Una francesa célebre ... (II parte)

Este tipo de experiencias puede ser obtenido con otros medios. El hombre ambicioso, el hombre de acción, el artista, pueden cambiar su relación con el mundo, o hasta cambiar el mundo. Si se vuelca, con cuerpo y alma en su proyecto, el amor no tiene cabida sobre él. Pero no todos están en una posición tal de imponer en este modo su propia voluntad, y es por eso que las mujeres están hoy particularmente predispuestas al amor. Poseen raramente los medios –un arte, una posesión- que le permita ampliar o cambiar el universo sin la ayuda de alguien. Explorar un país no conocido es un trabajo, pero poseerlo a través del amor de un extranjero seductor es un milagro. En este caso, como en muchos otros, el amor es un maravilloso atajo.
Pero el atajo se debe presentar. Para enamorarse debes encontrar un objeto seductor. Eso que es seductor es diferente -naturalmente- para cada individuo. Calidades apreciadas por la sociedad -belleza, riqueza, inteligencia- no hacen siempre nacer el amor. Eso que te esperas de la persona amada depende de tu infancia, de tu pasado, de tus proyectos, del interno contexto de tu vida. Puedes buscar algo muy especifico: un padre, un niño, un alma gemela; la seguridad, la verdad: una imagen exaltada de ti misma. O tu necesidad puede ser ambigua, indefinida o hasta infinita. Puedes querer algo más, cualquier cosa con tal que no lo tengas.
Cuales sean los valores, los símbolos, o el rol, ninguno despertará mi amor a menos que yo no lo vea esencialmente como el Otro. Si se separa de mi, pierde el poder de llevarme a otro mundo. Es por eso que de la envidia nace así, a menudo, el amor. El solo hecho de que un hombre –o una mujer- te escape puede ser suficiente: comienzas a proyectar sobre él todas las cualidades que buscas en el Otro. Pero si se rechaza con demasiada obstinación, entonces no te esperes nada de él, el amor aborta.
Por otro lado, puedes estar fascinado de la fascinación que ejercitas sobre alguien, de la imagen encandiladora que te da de ti mismo. Es la trampa del narcisismo. Los masoquistas y todos aquellos que han elegido la derrota caen en otra trampa: ama a aquellos a quienes son indiferentes. Puedes de hecho amar no sólo por la alegría de amar o por la gloria de ser amado, sino a veces también por la hiriente amargura de no ser amado.
Y aquí vuelvo al punto de partida: ¿Por qué uno se enamora? Nada más complejo: porque es invierno, porque es verano: por exceso de trabajo, por demasiado tiempo libre; por debilidad, por fuerza, por necesidad de seguridad, por amor al peligro; por desesperación, por esperanza; porque alguien no te ama, porque alguien te ama...

 

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