MATRIMONIO: CONSERVADOR, MACHISTA Y PATRIARCAL


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@ATI2006

04/09/2007#N17220

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El matrimonio: institución en crisis

Según investigaciones recientes aproximadamente un 50 % de matrimonios en el mundo se disuelven en términos legales: el matrimonio es una institución en crisis.

La institución del matrimonio va acompañada y se inscribe en otra formación social como es el machismo. En este marco general, entonces, debe entenderse el matrimonio como el dispositivo social que permite/asegura la perpetuación de la especie, de la propia cultura, y de la propiedad privada.

Todas las sociedades son conservadoras (quizá para eso existen justamente: para conservarse a sí mismas, asegurando los logros históricos que han ido consiguiendo en el nunca terminado proceso civilizatorio); todas las sociedades, igualmente, son machistas, son patriarcales. Algunas más, sin dudas (ahí está la poligamia aceptada oficialmente entre muchos pueblos, por ejemplo); pero todas, aún aquellas que se precian de ser más “desarrolladas”, continúan con ese perfil machista. El matrimonio, en tanto célula primordial de las sociedades, repite esas características. Es, por tanto, conservador, machista, patriarcal.

El matrimonio implica un contrato social, un acuerdo legal entre partes. Como tal, entonces, es producto de un arreglo, de un convenio: ¿dónde irá a para el matrimonio? ¿La clonación de humanos será la respuesta a la perpetuación de la especie? ¿Vamos hacia la soltería como norma? ¿Seguirán existiendo los matrimonios heterosexuales en un futuro inmediato? ¿Sexo libre para todos?

Hasta ahora el matrimonio, con deficiencias intrínsecas insalvables, principalmente la infidelidad, ha venido cumpliendo su cometido.

Por cierto que como institución no se nutre necesariamente en forma exclusiva del amor (tal como se ha dicho: “el amor eterno dura… unos meses”); muchos matrimonios (si se conocieran los datos reales sin dudas caeríamos de espaldas) se mantienen por otras circunstancias, muy alejadas por cierto del enamoramiento entre sus cónyuges: conveniencia y/o necesidad social. El enamoramiento absoluto, según enseña el psicoanálisis, es una especular relación narcisista; el único amor perpetuo es el que se siente por la prole, por la descendencia -la forma en que nos inmortalizamos y trascendemos nuestra vida finita-. Querer a los hijos es querernos a nosotros mismos. A la pareja la queremos, muchísimo a veces, pero no deja de ser prescindible. El amor eterno y absoluto es una bella construcción, pero no es posible en la perpetuidad de lo cotidiano.

Una vez más entonces: somos conservadores, ese es nuestro sino humano. El amor es un ingrediente de la vida humana, importantísimo, pero no el único; y sin dudas, no el primordial. El interés pareciera terminar imponiéndose siempre. Lo que prima las más de las veces es la rutina, la estabilidad a cualquier costo. Los matrimonios no dejan de expresar todas estas posibilidades. En general hay que “aguantarlos”; esa es la tónica dominante. Los hijos son la excusa Y ahí están las transgresiones extramaritales que nos recuerdan que el “amor eterno” es algo del ámbito poético.

Es una institución conservadora con valor ético en sí mismo -cerrando los ojos, tolerando, dejando pasar “pecadillos” ocultos. Su perpetuación como institución supuestamente inconmovible permite/tolera ciertos deslices, ciertas válvulas de escape. Dicho de otra forma: una cierta cuota de “mentira” socialmente aceptada hace parte de su constitución fundamental. Las transgresiones masculinas son ya parte de su ritual, de su dinámica normal -en los matrimonios monogámicos al menos-. Y otras veces, en la poligamia, es simple y llanamente institucionalizada una forma aceptada socialmente de machismo patriarcal. La transgresión femenina, dado el machismo imperante, es aún mucho menos tolerada, aunque de hecho también existe. Pero el proceso de cambio en los valores generales ha ya comenzado a relajar esa visión.

¿Por qué se mantiene entonces el matrimonio?

Acompañando esas reflexiones -y he ahí probablemente lo más rico que disparan estas preguntas- queda la interrogante: ¿con qué reemplazar el matrimonio entonces?

Marcelo Colussi
Rebelión

 

Comentarios

@JOSHUA_3

10/09/2007

ESTIMADOS TODOS/AS. Les cuento que el hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra. Sí, yo firmé dos veces. Con el segundo intento ya no tengo excusas, soy un b... pero no porque no lo setía sino porque estuvimos juntos mas de 3 años y con un hijo de 2 decidimos casarnos. Gran error!!! comienzo del fin!!! No se como explicarlo, la transformación fue notoria, quizá no hago mas que ejemplificar lo que ustedes tan bien han descriipto. Seguramente caímos en la trampa social, económica y legal y ya nada volvió a ser como antes. Una pena. Por suerte a pesar de dos intentos fallidos no he perdido la credibilidad en el Amor, por eso estoy aquí. Eso sí, aunque no debería decir de esta agua no he de beber. No pienso volver a firmar!!!! Un beso grande. Joshua  
@OJOSVERDES

10/09/2007

mi papa fue un visionario nomas cuando escribio en la puerta de su casa "el matrimonio es la tumba del amor..."  

ARG

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MUJER de 50 en La Matanza

Hola! Cómo va? Espero que estén muy bien! Cómo dicen que soy....Carismáti

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