PENSAMIENTO TÀNTRICO

Estuve en la presentación del libro Deseo, Pasión y Espiritualidad, de Daniel Odier, un maestro tántrico excepcional.

Daniel habló de las emociones y de cómo, a menudo, tendemos a no manifestar, incluso negarnos, aquellas emociones llamadas "negativas". Normalmente, decía Daniel, no vivimos una emoción al 100%: "Este grupo de música es muy bueno, pero les falla el técnico de sonido; este libro es muy interesante pero el final no está bien resuelto, esta pareja nos gusta mucho pero no tiene un duro, ..."  En cambio, cuando mostramos ira o cólera, la emoción nos invade al 100% y experimentamos la no dualidad. Las emociones "negativas" son, a menudo, lo que posibilita las emociones "positivas". ¿Porqué el surfista debiera lamentarse cuando se encuentra en el valle de la ola? ¿No es precisamente este valle que va a permitirle escalar de nuevo la siguiente ola?



Si nos quedamos enganchados a una emoción, nos estamos impidiendo vivir la siguiente; es decir: vivr. Si nos quedamos enganchados a la emoción, por ejemplo al miedo, nuestra mente se dedicará a repetirnos nuestra propia historia hasta embriagarnos con ella, como si de una abuela con alzheimer se tratara. Si observamos lo que nos dice nuestra mente, veremos que nos cuenta el mismo cuento una y otra vez sin fin.



Y a medida que trabajamos el no apego y el miedo, nos vamos dando cuenta de que la emoción tarda menos en seguir su curso: llega, inunda y se va. Y siempre nos volvemos a encontrar con el espacio vacío. Si somos capaces de disfrutar ese espacio, disfrutaremos todo aquello que lo ocupe temporalmente. Si el espacio vacío nos aterra, viviremos permanentemente aterrados por el miedo a que las cosas cambien. Y cambian.



Odier habló del deseo y de cómo la libertad lo mantiene vivo. Puso un ejemplo muy ilustrador:

Una pareja se conocen y se enamoran y durante unos meses son como dos aves extendiendo sus alas en el cielo, deleitándonos con su vuelo como si se tratara de un espectáculo de danza. Al cabo de un tiempo, uno de ellos le dice al otro: ¿Sabes? He estado observándote y me doy cuenta de que tus alas son un poquito demasiado largas y están algo en desproporción con el resto de tu cuerpo. Así que, si me lo permites, yo las podría recortar un poquito y estarías mucho mejor. El otro accede, pero al cabo de un tiempo empieza a pensar que sería mejor que los dos tuvieran las alas de la misma medida, así que se las recorta al primero. Y al cabo de pocos años, las dos aves magníficas se han convertido en dos pollos de corralcon unas alitas minúsculas y ven que lo que los mantiene unidos es el eje de la rostisseria que los hace girar a la misma velocidad, en el mismo sentido. Han perdido su individualidad .



Reflecciòn: Cuando conozcáis una persona encantadora, mirad si guarda escondidas unas tijeras. La libertad da miedo, pero la no libertad nos conduce inexorablemente a estamparnos contra un muro.

Daniel Odier