el rancho-loft


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Escrito por
@RECETAMAGISTRAL

13/03/2013#N42967

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 EL RANCHO.

Si algo hay que reconocer, es que Teresita  se ha enamorado varias veces, aún sabiendo que el tiempo que duró ese estado ella era un suspiro, una imagen virtual de sí misma.

Se avergonzaba por verse, a lo lejos, tan alterada, extraña y angustiada. Dejaba de comer y dormir durante varios días y un psiquiatra tuvo que medicarla por eso. Más que enamorada parecía estar o ser enferma.

Su corazón galopaba cuando sonaba el teléfono y lloraba si la persona que llamaba era otra. Tenía violentas depresiones a lo largo del día y no quería hacer nada esperando el llamado. Cuando iba a trabajar casi arrastraba los pies, por falta de sueño y poco alimento. Todo estaba teñido por el recuerdo del último minuto de amor, el cual vivió  con intensidad, como un recuerdo, la ultima ramita de la que pendía su humanidad antes de haber caído en un precipicio.

Triste y entre llantos, pretendió convencerse de la felicidad, a pesar del nudo que se había posado en su garganta, que no dejaba de oprimirle.

El Romeo, era artista plástico, un humilde hombre, culto, hijo de un escritor fallecido que, había escrito una novela que sirvió de guión para una película. Se habían  conocido de adolescentes, pero no se veían desde hace veinte años.

Él, vivía a la deriva, sin sueldo fijo, haciendo de vez en cuando unas pocas piezas de cerámica de muy buena calidad las cuales trataba de vender para obtener un plato de comida o pidiendo adelantos para alguna fabricación en serie que luego no entregaba porque se lo gastaba en lo urgente y no en lo importante.

Gracias a la acción de una amiga, pudieron verse y por peso de la propia soledad crónica,  pudieron iniciar un romance.

Cuando lo visitaba, ella sentía que volvía a vivir pero en su ausencia, volvía a morir. Él era dulce, cariñoso, hermoso, musculoso y fogoso hasta la extenuación de ambos. Además, sensible como artista.

Romeo era divorciado y vivía en soledad, a cincuenta kilómetros, en las afueras de Pilar, con tres perros sin vacunar. Esa es una zona de hermosas casas quinta pero también de caseríos de gente muy humilde.

La relación se basó en las visitas de él,  intecambiamdo amor y energía, casi a diario  Una sola vez, cambiando la rutina, ella se fue hasta Pilar, en micro de media distanci, dónde él la esperó en el destartalado y diminuto auto, para llevarla al pretendido nido de amor.

La vivienda estaba ubicada en un terreno amplio con árboles casi centenarios, el pasto estaba cortado sólo en algunas partes, transmitiendo descuido. En la entrada había un portón desvencijado de madera, descolorido y reparado con un alambre. Al lado, los  escombros alcanzaban  la  altura de un ser humano y se veían lindas esculturas.  

Por fuera le pareció una casa de material, pero era solo el armazón, la construcción de ladrillos era rectangular, con revoque y el techo de chapa a dos aguas, con parches de diversos colores. Las dos ventanas estaban protegidas con rejas pintadas con anti óxido, la puerta era de chapa. El había heredado dinero de los  padres fallecidos, que alcanzaron para comprar los pocos materiales.

Dos palos largos sostenían una chapa acanalada a manera de techo, debajo del cual un enorme horno de cerámica se arruinaba a la intemperie. Tereita que es ceramista, sabe el valor que tiene y lo importante que es tener un horno de cerámica, le penaba verlo afuera.

Una vez dentro, pudo ver toda una extensión del mono ambiente, sin divisiones como un loft. Hacia la izquierda, una vieja cama de algarrobo, dos plazas de suciedad sobre la cual se podía escribir con el dedo. En la cabecera, una serie de fotos antiguas, sostenidas con chinches en el respaldar, de la madre fallecida y a la hermana. Las manchas de origen dudoso que adornaban el colchón estaban cubiertas por un par de sábanas con olores de todo tipo, una mesita de luz sin lámpara completaba la habitación.

Dos tablones sostenidos por ménsulas frente a la cama, sostenían la ropa de invierno y de verano mezcladas.

Para diferenciar el sector del resto, dos persianas a manera de biombo oficiaban de perchero, con abrigos y dos mantas norteñas que pretendían, aún entre la ropa, adornar el ambiente. Hacía mucho frío y se notaba la ausencia de calefacción y cuando hablaban el vapor les salió por la boca.

