DE ANATOLE FRANCE

Bellas palabras! No me imagino a una buena persona que no quiera a los animales.  

Acuerdo totalmente con don Anatolio. Mi abuela repetía que había que desconfiar de las personas que no mostraban amor por los animales. Ella amaba a los gatos. Hasta que un día le regalaron un perrito blanco con una mancha marrón en una de sus orejas. A algunos les dan gato por liebre. A ella dogo por foxterrier. A la semana, cuando ya sabíamos que sería una bestezuela, hubo reunión familiar para elegir un nombre. Mi abuela, con su humor gallego, dijo seriamente -¡pues si es perro tendrá nombre de perro! ¡Colita!

Así Colita tuvo su pequeña mesa y plato donde almorzaba todos los días con doña Consuelo. Imaginen cuando lo llamaba para que lo viesen los vecinos esperando ver un pequeño pichicho y al galope venía del fondo de la casona de Villa del Parque esa gran masa perruna blanca.

En ni barrio nos conocemos todos los bicheros. Es más: hay vecinos de los que ignoro el nombre pero recuerdo el de sus mascotas. 

Agustín