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Escrito por
@ATALANTA

31/03/2007#N14725

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Vanesa entró en la librería como podría haber entrado en cualquier tienda. Estaba ahí para “matar el tiempo”, no para comprar nada específico.
Anduvo vagando por las estanterías, mirando las diferentes islas: los últimos best-sellers, clásicos de la literatura, libros de cocina, computación, autoayuda, novelas románticas, de misterio...
De pronto se detuvo: “literatura erótica” indicaba el cartel. ¡Qué ganas de pararse a mirar qué había por allí! ¿Y por qué no hacerlo? Tenía casi 50 años… y nadie la conocía, así que se puso a hojear aquellos libros que a pesar de su edad aún le daba un poco de cortedad mirar. No era una gran lectora, pero sí le gustaba leer tirada en su cama con música suave como compañía. Entre todos aquellos libros quizás encontrara algo que le pudiera interesar.
Se sorprendió al ver la cantidad de temas que se abordaban bajo el rótulo de “Literatura Erótica”: gays, BDSM, como hacer tal o cual tipo de sexo a la perfección, novelas, historias, cuentos, revistas de magníficos dibujantes como Manara. Tomó una de esas revistas y comenzó a hojearla distraídamente y a maravillarse con la calidad de los dibujos, cuando…
-Una dama como Vanesa Ordoñez no debería leer ni ver este tipo de literatura –dijo una voz masculina a sus espaldas que le susurró en su oído- ¿Qué dirían las hermanas del Colegio de “La Virgen Niña” si te vieran aquí con esa pecaminosa revista en las manos?
Vanesa intentó darse vuelta, pero una mano detuvo delicadamente su rostro impidiéndole ver hacia atrás, y sintió un cuerpo varonil a sus espaldas que no le permitía mayores movimientos…
-Shhhhhhh… ¡quieta! Déjame disfrutar del perfume de tu pelo, déjame sentir el aroma de tu piel que después de tantos años no he podido olvidar.
Esa voz… ese timbre de voz tan masculino, con un tono inconfundible, y esa forma particular de arrastrar el final de la frase le hizo recordar a… Pero no, no era posible que después de tantos años…
-Vanesa querida… estás hermosa, más que nunca. Los años que hace que no nos vemos simplemente han acentuado tu belleza. No te imaginas lo feliz que me hace el haberte encontrado esta tarde.
Hizo otro intento de darse vuelta con el mismo resultado que el anterior. Así que, inclinándose levemente hacia delante dejó de sentir tanta presión en su espalda. Con un gesto de enojo, golpeó la revista contra una montaña de libros y se dio vuelta de inmediato. Su sorpresa fue mayúscula al no encontrar a nadie allí. Miró hacia todos lados pero los clientes que había a su alrededor no repararon en ella. Con evidentes signos de molestia, salió rápidamente de la librería.
Era obvio que el hombre que la había abordado en la librería la conocía perfectamente. Debía de ser algún compañero del secundario. Y esa voz… No, imposible que fuese Francisco Varela. Sabía por amigos que se había ido al extranjero y que le había ido muy bien económicamente. Además… quizás le hiciera esa broma, pero no se marcharía sin despedirse. ¿O sí?
-Veo que los años no han aplacado tu carácter “mi luminosa mujer”.
Tuvo que detenerse. Era él, sin dudas, pero ahora que lo sabía no podía darse vuelta. ¿Cómo estaría? ¿Habría cambiado mucho? Lentamente bajó la cabeza y comenzó a girar sobre si misma.
Los zapatos eran acordonados y estaban lustrosos, siempre los había usado así, incluso cuando se habían puesto de moda los mocasines, él usaba acordonados. Un pantalón de gabardina color chocolate, impecable, planchado de tintorería, hacía juego con un saco sport beige a cuadros, sobrio, en combinación con una camisa amarilla y una corbata de moderno diseño.
Reconoció enseguida la amplia y dulce sonrisa que le estaba regalando aquel hombre alto, corpulento, elegante y distinguido, con el pelo cano peinado sobre un costado que caía sobre su frente. Sin dejar de sonreír se acomodó el pelo con la mano en un gesto tan suyo que la hizo sonreír. Lo miró a los ojos y las imágenes de un pasado remoto acudieron al presente.
-¡Francisco! -Se quedó inmóvil, no fue capaz de moverse ni un milímetro, así que el apuesto caballero dio un paso adelante y estiró sus brazos. Vanesa se colgó de su cuello mientras sentía cómo aquel hombre enorme la abrazaba dándole una deliciosa sensación de calidez. Por unos momentos se sintió segura, protegida. Otra vez una oleada de recuerdos inundó su memoria- Mi oso querido… -le susurró al oído.
Caminaron juntos unas cuadras. Francisco, siempre atento y caballeroso, le cedía el paso y se acomodaba él del lado de la calle. Cuando le cedía el paso a Vanesa y ella caminaba delante de él, miraba aquellas piernas que siempre le habían cautivado. Aún seguía teniendo unas “gambas” torneadas a la perfección, de ensueño, y que ella sabía usar de la forma más sensual que jamás había visto en mujer alguna. Recordó aquél primer día que la vió cruzarse de piernas y le comentó que lo hacía más eróticamente que Sharon Stone en Bajos Instintos.
A su vez, cuando ella tenía oportunidad de mirar a su amigo de reojo, lo veía con la elegancia de siempre; grande, varonil, seductor y con aquella mirada que lo convertía en un hombre muy especial. Ella había bromeado muchas veces con él, diciéndole que lo acusaría ante la ley por “portador de mirada”.
