pero quisiera que lo notara; a veces pienso que debería luchar por ella, pero mi posición a veces me detiene. Como sabes, por mi trabajo me sostengo a mí y a mi hermano; de ser caso contrario, no sería nadie. Me preocupa pensar que perdiera la amistad de esa chica sólo por confesarle que hoy y en este mismo instante pienso en ella, que a veces le sueño, que me encantaría estar con ella, o en otros casos, que me rechazara. Te lo diré sólo a ti Seli: tengo miedo.
SELENE (Enternecida): Hay Mario, no es cosa del otro mundo lo que me dices para decirlo tan callado, y por tus mejillas enrojecidas puedo notar que te gusta mucho esa chica, jeje. Lo que harás es lo siguiente: Prepárale una sorpresa, que sea de maravilla, y cuando creas que está encantada, suelta la sopa. Verás como cae. Regálale algo lindo, y deja que piense; no es cualquier cosa empezar una relación. Lo más importante: No temas, sé fuerte, así como me lo has demostrado amigo. No importa lo que suceda, tu sentir no puede quedarse estancado, debe saberlo algún día, pero procura que no sea demasiado tarde.
MARIO (Suspirando): Imagino que uno de estos días tendré el valor suficiente. Antes que lo olvide, reservé para este momento algo que espero y te guste (descubre una cajita). Es para ti amiga.
SELENE (Alegre): ¿Para mí? ¿De qué se trata esto Mario Bross? (Toma la cajita con suavidad, y la abre. GRITO de felicidad). ¡Hay Mario, no debiste haberte molestado! ¡Este relojito está hermoso!
MARIO (Acariciando sus oídos): Sabía que te encantaría linda.
SELENE: ¿¡Encantarme?! ¿¡Encantarme?! Mejor observa esto… (Abandona su asiento, y lo abraza. Él responde del mismo modo.) ¿Y bien?
MARIO: No sé qué decir.
 
(ESCENA VI: La casa de Selene. Sus padres están allí, y ella está llegando de la escuela.  Don Montero carga una carpeta entre las manos. El arreglo debe intentarse lujoso.)
MONTERO: Vaya señorita, por fin llegas.
FELICIA: Siéntate Selene, debemos hablar contigo sobre cosas importantes.
SELENE (Se sienta): ¿Qué sucede mamá? ¿Qué sucede papá? Les noto algo alterados.
FELICIA: ¿ES QUE NO SABES LO QUE PASA?
SELENE: No tengo ni la menor idea, discúlpeme usted.
MONTERO: Sin preámbulos, iré al grano: Dime una sola cosa: ¿Cierto o falso que tienes algo que ver con uno de los guardias? RESPONDE.
SELENE: Bueno, Mario Ortega es un tierno amigo mío; sólo eso, si es lo que deseaban escuchar.
FELICIA: ¿Un tierno amigo tuyo? Por favor mamacita, a nosotros no nos engañas. Hoy, nos llegó una evidencia que por supuesto reconocerás. (Don Montero abre la carpeta con fotografías. Doña Felicia toma unas cuantas.) ¡A esto me refiero mentirosa! (Le avienta una fotografía.)
SELENE: Basta por favor, ¿a dónde quieren llegar? (recoge la foto y la mira. Se enfurece y se pone de pié.) ¿QUIÉN FUE EL MALDITO QUE TOMÓ ESTO? YO NO TENGO NADA QUE VER CON ESE HOMBRE, SOLO ES UN AMIGO.
MONTERO (también abandona el asiento): PUES DÉJAME DECIRTE QUE EN ESA IMAGEN NO PARECEN SIMPLES AMIGOS. ¿POR QUÉ LO ESTÁS ABRAZANDO?
FELICIA: Ándale hijita, responde a tu padre su pregunta. Además, supongamos que un contacto fue el autor de las tomas. Ya se nos hacía raro que salieras sola durante los fines de semana. ¡Y VAYA COSA LO QUE NOS MUESTRAN.
