Frases Hechas (para matar el tiempo)


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Escrito por
@CLAUDIOARIAS

21/10/2011#N38548

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 (espero poder sacar alguna sonrisa)

Frases hechas (para matar el tiempo)


Iquique, Chile, 2 de agosto de 2035

Señor Juez, yo no suelo poner las manos en el fuego por nadie, pero en esta ocasión vengo decidido a defender a mis vecinos en esta ocasión en que la espada de Damocles pende de sus cabezas. Sabido es que a mi pueblo no se le conoce precisamente por sus métodos de protesta pacíficos, es más, me atrevería a decir que cuando se empecinan conque algo no les gusta no dejan títere con cabeza. Pero quienes hoy acusan a mi gente de un supuesto crimen, decididamente hablan por boca de ganso. Muchos hombres de la aldea lloran hoy a su líder asesinado, para mí son simples lágrimas de cocodrilo. Esos lacayos que hoy se muestran acongojados nunca se han preocupado por las necesidades reales del pueblo. Así, muchas veces aquí se armó la gordacon el hambre que mataba a nuestros hijos y ellos brillaban por su ausencia. Lo único que se dedicaron a hacer fue chuparle las medias a ese dictador que un día se subió al caballo del comisario y se olvidó que fue elegido por aquellos a quien debió cuidar. Pero nada de eso ocurrió, señor Juez. Y Otra vez mi gente carga con el muerto. Y le puedo contar con lujo de detalles como se dieron los acontecimientos aquella noche, y no es que lo haya visto con mis propios ojos, pero las paredes oyen. Además, me lo contó un pajarito en quien yo confío ciegamente.
Habían pasado ya dos años desde que el señor Juan Carlos Tiempo había ganado las elecciones comunales. Y no era ilógico. A veces más vale malo conocido que bueno por conocer. Incluso las personas decentes ya no se meten en política porque es comometerse en camisa de once varas. Pero pasaban los meses y su gestión no iba ni para atrás ni para adelante. Sus promesas electorales fueron mucho ruido y pocas nueces. El ciudadano pasó a segundo plano. El hambre saqueó nuestra dignidad. Nuevamente compramos gato por liebre y ya nos habíamos cansado de soportar vejaciones y represiones absurdas. Es más, un día el zapatero del pueblo quiso organizar una jornada de protesta y fue ferozmente aplacada por la policía al grito de “zapatero a tus zapatos”. El final era inevitable. Al Tiempo se le subieron los humos a la cabeza y nadie estaba dispuesto a aguantar un minuto más. La horda se agrupó de forma espontánea. La gran rebelión estaba en camino, y cuando la justicia popular toma semejante vuelo, no hay tutía. Es inútil volver atrás. Con antorchas y palos en las manos salimos con firmeza a buscar al hombre. Llegamos finalmente al municipio. Dos custodios trataron de impedir el paso pero fueron rápidamente inmovilizados. Una vez seguros de que no hubiera moros en la costa tomamos un viejo tronco de un árbol cercano al edificio y forzamos la entrada golpeando con tremenda dureza la puerta principal. Luego de dos intentos fallidos la tercera fue la vencida y pudimos entrar. Nos dirigimos con la velocidad de una gacela al despacho del intendente y entre cuatro personas lo aprisionamos contra la pared que daba a la ventana más grande. Sudor frío corría por la frente de Tiempo, y no era para menos. Tantos años de abusos y ahora por primera vez en su vida se las veía negras. El interrogatorio duró unas cuantas horas. Las respuestas eran todas evasivas. La gota que rebalsó el vaso llegó cuando se le preguntó por qué estaban prohibidos los recitales de Mambrú a lo que respondió con nerviosa frialdad: “muchachos, Mambrú se fue a la guerra, por eso no tocan más en vivo, yo no tengo nada que ver”. El momento había llegado, el pueblo no quiso más Lola y la ejecución tuvo lugar a las 20.35 previa lectura de la sentencia correspondiente. Por eso señor Juez yo considero que este pueblo es inocente de todo lo que se le acusa. Porque cuando el Tiempo es tirano la paciencia tiene un límite. Lo único que hicimos esa noche fue Matar al Tiempo, en una clara y legítima defensa de nuestro porvenir y el de nuestros hijos y todas aquellas generaciones futuras que quieran habitar este hermoso suelo.

Fulano de Tal

 

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