"Cita a ciegas"


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Escrito por
@RUNA

10/07/2012#N41248

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Se habìa presentado como Laura.  Foto nùmero uno del perfil:  de tres cuartos, lado derecho, buen look, pelo largo recièn teñido y alisado de peluquerìa, pestañas muy arqueadas resaltadas con rimmel, nariz levemente respingada, boca de labios carnosos con un toque de brillo nacarado.  Interesante.

 

Segunda foto del perfil:  Laura de frente, ojos verdes, sonrisa glamorosa, musculosa blanca ajustada, hombros firmes y redondeados, busto de proporciones generosas.  Linda mina.

 

Tercera y ùltima foto del perfil : Laura de noche, un reconocido restaurante de Puerto Madero como telòn de fondo, la cabellera rubia al viento, una mano toda anillada saludando a la càmara y la otra sosteniendo una copa de vino, varias mesas en la vereda y un perro caniche recostado en su falda.

 

Presuntamente linda, locuaz, simpàtica, amante de la buena mùsica, de los buenos libros, del buen vino.  Apasionada por la historia en general y por la argentina en particular, mujer curiosa, amigable, sensible.  Esa es Laura.  La mujer que Fernando ha conocido por internet  hace un par de semanas .

La que lo intriga gratamente, la que lo incita a soñar, a pensar en ella ahora mismo, mientras entra al bar de Coronel Diaz y Paraguay, un lugar pequeño, càlido, tranquilo, que ella misma propuso para la cita.

Èl llega con 15 minutos de antelaciòn y elige una mesa para dos, algo apartada, que ve junto a la ventana que da sobre la calle Paraguay. Se quita el saco y lo cuelga del respaldo de la silla mientras da una ràpida ojeada a su entorno.  Pide un cafè doble con crema y se sienta a esperarla, muy relajado.  Repasa mentalmente los puntos que considera favorables para que ese encuentro no pase al olvido, como tantos otros anteriormente. Por ejemplo, piensa Fernando, èl de historia sabe mucho y curiosidad es lo que le sobra por todos lados;  se reconoce buen lector,  mejor conversador y por si fuera poco tiene una colecciòn de CDs en su departamento con mùsica selecta de los 80 y de los 90.  Hasta ahì vamos bien, repasa Fernando. Aparte èl es aficionado a la fotografìa y adora salir a dar largas caminatas los domingos de sol por la tarde, mientras va tomando  instantàneas de todo lo que le llama la atenciòn a su alrededor, en especial de paisajes urbanos tìpicos, como el del tradicional barrio de La Boca o de viejos edificios cèntricos de construcciòn bien arquitectònica .  Ella se habìa mostrado particularmente atraìda por el tema.  

Fernando es un tipo cuarentòn, de baja estatura y manos pequeñas y regordetas.  Segùn còmo se lo mire, podrìa ser alguien del montòn,  pero èl se considera de muy buena madera. Hace 4 años que està solo, con ganas de arrimarse a una mujer de verdad, con todas las letras.  No tiene hijos pero le gustarìa tenerlos algùn dìa.  En todo eso piensa Fernando mientras transcurren los minutos y se va bebiendo el cafè de a sorbitos.  No lleva reloj pero cada tanto mira la hora en la pantalla de su Nokia, extrañado de no ver a Laura por ningùn lado.  Ha tenido que viajar durante 50 minutos para llegar a esa cita y despuès de toda una jornada de trabajo se siente algo cansado.  Espera sin embargo que el cansancio no se refleje en su cara ni en su humor para cuando Laura llegue.

Diez minutos despuès, y llevando màs de media hora de espera, busca el nùmero de ella entre sus contactos y la llama.  Apagado.  Insiste un par de veces y al final, a las siete y treinta y cinco de la tarde, decepcionado y con bronca, se levanta bruscamente de la silla, se pone el saco, paga el cafè y se va del bar.  No puede evitar sentirse molesto consigo mismo.  Se repite cientos de veces que todas las minas son iguales,  histèricas y vuelteras sin remedio.  Va rumiando que el sistema no sirve, que èl ya està grande para tomadas de pelo y otras cosas por el estilo, muy poco estimulantes por cierto para la hora del regreso a San Martìn en un colectivo atestado de gente. 