La mesa de aquella pequeña confitería los acogió en silencio. Sus miradas se volvieron a encontrar. Vanesa nunca había sido extremadamente hermosa, pero sí era una mujer llamativa y tenía ese algo que atraía la atención de hombres y mujeres. Nunca pasaba desapercibida, ni antes ni ahora. Él la recordaba con una cascada de rulos que caían sobre sus hombros. Hoy tenía el pelo lacio y dorado, y aunque había aumentado algo de peso, y algunas arrugas asomaban en su rostro, se veía bien.
-Qué lindo volver a verte –Dijo ella rompiendo el silencio- Gracias por el detalle de recordar lo que te conté tantas veces sobre mi juventud en el colegio de las monjas. La verdad que me sorprendiste en la librería, y todavía no entiendo ¿cómo pudiste desaparecer con tanta rapidez? Pero ahora no importa, ahora quiero saber: cuéntame de ti, quiero saberlo todo. Bueno, si tienes tiempo, si puedes… ¿O te espera tu esposa?
-No, nadie me espera. Estoy divorciado desde hace un par de años. ¿Y tú?
-Yo tampoco tengo a nadie que me espere, excepto mis padres. Y me separé hace más de un año… Pero dime: qué fue de tu vida, qué hiciste, qué haces ahora. Me dijeron nuestros amigos que te habías ido a vivir al exterior.
Francisco bajó la mirada y comenzó a deshilvanar su vida desde aquellos años, cuando después de disfrutar de varios meses de un amor que los marcó para siempre, se fue al exterior. En Francia conoció a Nanette y con ella se casó. Terminó su carrera de químico y comenzó a trabajar en un laboratorio internacional donde llegó a tener un puesto muy alto. Luego vinieron los dos hijos y con el tiempo las cosas comenzaron a funcionar mal en su matrimonio y terminó en divorcio. Sus hijos ya estaban grandes y se habían casado, así que decidió volver a su país. Y ahí estaba. Preguntó por ella y los amigos le contaron que se había separado, que era la representante de la empresa familiar, y una exitosa empresaria, aunque en el matrimonio no le había ido tan bien. No había tenido hijos.
-Dime Francisco ¿me recordaste alguna vez?
-¿Cómo poder olvidarte? En mi vida tuve dos grandes amores, y tú fuiste uno de ellos. Cuando estaba en París te recordaba, y al volver aquí volví por aquel hotel en que pasamos días tan felices. Ahora debido a mi trabajo y al lugar donde vivo, paso por ahí con cierta frecuencia, y cuando salgo de la boca del subte miro siempre en dirección a aquella habitación. Y al llegar a la esquina, vuelco mi mirada hacia donde aquella tarde que nos separamos se perdió el taxi que te llevaba, sin que dieras vuelta la cabeza… -Sus ojos se llenaron de tristeza al pronunciar las últimas palabras.
-¿Sabes? Yo también te recordé muchas veces. El primer día que pasamos juntos en aquel hotel, cuando desnudos nos miramos al espejo, recuerdo haberte dicho: “Francisco, mira… quiero regalarte esta imagen. Yo la llevaré grabada en mis pupilas y la tendré siempre presente en mi mente y en mi corazón”. Y cumplí mi palabra: aún hoy podría describirte con lujo de detalles aquella imagen, pero estoy segura que no hace falta porque tú también la recordarás.
-Fue una bella historia de amor la que vivimos juntos… -Dijo con una gran carga de nostalgia.
-Sí Francisco. Hermosa historia: la casualidad de aquella dirección equivocada, tu respuesta, el intercambio de correos, el primer encuentro, los besos, las caricias, el segundo encuentro y el beso en el ascensor mientras me apretabas contra el espejo. Los paseos por la costa y el descubrimiento de los “tesoros” que habías escondido previamente para sorprenderme… Cuántos recuerdos bellos mi oso querido… inolvidables!
-E irrepetibles… ¿verdad? –dijo él con un tono que dejaba abierta la réplica.
-Sí mi querido Francisco: irrepetibles –dijo Vanesa con seguridad- Porque si de aquí en más hubiera algo entre nosotros, nunca sería lo mismo que aquella vez. Así que te propongo algo: seamos amigos, los mejores amigos que podamos ser; que cada uno de nosotros sepa que el otro está allí cuando la otra parte lo busca, que podamos volver a repetir: cuento, contá, contamos…
Se volvieron a mirar a los ojos, esta vez con una enorme y franca sonrisa en sus rostros. Se tomaron de la mano y dejaron la mesa de la confitería con las tazas de café a medio tomar, mudos testigos de aquel reencuentro que cerraba el círculo del amor y abría un bello camino de amistad.
Estaba garuando… Vanesa levantó el cuello de su abrigo y miró a Francisco. Él la abrazó y una vez más se sintió pequeña y protegida por su “oso”. Él pasó el brazo por encima de su hombro mientras que ella le abrazaba la cintura y apoyaba la cabeza en su pecho mientras caminaban.
Seguía garuando… pero al contrario de la letra del famoso tango de Cadícamo, estas almas no estaban solas ni necesitaban seguir recordando, mientras que en su corazón ya no había tristeza, sino la alegría de encontrarse con aquel gran amor y como dice el poeta oriental Mario Benedetti: “…Usted puede contar conmigo/ no hasta cinco o hasta diez/ sino… contar conmigo…”

FIN

 

Comentarios

@ARLT

31/03/2007

Bienvenida a estos foros. La narracion es preciosa,llena de matices que se conjugan en un final inesperado, pero hermoso. Y si de amigos se trata... aqui seguramente los hallaras. Un abrazo ARLT  

ARG

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