tripledobleve


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Escrito por
@FABIOZEFIRO

03/05/2009#N26335

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Tripledobleve:
 
 
El viento desordena sus ya revueltos cabellos. Se siente agitado pero libre. Disfruta el aire fresco de la noche cálida y de la inmensa luna que se empeñó en acompañarlo todo el trayecto. Se siente agitado y le gusta. Las calles pasan tranquilas a su lado, los rostros; un tanto asombrados de verlo andar en bicicleta más allá de las doce de la noche. Esas caras le sirven de estímulo, no sabe donde va, no importa demasiado. Nadie entiende que a veces, se quiere escapar el alma, que el desengaño duele durante un  tiempo, cuando eso sucede, se escapa.
Pedalea al mismo ritmo, las piernas duelen un poco mal acostumbradas a la falta de ejercicio. Mantiene el ritmo y con cuidado rebaja un cambio para no enredar la cadena. Se siente feliz de poseer aún la bicicleta que, sin apuro pero sin pausa lo desplaza por las luminosas calles de su barrio.
Rostros  y más rostros… algunos confundidos, otras apurados, miradas perdidas o cansadas. Ninguna lo motivaba.
¿Dónde estarás? ¿Porqué no se tienden la trama y los hilos de plata se desatan? ¿Qué bella causalidad te pondrá frente a mí?
Escucha su respiración algo agitada y el ronroneo continuo de la cadena enmarañada entre los piñones. El simple mecanismo que  convierte la angustia en fuerza, pedaleo, giro de ruedas y poco a poco lo aleja. Está oscureciendo demasiado; siente un poco de temor y emprende la vuelta. Promediaba las tres de la mañana.
                                                 ………………………………………..                                               
El departamento es nuevo y sencillo, algunos pocos muebles pero muy elegante, unas plantas en estratégicos rincones que regaba cuando la memoria lo permitía, todo nuevo, elegido y funcional. En un momento de su vida tuvo que empezar desde cero y eligió aquello que no le recordará su pasado. El ventanal da a la calle y trae algunos sonidos de rutinas ajenas. Las casas se ven extrañas desde el segundo piso. Desde la televisión se ve de a ratos imágenes del recital de un grupo noruego. Cuerdas tocadas con suavidad pero decisión dejan un eco suspendido un instante en el aire, Sabe de memoria cada sonido y se adelanta con la mente al acorde siguiente o entona algún estribillo en un pésimo inglés (estaba solo) suenan los bajos en su estómago como tanto le gusta. Cortó la cebolla mientras calentaba el aceite de oliva en la pequeña olla, le gusta el sonido de las verduras y el aroma de la comida preparada con paciencia. Mientras la salsa se cocina a fuego lento sirve vino. Se sienta en el piso a disfrutar… el sabor del Malbec, la música de A-ha, los aromas de la comida, el pan tostado, la mesa elegante, el fresco de la noche…
-Cómo me gustaría compartirlo…  solo recibió como respuesta el propio eco de su voz.
                                                 …………………………………………….                                         
Escritorio, papeles apilados, teléfonos con cables estrangulados, luz fluorescente que rivaliza sin chances contra la pobre luz de la ventana y un constante murmullo en off de conversaciones truncas, golpeteos de teclados… Esta mañana el trabajo se acumula sin piedad.
Se toma un respiro, esta más abrumado que cansado. Tecleó en el buscador de la PC la página de un diario, menos para informarse que para leer un rato. Achicó la pantalla para no ser observado. A medida que corría los textos se desilusionaba…
-A quien le puede importar el aumento del petróleo…
 Protestó en el aire, como un reclamo y al instante algo sucede como si secretamente lo escucharan. Desechó rápido a la casualidad como explicación. Desde un borde de la pantalla un spam.
“ENCUENTRAME”
Había oído varias veces sobre esas páginas, la idea le resultaba simpática pero no congeniaba mucho con la virtualidad.
Búsqueda rápida – hombre busca – mujer…
Un casillero para llenar y la tentación del ENTER a la punta de los dedos.
¿Será?
                                                 ………………………………………………
Hay pocas veces en las que muere un poco. Pasa cuando la angustia viene de pronto, sin consultas previas, ingresa en su mente como un oscuro humo e inunda los rincones de la alegría. Ya no se asusta, simplemente se queda quieto, se detiene esperando que pase. Hace la plancha hasta que vuelvan las mareas más provisorias.
Hace un tiempo encontró una forma de hacer desaparecer esa nube perversa. El rito es simple pero no menos efectivo. En la biblioteca guarda con recelo un DVD preferido. Enciende el equipo, regula los tonos y ve con paciencia como la bandeja se lleva el disco para darle vida.
El tema se impone y llena el espacio, “Sometime you cant make i ton your own” de U2. Sabe que su  inglés no es muy bueno aun para la paciente dicción de Bono. Pero no le importa, son los sonidos los que le traen la paz perdida.
Eleva al máximo el volumen para que le vibre el cuerpo, para que la música que lo inunda sea más importante que el silencio asfixiante y le muestre en la cadenciosa melodía que la vida es intensa, que está plena de belleza y que un día (no muy lejano) compartirá este y otros momentos intensos.
Acostado sobre el piso de cerámicos, dibuja una leve sonrisa en el rostro. Algún vecino se quejará, pero un tema es solo eso; no más de tres minutos.
Cuando el último acorde termina y aun vibra el aire con la tersura de las cuerdas… siente que despierta y se inserta de nuevo en la realidad; pero desde otra perspectiva, como un sobreviviente.
Esta solo pero algunas veces siente un poco de vergüenza.
                                                 ………………………………………………..
 