Sin embargo, al llegar a su casa, lo sabe, volverà a encender la computadora y como un autòmata, casi como un imbècil terco y obsesionado, se conectarà al chat una vez màs para ver si ella està del otro lado.  Y si està... ¿què le dirà?

 

Entretanto Laura, desde una mesa que ha venido compartiendo durante la ùltima hora con su  hermana Julia, justo en el àngulo opuesto a la que Fernando ocupaba hasta hace unos segundos, lo mira, incapaz  de hacer o decir nada, mientras èl ya se escapa del bar con el ceño fruncido.

Hoy ella lleva el pelo corto y ondulado, y a pesar de lo avanzado de la hora, no se quita todavìa las gafas de sol con armazòn blanco que le han estado cubriendo la cara a medias, una cara de mejillas empolvadas con un toque de rubor. Nada de rimmel en las pestañas.  Nada de brillos nacarados en los labios. Nada de sonrisas seductoras.  Hoy Laura es otra.

 

- Uff... suspira ella  mientras Fernando atraviesa la puerta del bar y se pierde ràpidamente entre los transeùntes.  Julia la mira fastidiada.   -¿Y... hasta cuàndo, hermana?- le dice, haciendo ènfasis en la ùltima palabra para que suene bien cargada de intencionalidad, espesa como el aire que se respira entre ambas. 

Julia sabe que Laura se justificarà una vez màs, a su modo.  Que para encubrir la vergüenza, el miedo,  la cobardìa que en el fondo siente, dirà, por ejemplo, que Fernando le pareciò muy petiso, o que no le agradò su aura, o cualquier otra estupidez por el estilo.  Julia sabe que su hermana tiene poquìsimas, por no decir nulas chances de ganar algo de terreno en asuntos sentimentales, al menos en esa clase de asuntos y de terrenos, cuya modalidad algo perversa ella no comparte, pero sin embargo apaña.

A veces se pregunta por què se involucra entonces, por què le sigue el juego sucio.  Y la respuesta queda flotando en su mente como una nube etèrea.  ¿Amor? ¿Compasiòn? ¿Esperanza? ¿Solidaridad?

 

La cuenta està paga hace rato y entre esas dos mujeres, al menos por hoy,  no queda màs nada que decir. Afuera, la noche frìa y algo ventosa se presiente desapacible.  Las dos se abrochan el abrigo hasta el cuello, se cuelgan las carteras al  hombro y se preparan para salir del bar. Sòlo tres cuadras las separan del departamento donde viven juntas.

Julia aparta la silla de ruedas en la que desde hace 12 años consecutivos Laura se pasa la vida sentada, y suavemente, como resignada,  la empuja hacia afuera.   Es hora de pensar en què iràn a preparar esta noche para la cena.

 

Runa

 

Comentarios

@MARIO

10/07/2012



Muy Bueno Runa!!! Mario  
@URU

10/07/2012



Muy lindo cuento Runa, te felicito.  
@FLORALIS

10/07/2012



Muy bueno Runa !  Y si bien sé que es un cuento, y que encima me gustó...pero me pasa lo mismo que cuando veo una película...quiero saber porqué... ¿ porqué Laura hace eso que hace ?  Debe haber una explicación, no ?  
 
@FLORALIS

11/07/2012



Seguro Runa, esa también es mi opinión...

Y tenés mucha razón, lo mejor  es que cada uno eche a volar su imaginación...

Gracias !  

ARG

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MUJER de 53 en Caballito

Me gusta leer , mirar películas o series ,caminar y la vida al aire libre. Hace

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