Gadafi se quita el disfraz y saca las armas a la calle


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@ALICIAONLINE

27/02/2011#N35289

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Muamar el Gadafi es un tipo excéntrico. A muchos dirigentes occidentales les gustaba porque tenía petróleo, se disfrazaba, era efusivo y prefería una jaima a un hotel de cinco estrellas. Cuando Gadafi está en Libia sucede lo contrario; allí, sin cámaras de televisión, le gustan menos las jaimas y más los palacios ajaimados. Libia es un país doblemente rico: rico en petróleo y rico en pobres: el 30% de su fuerza laboral está en paro y un tercio vive por debajo del umbral de pobreza. El Gadafi excesivo se sentía fuerte: había pagado muchos millones de dólares por limpiar su hoja de conducta. Se creía inmune, hasta la semana pasada.
Su ideología no es verde ni revolucionaria ni de tercera vía. Su ideología pertenece a la vía más transitada por los dictadores: aferrarse el poder a cualquier precio. El precio de sangre lo están pagando desde el jueves 17 de febrero cientos de libios. Saif el Islam Gadafi, cuyo único cargo y mérito en el organigrama del Estado es ser hijo de quien más manda, del mandamás, elevó el domingo el envite del régimen: sumisión o guerra civil. La calle respondió: derrocamiento o muerte.
La represión de la revuelta de Libia es brutal y desprorcionada: ametralladoras, helicópteros... Gadafi está políticamente muerto tras 42 años en el trono. Los dictadores políticamente muertos son mucho más peligrosos de los dicatdores que se creen políticamente vivos: saben que pelean por su supervivencia; los segundos están en Babia.
La UE parece que ha aprendido de los acontecimientos revolucionarios que se viven desde enero en el mundo árabe y hoy ha aprobado el texto de una condena tan firme como ineficaz a corto plazo. Ineficaz para los que aún van a morir hasta lograr el cambio.
Es arriesgado hablar en tiempos de tanta mudanza súbita. Es difícil averiguar por dónde soplará el viento y quién será el ganador. Toda una vida política de sumisión o un acuerdo comercial ventajoso jugados en la ruleta. Hay señales subyacentes que dibujan una tendencia: el ministro de Justicia libio y los embajadores en China, Bangladesh, India, Reino Unido, Indonesia, Polonia y Liga Árabe, entre otros, han presentado la dimisión en protesta. Es una huida, como la de los pilotos de los Mirage a Malta. Cuando todos sienten la urgencia de distanciarse es la prueba de que al régimen le queda horas, o días. No más.
Pío Cabanillas, gallego y exministro de UCD en los tiempos de la Transición en España, pronunció una frase célebre: "Estamos ganando pero aún no sabemos quiénes", que sirve para Libia. También para Bahréin, Yemen e Irán.
Gadafi y su régimen sí saben quiénes son. Son suministradores de petroleo. Y por eso esgrimen el oro negro como miedo y amenaza. Analistas árabes citados por la cadena de televisión Al Yazeera sostienen que las palabras de Saif el Islam Gadafi estaban más dirigidas a Occidente que a los libios que dejaron de escuchar. El precio del barril, por si acaso, no deja de subir. Las petroleras empiezan a sacar del país a sus empleados extranjeros. Las embajadas, también.
 Gadafi siempre fue lo que ahora muestra sin careta ni freno: un criminal. Lo que está sucediendo en su país estos días es un caso para la Corte Penal Internacional, que por ahora solo juzga a africanos negros.

La Libia de Gadafi ha estado muchos años en la lista de los países que apoyan el terrorismo. Se le vinculó con el atentado contra el vuelo 103 de Pan Am sobre Lockerbie, que causó la muerte de 270 personas, y con la explosión del vuelo 772 de UTA cuando sobrevolaba Níger. También con el atentado contra la discoteca La Belle de  Berlín, frecuentada por soldados estadounidenses. Este último ataque llevó a Ronald Reagan a ordenar una operación de castigo contra Gadafi. Eran los tiempos del hombre malo.
El paso de los años, el petróleo y, sobre todo, el pago de una multimillonaria indemnización a las víctimas de Lockerbie, 10 millones de dólares por familia, y otras por los demás casos, cambió la percepción internacional (el cambio era parte del acuerdo económico, que incluía el levantamiento de sanciones).
De inspirador y director de terroristas internacionales pasó a ser un hombre nuevo recibido sin memoria.
Pese a los bloqueos a Internet para impedir el acceso de los libios a las redes sociales (seguid Twitter:  #LIBYA #FEB17) y los impedimentos a Al Yazeera, a la que distorsionaron la señal desde la sede de los servicios de espionaje, los libios hallaron otras vías, más clásicas, para movilizarse y expulsar del poder a Gadafi. Hay organizaciones que ya trabajan para evitar que los autócratas apaguen el altavoz y dejen al pueblo sin voz, sin ojos.Mientras, crece el boca en boca y la ira por los muertos. Los manifestantes han recuperado la bandera anterior y Khalid Albaih  ha partido de los colores del islam y de la Libia gadafista para crear una bandera-símbolo que es el resumen de una revolución.  

Gadafi se quita el disfraz y saca las armas a la calle

 

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