SELENE: Pues…me dio un obsequio, y él es alguien muy especial. Para qué mentirles, pero lo que me molesta de esto (entre dientes), me hierve la sangre, es que digan cosas a su pensar, y sobre todo, que ¡ME VIGILEN! SOY ADULTA, YA NO SOY UNA NIÑA PARA QUE ME RONDEN. Y ESTA FOTO (la destruye) ¡QUE SE VAYA AL INFIERNO!
FELICIA: DI LO QUE QUIERAS (Le sorraja una cachetada. Selene cae) A ese hombre no lo vuelves a ver nunca. ES UN PEON, ¿QUÉ TE PASA? ¿ESTÁS LOCA?
SELENE (Llorando): Padre, te juro que no vuelve a suceder…
MONTERO: Tranquila Felicia, de nada sirve golpearla. Selene, voy a eliminar a ese hombre si me vuelvo a enterar de que se ven. NO me importa que sea tu amigo, ese tipo de personas no son para ti. Sabes que tengo varios elementos, y no me será problema borrarlo de este mundo. Así que decide: Puedes seguir con tu “amiguito” y verlo desaparecer, o dejarlo para siempre, y dejarlo vivir. De todas maneras, de Montero Corp., ya está fuera.
FELICIA: Nos iremos Selene, espero que resuelvas bien esto. No nos tentaremos el corazón en nada. Eres una Elizondo, actúa como tal. Eres poderosa, eres un pilar; no debes juntarte con gentuza de quinta. Y antes de irme, espero que tires esa basura que te haya dado.
SELENE (Secando sus lágrimas): Está bien, me alejo de él, pero prométanme que no le harán daño… Mario Ortega es una buena persona. (Salen sus padres. Se queda sola. Se incorpora.) Y justamente hoy que Fernando llegaría de Monterrey. ¿Por qué Dios? ¿Por qué tienes que hacerme esto? ¿Acaso es una prueba? Si Fernando llega no debe encontrarme con estas lágrimas, pero sólo porque se volvió rico gracias a su abuelo, ahora es aceptado. Dime Señor, ¿Qué posee el dinero que aún lo logro comprender? Tendré todo, pero si me arrancan la felicidad de estar con alguien especial, no vale nada. Sin embargo, si su vida peligra por mi causa, lo mejor será olvidar; mi mejor amigo podría irse para siempre. Adiós Mario (Vuelve a llorar. Se desploma en el suelo). Ya sé, le contaré a Mar sobre esto, ella sabrá entenderme…pero qué digo, capaz y mete un comentario sobre Fabricas de Francia. (Se oye el timbre). Debe ser Fernando (se seca bien las lágrimas y se pone de pie. Se sacude). Pase, está abierto. (Entra él)
FERNANDO: ¡Sorpresa!
SELENE (Le abraza con emoción): ¡Hola Nando! Amigo mío, llegaste justo cuando te necesitaba. No sabes lo mucho que siento verte de nuevo. Háblame, cuéntame del viaje, de los sitios, de las cosas que viviste en Nuevo León desde que te fuiste. (Sin soltarlo) Hay chico, aquí han sucedido cosas que podrían sobresaltarte. Qué bueno que mis padres sabía que llegarías.
FERNANDO: ¡Y me lo dices a mí bella! (Se separan por fin) Allá en el n norte, han pasado cosas sin igual; corridas de toros, aprendí jaripeo, y al acento norteño. ¡Se comen las eses! Y ellos dicen que somos nosotros los que hablamos gracioso. (Selene se tapa la cara) Nena, dime, ¿qué te sucede? ¿Acaso no estás alegre por vernos? Viajé aprovechando el tiempo, sólo para poder conversar contigo otra vez. Por favor, dime que pasó aquí antes de que tocara el timbre…
SELENE (Se calma): Siéntate, sé amable (se sientan. En voz baja). Mira, acabo de tener un problema con mis padres; terminaré con un amigo, él es un ser inigualable, pero por desgracia, es un trabajador de la empresa, y no quieren verme con él. ¡Nos espiaron, imagínate! Y ahora, él está bajo amenaza, y yo también.  No hay salida, tendré que marcharme.