Ese sábado fue a comer a su lugar preferido. A solo algunas cuadras de su casa hay un universo paralelo que descubrió casi de paso un día de rutinas y hábitos gastados. Una vieja casona reciclada entre la desprolija continuidad de comercios, es un microclima para el alma. Llegó hasta la entrada y se detuvo un instante para disfrutar la imagen; interminables puertas de madera, con vidrios biselados y herrajes de bronce pulidos por el uso; que al cerrarse regalan el silencio. Hay que tocar un timbre para que la dueña reciba al visitante, quizás como una forma de no perder el ambiente de hogar, se es un invitado no un cliente. Ana saluda a todos con una sonrisa. Elige una pequeña mesa en un extremo, junto a la ventana que da a la calle. Un poco para entretenerse con la gente que pasa, otro poco por el equilibrio entre luces y penumbras. Junto a él, mesas vacías con manteles a cuadros y sillas ansiosas de comensales. A su lado una pareja de unos cincuenta años de promedio.
Les dio la espalda para no involucrarse en su intimidad. Pero no pudo evitar ser testigo. Sabe entender a las personas por signo sutiles en su manera de actuar. Ella esperó esa cita; se notaba un paso por la peluquería y una cuidadosa selección de indumentaria comprobada con la selección de accesorios. Se maquilló lo necesario (no hay que dar indicios) escucha atenta lo que él dice, casi no interrumpe. Él esta elegante, trata de mostrarse aplomado, habla pausado, usa una que otra frase hecha, llena los silencios con miradas. Descubrió su nerviosismo en el rítmico movimiento de sus rodillas. Lleva bien la situación, pero igual, hay que respetar la morosidad del rito. Todo se muestra como una escena teatral.
Come tranquilo tratando de estar ajeno a lo que pasa en esa mesa de al lado, pero le resulta imposible. Sigue como puede sus palabras de la misma manera que se anticipaba a las letras de la música que escucha; con seguridad y satisfacción. Experimenta catarsis del momento ajeno. De fondo una suave melodía que Ana seleccionó personalmente.
De pronto, se callaron las palabras. Su deseo de espiarlos es insostenible y empuja la servilleta en una maniobra infantil para justificar verlos. Apartó la silla con cuidado para no llamar su atención con el ruido, se agacha exageradamente hasta el piso y descubre la escena. Ellos están  fascinados sosteniendo la mirada, ajenos a lo que pasa a su alrededor, sonríen sutilmente, con satisfacción. Él le toma la mano con ternura.
Terminar de comer ya no tiene sentido. Es una señal sin duda y si no, el prólogo de otra historia; su propia historia que podría comenzar en cualquier momento. Calculó la cuenta mentalmente y dejó un par de billetes de sobra. Ganó la calle y al salir los vio desde la ventana, para imprimir esa imagen como guía.
…………………………………………………………………
 
