Jorge Göttling - La espera del ciruja de Plaza Francia

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@SERGGIO

23/08/2010#N32968

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La espera del ciruja de Plaza Francia

También él es un paisaje de la ciudad. Con cada ocaso, con la casa puesta como un caracol, el hombre se ubica en el mismo banco de la Plaza Francia. Despliega despaciosamente sus pertenencias, comienza a construir su lecho.Ocupará caprichosamente tres o cuatro metros cuadrados de la manzana más cara de Buenos Aires hasta que el sol despunte. Es difícil que alguien conozca su nombre, pero quien lo vio alguna vez, quien se tomó tiempo para descifrarlo, sabe que es un ciruja distinto. Nadie conoce su voz: no pide, no reclama, no protesta, no acepta.
Improvisa su colchón con trapos grises, ennegrecidos por la suciedad o por los años, sus frazadas son extendidas bolsas plásticas, también un cuero pesado e incoloro. No se echará hasta la medianoche.
Ilumina su banco la tenue luz de una tulipa pública. Eso es su escritorio y –creemos– su sala de lectura. El hombre lee un diario con la mirada fija, sin lentes, adivinando la letra impresa, hasta que el sueño llegue en su auxilio.
Tiene ojos celestes, la sal del tiempo le oxidó la cara, le dejó estigmas, hinchado por el vino o los hidratos, manos que se prolongan en dedos amorcillados, con uñas largas y negras.
Viste ropa ajada, que alguna vez estuvo de moda, como él. Coloca a su lado una casilla de madera, una cucha, que invariablemente portará cuando parta, al alba, rumbo al norte o al olvido.
Alguien arriesga una historia sobre este ícono de la cadencia. Alguna vez fue próspero, tuvo esposa, hijos, amores tan furtivos como los sueños. Los hijos partieron, su perro se fue tras una perra y la mujer tras otro hombre.
Pasó de la depresión a la locura, trató de refugiarse con sus hijos, pero no: nunca se sabe si falta una habitación o sobra un viejo.
En orfandad aprendió que la vida es una lata que hay que seguir abriendo. No hay revancha para los duros, tampoco la busca. Se oculta, entonces, en la diáfana Buenos Aires de afiche. Resignado ante la pérdida y el olvido, sólo ha guardado la casilla: él cree que su perro ha de volver.

Jorge Göttling " El Alemán " ( 1939 - 2006)

Apasionado por los temas de la ciudad y el tango recibió el galardón Don Quijote de los Premios de Periodismo Rey de España, por la calidad literaria de su columna "La espera del ciruja de Plaza Francia", publicada en el diario Clarín, donde trabajó en los últimos 30 años.

Fue corresponsal en conflictos bélicos -cubrió las guerras del Golfo y del Líbano- y escribió notas y reportajes desde gran parte del mundo. Desarrolló su actividad, también, en secciones diversas, como política internacional, opinión, editoriales y espectáculos. Entre otras distinciones, fue galardonado en 1997 con el premio Konex de Platino de periodismo en música popular. A lo largo de su carrera recibió un centenar de distinciones.

Había nacido en Buenos Aires en 1939 y antes de incorporarse a Clarín había trabajado durante 11 años en el desaparecido diario El Mundo. Se graduó de licenciado en ciencias de la comunicación y abrazó con pasión la actividad docente.

Guionista y profesor universitario, fue uno de los fundadores de la Academia Nacional del Tango. Dirigió, además, la Diplomatura Superior del Tango en el Centro Cultural Konex. Fue autor de los libros "Radiografía de Carlos Gardel" (1985), "Los temas del tango" (1995) y "Tango, melancólico testigo" (1999), seleccionado por la cancillería argentina para representar al país en la Feria del Libro de Madrid.

Comentarios

@MELANIE

23/08/2010

Me emocionó el relato.

@JONES

23/08/2010

dije, huy este texto lo tengo... a ver quien lo subió ja ja..... ja ja y si, eras vos

@SERGGIO

23/08/2010

Me alegro que te haya emocionado Mela ; y Anita , si es de Buenos Aires , cómo no lo vas a tener jaja , pero estuve releyendo el libro Las Mejores Miradas de Jorge Gottling , busqué uno en google , no estaba pero encontré este que no está en el libro , así quie lo subí y ahí está jaja.

Saludos

Sergio

@SERGGIO

24/08/2010

Hola Aimi , me alegro que te guste , la sal del tiempo ... quizás lágrimas que se fueron secando y formando una máscara , no? te mando un abrazo , Sergio

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