Asesinato por compasión (Cuarta parte)

(Continuación)
John se agazapó junto a Lettice. Chet se entretuvo en la recepción. John no podía seguir exponiéndose de ese modo, una sola mirada de Chet a su alrededor y lo vería con Lettice. Dio una excusa incoherente, y se dirigió al quiosco donde se ocultó tras una revista hasta que Chet se registró y cogió el ascensor.
Se habían librado, pero por los pelos.
John no podía arriesgarse a enturbiar su reciente relación. Tenía que actuar ya y convertirlo en algo permanente, pero al mismo tiempo no quería hacer daño a Mary.
Miles de personas se habían despertado aquel día, para acabar muertos antes de la puesta del sol. ¿Por qué no podía ser su querida Mary una de ellas? ¿Por qué no se podía morir sin que tuviera que asesinarla?
Cuando John se reunió de nuevo con Lettice y le intentó explicar su pánico, ella no perdió la compostura pero se expresó con preocupación y énfasis.
-Querido, este incidente no hace más que demostrar lo que he estado diciendo. Tienes que contárselo a tu mujer cuanto antes. No podemos seguir así. Tienes que entenderlo.
-Sí, querida, tienes toda la razón. Haré algo en cuanto pueda.
-Tienes que hacerlo inmediatamente, cariño.

Por extraño que parezca, Mary Johnson se encontraba en exactamente la misma situación que John Johnson. No había tenido intención alguna de enamorarse. De hecho, creía estar enamorada de su marido. Qué inocente había sido antes de que Kenneth entrara en su tienda aquella mañana preguntando si tenía un busto de Mozart.
(Continuará...)

 

---