Fue testigo de muchas vidas que desfilaron ante sus ojos. Caras ansiosas de cariño. Propuestas apasionadas o descreídas, sinceras o para desconfiar, fotos apresuradas, tomadas con celular, frente a un espejo o muy producidas. Se sintió ajeno al juego hasta que la vio.
Una mirada pícara y tierna. Una constelación de destellos caía sobre sus hombros. Pocas palabras pretendían resumir sus pensamientos, pero una frase se le clavó en el pecho: “lo bueno está por venir…” degustó un instantes esas palabras como descubriéndolas y de esa manera se aferró a ellas.
Caminó un largo rato por el living del departamento. Daba vueltas sobre si mismo buscando en los rincones una respuesta, una revelación.  Observó la nada, respiró hondo y por vez primera desempolvó el corazón de amores truncos y entregas sin sentido, juntó coraje y fue uno más. No era fácil elegir la foto, en realidad, no disponía de muchas. Finalmente optó por una de cuerpo entero. Se sintió molesto con la cómoda virtualidad, en una imagen quedan afuera tantas cosas; no es un producto a ser expuesto. Pero a cada intento de abandonar, aparecía en su mente su  imagen y la tentación  de conocerla.
Cumplió con la propuesta y envió el mensaje. Solo bastaba dejar obrar al tiempo.
Esa noche le costó dormir.
 
…………………………………………………………………….
 
Por varios días el mail enmudeció. Una leve angustia que ya no reacordaba se instaló en su mente y le dio las fuerzas para volver a intentarlo. ¿Cómo convencerte a la distancia? Es tan difícil hacer la diferencia entre todas las propuestas… Cuando temía perderla, abría el perfil y la observaba, releía sus palabras y le hablaba a la pantalla:
 - voy a sorprenderte, vas a sorprenderme…
Una mañana como parte de su rutina, abrió la casilla de mail y ahí estaba ella, con su sonrisa pícara y tierna y los destellos de sus cabellos…
A partir de ahí fue una dulce odisea de encuentros y desencuentros. Conversaron un tiempo por medio de la página hasta que, ganada su confianza, ella cedió su mail para hacer mas fluidas las charlas. Pasaron varios meses, tres cortes de pelo, dos estaciones, un par de enojos y desencuentros, algunas conversaciones por teléfono, un viaje por trabajo, pero siempre la distancia cediendo ante el deseo y el sueño. ¿Será ella?... es. Solo hay que ganarle a lo virtual.
 
………………………………………………………………………………………….
 
Se citaron en Puerto Madero. Fue fácil reconocerse entre tanta gente, ella vestía su mejor sonrisa y él su mayor ternura. Caminaron junto al río que improvisaba un espejo de luna. Su voz sonaba suave y femenina, él pausaba las palabras con aplomo. Había tan poco que decir después de meses de mensajes virtuales. La observaba atento sin animarse a romper el cómodo formalismo. Le costaba llegar a ella y no encontraba el medio.
De pronto se detuvo y se vio reflejado en sus pupilas.  La brisa suave y tibia traía las voces confusas de la otra orilla, la luna inmensa escapaba con pereza de las nubes que intentaban ocultarla. Sintió despertar una inspiración dormida en su pecho y aventuró ir más allá de lo correcto. Tomó su mano tibia mientras un mechón jugaba con el viento. Deslizó suavemente sus dedos entre los cabellos esquivos. Ella bajó la cabeza avergonzada.
-          ¿viste que hermosa está la luna?
Entonces ella elevó la mirada, se sorprendió, un leve cosquilleo le recorrió el cuerpo. Es sin duda una señal.
-me encanta…
La miró a los ojos y descubrió la magia.
-          entonces… te la regalo.
El cielo era un dibujo perfecto y la luna los iluminaban mientras por primera vez se fundían en un beso.
 
                                                                                                                                                           FIN
 

 

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