FERNANDO: Mira, no te pongas así, ten siempre presente que para eso estoy yo, y por lo visto (bromeando) entiendo la bendición que posaste sobre mi presencia. CONFÍA PLENAMENTE EN QUE TODO LO QUE NECESITES, AQUÍ ESTARÉ. Me tienes para todo Seli. Me da mucha tristeza que este día justamente parezca arruinado, pero sin embargo, tengo fe en que todo se arreglará. Muchas personas pasan alrededor de tu vida; algunos para quedarse, otros, sólo son simples estrellas fugaces.
SELENE: Pero él no tiene pinta de estrella fugaz, es alguien muy inestimable.
FERNANDO: Te diré unas palabras: “Si aprecias algo, déjalo libre, si regresa, fue tuyo, si no, nunca lo fue.” Eso siempre se aplica.
SELENE: ¿Fue también por eso que estás aquí? (Entreabre los labios) Responde…
FERNANDO: Sí Selene, lo adivinaste. Por lo demás, aplica el mismo con ese amigo tuyo. NO me interesa el pasado, en absoluto. El verdadero motivo por el que trasladé hasta acá, es para quedarme, no solo unos días. Esperaba que las tormentas se hubiesen terminado, y aquí me ves.
SELENE (Separándose): Fer, no sé si sea un buen momento; hemos mantenido comunicación a distancia y ahora que vuelvo a verte cerca, muchas cosas se elevan y muchas otras se derriban. Nos hemos llevado bien, pero… (Fernando la besa. Pausa. Se miran.) Oye, ¿por qué hiciste eso?
FERNANDO: Porque todo este tiempo estuve soñando con este instante. Selene, no juegues, sabes que me has extrañado.
SELENE (Seria): Como sea. Sí te he echado mucho de menos, pero no puedo ir hacia ti y besarte sin más. Eso no se hace, es…es…
FERNANDO: ¿Ilegal acaso? ¿Porque el beso fue robado? Esas cosas no se piden, y si te hubiese molestado realmente, habría recibido un golpe tuyo.
SELENE: No quiero echar a perder esta mañana más de lo que está. Y si eso quieres, entonces lo obtendrás si lo vuelves a hacer… (La besa de nuevo. Sorprendida.) ¿Sabes? Ya déjalo
FERNANDO: Entonces, ¿sí o no? (Pausa muy larga)
SELENE (Sonríe): ¿Qué más puedo hacer? (Lo abraza) No te mentiré, te quiero. Perdona si en algún momento te hice mal.  
FERNANDO: Yo te amo Selene. Un día te dije que haría lo que fuera por tenerte.
(Suena el móvil de Selene. Se separan, y ella revisa el teléfono)
SELENE: Es un mensaje de texto…es Mario, mi amigo. Quiere verme mañana por la tarde, dice que es algo importante. Deberé ir. Necesito hablar con él sobre lo ocurrido hace poco… Bueno, bueno, el día es joven, tenemos todo el tiempo para relajarnos, además.
FERNANDO: Haz lo necesario hermosa.
 
 
ACTO II: EVOLUCIÓN DE LAS TINIEBLAS
(ESCENA I: La banca del parque. Se encuentra Selene sentada, esperando a Mario. En su muñeca, trae puesto el reloj que él le regaló. Entra Mario después.)
SELENE: ¿Qué tal Mario? Me ciaste, y aquí me ves.
MARIO (sonrojado): Pues sí, te noto aquí Seli. (Se sienta a su lado.)
SELENE: Disculpa si no nos pudimos encontrar en el restaurante. Ayer, como te dije por teléfono, Fer llegó a mi casa y no pude responder enseguida. Perdona si se quedó sin fondo la reservación de mesa que hiciste, sin embargo, como te expliqué también, tuve varios problemas, los cuales te relataré en seguida. Tú también tenías algo que confesar, según dijiste ayer, ¿o me equivoco?
