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Escrito por
@OILIMEYER

13/04/2007#N14951

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La noche era diáfana y fresca. Una luna redonda y enorme aclaraba la oscuridad como un farol chino. A las doce de la noche, la quietud y el silencio casi se podían tocar. Voy por el mismo camino por el que, en horas diurnas, transitar se convertía en una cruzada tediosa e interminable. Ahora, en mi bicicleta de media carrera, la ruta es sólo para mí. Es una sensación muy reconfortante. Pedaleo de manera continua y uniforme, tal como me lo sugirió el doctor Corzo, cardiólogo del Hospital General.
—Mire, amigo —me dijo—: Tiene que comenzar a hacer ejercicio aeróbico para reducir su nivel de triglicéridos. ¿Okay?
—Dígame, “Doc”: ¿Podría intentar con un poco de carrera?
—¡Ni se le ocurra! —me gritó casi en la cara— Usted debería iniciar una actividad de menos exigencia. Tenga en cuenta que su corazón no sabe lo que es el sobreesfuerzo físico, y sus coyunturas tampoco. Haga algo que no lo agite y que no produzca impacto a su oxidada osamenta…
—¿Usted se refiere por ejemplo…a caminar?
—Exacto. Caminar es lo ideal. No menos de media hora por día ni más de una hora. Yo mismo lo practico periódicamente…
—Mmmm. ¿Y no puedo hacerlo con una bicicleta? Es que he comprado una hace pocos días, y ésta sería una muy buena excusa para sacarle provecho. Además, “Doc”, para serle franco, caminar todo ese tiempo me aburre mucho de sólo pensarlo.
—Está bien. Dese el gusto. Ejercite en la bicicleta. Pero en un ritmo suave, ¿sí? Hágalo todos los días y comience por quince minutos y vaya aumentando de a cinco minutos por semana. Que se divierta, pero no corra —me estrechó la mano con ese gran anillo de oro en su dedo índice. Antes de soltarme la mano, ya concentraba la mirada en la ficha del próximo paciente.
En efecto. Andar en bicicleta por la ruta en esta carretera desierta me resulta muy agradable. Es terreno plano en su gran mayoría, por lo que no sufro ni grandes enviones ni tengo pendientes que subir.
Es casi como ir suspendido en el aire. Las piernas van ligeras y sin esfuerzo, mientras que yo voy cómodamente sentado. Nada de caminar y aburrirme. Ni nada de correr y agitarme. Ahhhh. Esto se parece mucho a la sensación de libertad y… Epa. ¿Qué es eso? Parece un tronco atravesado en el camino. Con la oscuridad y mis divagues no lo vi antes. Atino a frenar pero... ¡Uyy! Ya es tarde. Entre el efecto del frenado y el impacto de la rueda delantera, la bicicleta se detiene en forma abrupta contra el obstáculo y me catapulta a unos tres metros de distancia.
Doy una vuelta carnera en el aire. Aterrizo de espaldas y escucho los últimos sonidos destartalados de la bicicleta. Al fin queda más inmóvil que yo. Me levanto del duro pavimento y compruebo que lo hago sin ninguna dificultad ni ningún dolor. Me sacudo en forma mecánica el pantalón y la chaqueta.
Luego, me percato del silencio y la semi oscuridad en los que estoy inmerso, y recuerdo lo sucedido hace unos instantes. Me da miedo mirar. El bulto que había llevado por delante no parecía ni tan blando como ropa o desperdicios, ni tan duro como piedra o algún artefacto o un pedazo de metal o madera.
La consistencia que me había sugerido el impacto se asemejaba más a un cuerpo que a otra cosa. Cuerpo de animal o…¡No! No me animaba a mirar.
Miré. Y un sacudón de escalofrío me congeló. El bulto comenzó a moverse y a quejarse. Una mano con un gran anillo en el dedo índice me terminó de paralizar.
—¡Eh! ¡Oiga, usted! ¡Irresponsable! ¡Me ha llevado por delante!
—¡No lo vi! ¡Le juro que no lo vi! ¡Además usted ya estaba cruzado en el camino! —creo que no me reconoció…
—De acuerdo. Es cierto. Acababa de torcerme el tobillo y usted terminó de averiarme —el herido se quejaba resignado—. Hágame el favor. Corra, corra a buscar ayuda. ¿Si?
—Pe…pero…
—¡Vaya, hombre! ¡Corra! ¡Corra lo más rápido posible! El tobillo no me deja incorporar y creo que con su golpe se me ha roto una costilla…
Debía llegar al pueblo rápidamente. El buen Dr. Corzo había quedado indefenso en medio de la noche. ¿Pero quién lo mandaba a caminar a estas horas? Hoy por la mañana, me había indicado con severidad que no corriera. Ahora me imploraba que corra lo más rápido que me fuera posible. ¿Cuánto será para mí lo más rápido posible? ¿Llegaré vivo si corro los tres kilómetros que me distan del pueblo? Y bueno. ¡Allá voy! Más me vale correr por ayuda, que si no el “Doc” no me lo va a perdonar nunca.
Respiré profundo y corrí por la ruta con todas mis fuerzas.


 

Comentarios

@ARLT

13/04/2007

Buenisimo Emilio!!! Excelente vuelta de tuerca para un final impensado. Si el medico le hubiese mandado bailar tango otra hubiese sido la historia. Con tu permiso como inspirador!!! Ya la estoy escribiendo... Un abrazo de Á1varo PD: Tango: ''Podemos afirmar que se trata de una actividad aerobica de bajo impacto y alto contenido emocional''  
@OILIMEYER

13/04/2007

Gracias, Álvaro. Jajaja, muy bueno lo del tango! Me alegra que el texto te haya disparado otras ideas. Un abrazo. Emilio.  
@CUCKY2

13/04/2007

Buen texto Olimeyer./ /Tango: 'Podemos afirmar que se trata de una actividad aerobica de bajo impacto y alto contenido emocional' Alvaro: totalmente de acuerdo, el tango se baila con el alma.  

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