A la noche, tiritando y con asco, al final Laura se acostó y durmió. Al despertar, la ventana escarchada estaba al alcance de su mano. Podían verse los distintos tonos verdosos de los árboles y disfrutar el canto de los pájaros.

La cocina era oscura, de cemento áspero gris, una pequeña heladera bajo mesada, con oxido y cerrada con liga de elástico y  gancho, que guardaba dos o tres cosas, que no estaban en condiciones, parecía no haber recibido limpieza durante años. La cocina era a garrafa y las perillas trabadas, delataban la grasa que acumuló.  La mesada de acero inoxidable estaba sostenida por dos pilas de ladrillos, con bacha y dos canillas, una era un adorno y la otra  la terminación de una manguera que entraba por la ventana, desde el jardín y tenía acoples por una abertura del baño.

Debajo de la mesada no había un mueble, solo una acumulación de objetos mezclados con moldes de goma, bolsitas de supermercado con basura, cacerolas negras de usar fuego de leña, botellas vacías y frascos varios. La garrafa estaba vacía y no había otra de repuesto, Romeo prendió fuego directamente en el piso, como si fuese un campamento, pero dentro de la casa, con pequeños palos húmedos, para calentar la pava para tomar mate y templar las manos.

El baño era cerrado y con un pequeño ventiluz en la parte superior, con paredes y piso de cemento gris sin revestir y un cable del cual pendía una lamparita que había que podía ser transportada a otro sector.  Se sentía olor a pozo ciego, el inodoro rajado y suelto, parecía un túnel sin fin cuando ella lo miró. El bidet desconectado, con cachivaches dentro y una ducha sin flor, donde el agua llegaba a través de calefón eléctrico inseguro. Sintió que estar descalza en ese lugar era una aventura por lo frío y sucio. Una parte de un espejo, le devolvió el  rostro  sorprendido, sólo una única toalla que no se animó a usarla

La mesa para todo uso, la había hecho su padre y la mantenía desde su niñez. Era rectangular, grande, de madera maciza, era muy linda, como las de las películas de caballeros con armadura, a su lado  un banco largo. Algunas sillas, estaban tiradas en el fondo y rotas. De las rústicas paredes, pendían estantes de metal con papeles de toda época. Para comer empujaron lo que había sobre la mesa y colocaron un mantel de plástico que Laura había llevado, como una atención para el anfitrión. La vajilla, distinta e impar, estaba esparcida sobre una mesada de metal, junto con paquetes abiertos de arroz y azúcar, hormigas que caminaban, un papel secante mojado con semillas de soja brotando, una bolsita con pan viejo y unas cebollas con brotes de quince centímetros de largo, que ya habían pasado a ser adornos.

El olor se hizo más fuerte, entre la cloaca, la humedad  y la grasa seca pegada en las hornallas. Ella se detuvo en el color de las cacerolas, que habían mutado hacia tonos oscuros, quizás por el tiempo.

El piso y las paredes de la cocina también eran de cemento. No vio los artículos de limpieza salvo un poquito de detergente casi vacío. Una escoba era testigo de alguna barrida ocasional.

El amor, a pesar del escenario y gracias a su intencional ceguera, logró acompañarlos ese fin de semana. Era como un viaje a otra realidad paralela, como una catarata cayendo sobre tierra agrietada y yerma de tanta sequia

Laura agradeció de por vida que a quien estuvo a su lado durante la agonía del padre, mientras que su familia no la acompañaba.  

¡Lo que el universo puede lograr cuando se cruzan dos con el corazón vacio!

Magia.

 

 

Comentarios

@FITO

14/03/2013



Hermosa historia, que transmite tristeza, asombro, poco a poco nos sumergimos y vivimos las sensaciones de la protagonista, que pese a todo logra su objetivo. Me intriga saber cómo se levantó al día siguiente.  
@NORAIS2012

14/03/2013



Muy bueno!!!! Casí pude percibir colores y olores... Solo el amor puede poner magia en ese escenario. Emoción poderosa, mientras dura, pues tambien es tan fragil....

Me gustó mucho. Gracias.  
@MARIO

14/03/2013



Muy bueno, consigue hacerte ver con los ojos de la protagonista...que lo sana con es "magia". Te felicito !!! Gracias por compartirlo.  

ARG

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