MARIO: No Selene. Escuchaste bien (su pierna empieza a temblar). Hace un poco de frío… ¿Quién empieza su parte? ¿Tú o yo? Creo que ambos guardamos un gran secreto, tus ojos también tiemblan. (Riendo)Mejor que las damas sean primero ¿sale?
SELENE: Mario, acabas de decidir la respuesta a una pregunta que apenas lanzaste. En serio, esto es algo extraño, pero si así lo deseas, daré inicio. (Mario traga saliva, su rostro empieza a reflejar un rubor extremo. Selene se alejó unos centímetros, y suspiró.) Sabes que para mí, eres hoy mi mejor amigo, y que durante estos pocos meses, contigo he aprendido a fortalecer mi mente ante lo peor que te ofrecen los días. He conocido la felicidad de saber por saber que me apoyas en todo. no obstante, ayer, antes de recibir tu mensaje, en mi casa pasaron varios eventos desafortunados que me han quebrado y cambiado. Ahora mismo, soy otra Selene, no soy la que conociste.
MARIO: ¿A qué te refieres?
SELENE: Te lo diré con calma: Ayer, recibí una bofetada extrema ¡Porque alguien nos vigiló el otro día! Fue cuando me regalaste el reloj ¡Y nos fotografió! (le muestra el reloj) Me prohibieron seguirte viendo, y hoy, sólo estoy aquí para despedirme. (Mario se queda atónito y estático) Sí, es doloroso, lo sé, pero si decidí tomar esta medida tan drástica, es porque mi padre es poderoso, y me amedrentó con una amenaza: si vuelve a enterarse de que nos seguimos llevado, ¡te mandará a matar! (Mario se sobresalta, y abandona la banca) Sé que a pesar de que pudimos unir nuestros mundos un rato, al fin y al cabo son muy diferentes, casi como un sarcasmo. Por más que duela, debemos aceptar que residimos en países completamente contrarios, y si se lucha por unificar, uno podría perder su vida. Yo te valoro Mario, y esto es para salvarte, tú brillas más que el oro.
MARIO: ¿Eso es todo?
SELENE: No. Fernando y yo, también regresamos. Siéntate, cansarás tus piernas.
MARIO: No quiero. Parado estoy muy bien. (Cruza los brazos, mira el suelo. Pausa) Jamás creí que me dirías cosas como esas. Fue mi culpa si te golpearon. Sólo espero que no estés molesta conmigo por ello. De todas formas, esa noche cuando te regalé lo que traes puesto en tu muñeca lo hice con todo el cariño que te tengo. No me preguntes de dónde conseguí el dinero, eso no tiene importancia. Lo que sí tiene relevancia, es lo que yo debía contarte. No tengo ni la más mínima idea de si deseas escucharme por última vez.
SELENE: Vamos Mario, te escucho…
MARIO (Se enjuga una lágrima): Lo que debía explicarte, es algo que me ha acosado desde hace un tiempo. Ha sido corto, pero al mismo tiempo eterno. (Aparece Kenia de improviso. Se detiene en una esquina, y empieza a utilizar su teléfono.) No conozco el instante que comenzó a nacer, pero en este segundo está a punto de reventar. El otro día, te conté sobre una chica a quien deba toda mi vida. Estoy consciente de que mi vida no vale nada, pero se la entrego de todos modos. Me dijiste también, que le contara sobre mi sentir pasara lo que pasara, que no debía callarse (Selene se acomoda el cabello). Selene, esa persona a veces está más cerca de lo que uno se imagina. Esa mujer a quien tanto amo…eres tú Seli; y no te pongas pálida por favor. Deseaba con todas mis fuerzas que este momento fuese el mejor, que fuese perfecto, pero tarde me doy cuenta de que solo amigos habríamos sido al fin y al cabo.
