La Impostura, los sueños y un filósofo.


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Publicado por
@OLDBOY06

21/02/2007#N14030

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Ese domingo, Althusser se dirigió a un colega de la ENS, el doctor Etienne, declarándole a bocajarro: "Vengo de asesinar a mi esposa. La he estrangulado". Con los ojos como fresas, lívido, atildado, pero no sin cierta discreta elegancia, Althusser relató su crimen con todo detalle al doctor Etienne, que, ante la monstruosidad del asesinato, no pudo creer al célebre intelectual comunista, abatido e incoherente (...)


El 16 de noviembre de 1980, el filósofo francés Louis Althuser se despertó al lado de su esposa, tomó un cojín, lo puso sobre el rostro de la mujer y la asfixió hasta provocarle la muerte. El hecho causó conmoción en el mundo intelectual, por tratarse de uno de los pensadores más respetados de la corriente marxista.

Althuser, confesó el crimen, pero fue desligado de responsabilidad penal por locura y debió recluirse en un hospital psiquiátrico, donde vivió hasta su deceso en 1990.


Este tema del filósofo asesino da para extraer muchas deducciones.

En ésta se lo presenta como casi un héroe que pudo superar y trascender un mal que existe desde que la naturaleza desarrolló la evolución (el escrito completo, que es interesantísimo se encuentra en:

http://www.literaturas.com/faroni/brisamagicalonso.htm).

Una lectura nos muestra su caso como el de quien arrojó la máscara y, ya libre de la obligación de fingir, de ser impostor, expresa con toda inclemencia la parte oculta de su condición humana.


“Los buenos son los que se conforman con soñar aquello que los otros, los malos, hacen realmente”, fue la conclusión a la que llegó Sigmund Freud, entusiasta intérprete de sueños –materia que, gracias a oportunistas que nunca faltan, ha sido signada por la charlatanería- que es, a su vez, punto de partida de tres magistrales ensayos largos, reunidos bajo el título “Tres grandes sueños de pasión, locura y seducción” y cuyos autores, Pablo España y Mario Alquicira (psiquiatra uno, psicólogo el otro), más allá de medir a Freud –y también a Louis Althusser y a Lewis Carroll- con la misma vara, argumentan para sustentar una interesante tesis que convierte este texto de índole psiquiátrica -cuyo tema aparente es la interpretación de los sueños- en un disfrutable ensayo literario:

el sueño es, ante todo, y como pensaba Borges, un acto de creación.

En el prefacio se apunta: “El despliegue de la creatividad implica, por tanto, un trabajo psíquico: trabajo del sueño, trabajo del duelo, trabajo de la creación. Sueño, duelo y creación constituyen fases de crisis para el aparato psíquico; crisis que pueden superarse a través de la expresión creativa”.

Ricardo Piglia, subraya: “Somos lo que somos, pero también somos otros, más crueles y más atentos a los signos del destino. El psicoanálisis nos convoca a todos como sujetos trágicos; nos dice que hay un lugar en el que somos sujetos extraordinarios, tenemos deseos extraordinarios, luchamos contra tensiones y dramas profundísimos, y esto es muy atractivo”.

Ciertamente, los escritores nunca simpatizaron con el psicoanálisis, pero es un hecho que los autores han visto en la literatura algo más que terreno fértil para detectar patologías. Su teoría es que, mediante el sueño, nos volvemos escritores de la historia que en otra circunstancia no sabríamos cómo narrar –el lenguaje de los sueños es ilimitado.

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Louis Althusser teórico del neomarxismo, pasó a la posteridad tanto por esta curiosa postura político-filosófica como por cometer uxoricidio; y ambas le fueron dictadas en sueños.

En abril de 1992, aparece un relato póstumo del que fuera considerado como el mayor experto en marxismo. En él confiesa que su comprensión de la filosofía marxista es "flaca". "Yo era tan sólo una existencia de artificios e imposturas", escribe. "Todos somos unos impostores", añade.

No es el único caso en el que una impostura de largo recorrido acaba siendo reconocida en el último aliento.

Rafael Sánchez Ferlosio cuenta en uno de sus artículos periodísticos la historia de un profesor de literatura que había sacrificado toda su vida (y la de su familia) al estudio de la obra de Dante. Llegada la hora de su muerte, reunió a su mujer y a sus hijos en torno al lecho del que ya no habría de levantarse. "Queridos míos no quiero morir sin revelaros un secreto: ¡Me carga el Dante!", les dijo.

Fueron sus últimas palabras.

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(este escrito está extraído de varias referencias)


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Comentarios

@MABE

22/02/2007

"En el prefacio se apunta: “El despliegue de la creatividad implica, por tanto, un trabajo psíquico: trabajo del sueño, trabajo del duelo, trabajo de la creación. Sueño, duelo y creación constituyen fases de crisis para el aparato psíquico; crisis que pueden superarse a través de la expresión creativa”." Crear para creer. (me gusta la opinión de Piglia) Besooos Mabel