El tiempo no cambia las cosas

El tiempo no cambia las cosas


Caminaba el viejo Alberto por las calles soleadas del Tigre, termo debajo del brazo, mate en mano izquierda, gorra para el sol y para evitar que el viento le despeinara los cuatro pelos blancos de la mollera, largos, era obvio. Conocedor del lugar, sabía quien y como habían edificado cada casa del vecindario, por supuesto que también conocía a los habitantes. Nunca pasaba desapercibido cualquier cambio por pequeño que fuere. Lo sorprendió ver algo que no cuadraba con la armonía de esa tarde, una mujer de largos cabellos y piel muy blanca, distante y con un atuendo muy suelto que le cubría hasta los tobillos... Ella aparentaba unos sesenta y pico de años, bien llevados por cierto.
Trato de espiar y recordar si antes la había visto, la casa era de unos viejos conocidos... Alberto no recordaba, buscaba en su memoria y nada... Íntimamente sabia que ella tenia algo que el conocía, repaso su infancia, su época de estudiante y finalmente llego al punto donde su mente dibujo el rostro juvenil de aquella mujer. Era Olga, su amor de la infancia, con la que soñaba todas las noches, con la que imagino hacer el amor para siempre, con la que formaría una familia y tendría hijos, a la que declararía su amor eterno...si era Olga, a la que nunca se atrevio a decirle nada por temor al ridiculo, a no ser correspondido... Y Alberto caminó por el Tigre, se le escapó una leve sonrisa mientras su mente dibujando un cuadro de lo que pudo ser y no fue.....
Se dijo para si mismo...nunca hubiera sido mia... y siguió caminando con el termo bajo el brazo.


Moralina: Es preferible ser rechazado que vivir en la duda del "si yo hubiera"

 

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