SELENE: No…nunca lo pensé Mario.
MARIO: Lo que realmente interesa es que por fin estás enterada. NO sabía tampoco que este sería el adiós. Si he de morir, que sea con honor, pero siento que no es necesario. Perfecto, me marcho. De todas formas, si te fijaras en mí, sería por no lastimarme. Créeme Selene, he deseado cada día probar tus labios, pero me doy cuenta de que eso no podrá ser. Creí que eras tú la que me haría feliz; al menos no me equivoqué; ser tu amigo fue lo mejor. Te comprendo. Sé feliz con Fernando, es él a quien quieres. No volverán a poner una mano sobre ti por mi causa, pero más que nada, no olvides una cosa, que deseaba decirte… (Levanta la vista) Te amo Selene.
(Ella rompe en llanto por la impresión. Sale corriendo.)
MARIO (Para sí): Excelente Mario, ahora te quedaste como al principio: solo, sin nada. (Se sienta en la banca) Al menos salvaste tu miserable pellejo.
KENIA (A Mario): Disculpe, ¿puedo sentarme?  
MARIO: Por supuesto señorita. (Kenia se sitúa a su lado, y guarda su celular.)
KENIA (Sin voltear): Esa chica se veía muy aturdida. Disculpe usted, escuché todo. Debe seguir adelante joven.
MARIO: Perdone usted, no le conozco. Acabo de perder a alguien porque me corrió de su vida. No me gustaría hablar de eso.
KENIA (Voltea el cuello): No le corrió; lo salvó. Conozco a Montero Elizondo más de lo que nadie podría pensar, y sé de lo que puede ser capaz. Agradézcale que por esa separación, su existencia se haya visto asegurada.
MARIO: ¡Un momento! Usted no entiende nada. Si escuchó todo, entonces tendrá en cuanta lo que le dije a la muchacha. Tendrá presente que para mí, ella lo es todo, pero se fue con un riquillo de pacotilla que antes fue un pobretón como yo.
KENIA: Hombres… ¿quién los entiende? (Mario alza una ceja) Desde su punto de vista, esto fue una catástrofe, pero si observamos el caso desde otra ventana, se divisará otro panorama. Estoy segura de que ella se dejó conmover por el momento, supongo que ese chico llegó a brindarle consuelo, y como a una mujer le encanta que la protejan, no dudaría que haya aceptado para aminorar su tristeza. Debería alegrarse, ya sabe que la ama, y si le importa, algún día volverá. Se ve que esa mujer sólo nota la diferencia entre los humanos por el brillo de su corazón.
MARIO: Pero se fue…
KENIA: Se fue porque él también dijo esas dos palabras tan apreciadas. En estos momentos, está corriendo lejos, intentando no olvidar las charlas que mantuvo con usted, porque fueron muy bellos días de sol.
MARIO (Inquisitivo): Y dígame una cosa… ¿Cómo es que sabe tanto sobre este asunto? Además, creo haberla visto en alguna parte, no hay duda de eso.
KENIA: No joven, este no es un dejais vu. Jamás me ha visto… aunque yo, estoy en todas partes. Es la primera y última vez que me verá. Al menos, espero que el haberme conocido le haya hecho pensar para bien. Ella no tiene culpa; nadie la tiene. Le diré unas palabras que le harán bien: “Si amas algo, déjalo libre, si regresa, fue tuyo; si no, nunca lo fue”. ¡Me encanta esa frase!
MARIO (Se para y sacude el polvo de su pantalón): Vieja loca. (Sale)
KENIA (Abandona también la banca. Se dirige al público.):
La que se quedó sola fui yo.
Ella lo dejó por bien,
Él se marchó sin pensar.
¿Las cosas poco a poco se arreglarán?
¿Un infierno de esto se hará?
De amor enfermó el hombre,
Del sentir huyó la mujer.
Una amenaza de muerte los separa,
Pero esta historia aún no acaba. (Sale)
 
(ESCENA II: La casa de Itzel. Pasan dos semanas. Están ella y Mario juntos. Él le narra a Itzel lo sucedido. )
MARIO: Amiga, tú eres ahora la única que me queda. Dime, ¿Por qué razón este tipo de cosas al final siempre duelen?
ITZEL: Esa es la ley. La mayor siempre serán tristezas. Por cada sonrisa, a veces hay tres lágrimas. No te alarmes. Esto que sientes ha sido breve; así que si lo desearas, desaparecería sin mucho esfuerzo. Lo que me importa, es verte sonreír de nuevo; desde que sucedió aquello, no ha reído; tú siempre has tenido un excelente sentido del humor que se ha escondido. Arde comprenderlo, pero ella no era para ti. Algún día, hallaras a alguien que sí sepa corresponderte; no te rindas, porque la vida sigue adelante. Tú más que nadie sabes lo que significa no desistir.
MARIO: Lo sé, lo sé. Es que esto es diferente; es un dolor tan distinto… percibo como un hueco en el pecho, algo que me carcome por dentro y se burla de mí diciendo que ya no sirve de nada continuar.
ITZEL: Te conozco Mario, te conozco desde que éramos un par de chiquillos de pies descalzos. Nunca te había escuchado hablar de esa manera. Eso es dolor de amor chico. De nada sirve contener algo si ya no funciona. De todas formas, te salvó la vida.
MARIO: Hay Itzel, te oyes igual que esa mujer que se me acercó entonces. Es que mira niña, este es el peor momento que estoy pasando. Hace unos días, perdí también mi trabajo; don Montero me llamó a su oficina alegando que un objeto de valor se había extraviado de uno de los cajones de su escritorio. Él nunca me dio la llave de la puerta, por lo que no me pudo culpar de robo, pero sí perdí mi empleo porque dijo que soy un irresponsable. Tengo el presentimiento de que todo eso fue una patraña para eliminarme de su camino. Ojalá fuera tan fácil imaginar que estos meses nunca sucedieron, y que jamás puse un pie en Elizondo Corp.
ITZEL: Será el peor momento, pero tu amiga siempre estará contigo. Piensa también en Alfredo, tu hermano. Tú eres lo único que le queda, si tú desaparecieras por profesarle amor a una mujer, él quedaría desamparado porque eres su única familia. Ahora, lo que se debe hacer, es intentar buscar otro empleo…
MARIO: ¿Y en qué crees que ando pues? ¿Tejiéndole suéteres a los pajaritos?
ITZEL: Mario, eso resultó ofensivo.
MARIO: Lo siento, es que no tengo control de que lo que sale de mi boca. No la he visto desde entonces. Por estos días, estoy ayudando a don Tacho con sus mercancías, y a eso me dedicaré mientras encuentre algo digno. Me gustaría venderlo para no volver a verlo…
ITZEL: No entiendo Mario, ¿vender qué?
MARIO (Mientras saca de su bolsillo una cajita y la abre): Esto es lo que me encantaría vender.
ITZEL (Con entusiasmo completo): ¡¿De dónde sacaste ese collar tan bello?! ¡Caracoles! ¡Esto debe valer más que mi propia casa!  
MARIO: Lo gané tras una juerga. Pensaba regalárselo ese día, si todo salía tal y como esperaba.
ITZEL: Esto es increíble Mario. Creo que ahora entiendo el verdadero motivo de tu pesar.
MARIO: No hay problema. Dale vuelta al dije.
ITZEL: Mmm, “Te amo”. No hermanito, esa chica se perdió de algo increíble. Pero ni modo, está de más intentar regresar el tiempo. Haz con el collar lo que consideres conveniente; es tuyo. Sal adelante, tienes el derecho…un momento por favor, iré a la cocina (Sale).
MARIO (solo): Eso mismo comenzaré a hacer. En cuanto a ellos, se arrepentirán. NO estoy disp

 

Comentarios

Aún no hay comentarios. Iniciá una conversación acerca de este tema.