MI ABUELO, UN SUEÑO DE ESPERANZAS


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Escrito por
@PEDROLOK

27/03/2013#N43040

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 Las primeras luces del amanecer, casi sin querer resbalan sobre el vidrio de la pequeña ventana y acarician el rostro joven y sereno del hombre que duerme un sueño profundo y tranquilo. Lentamente se yergue en el camastro simple y pobre, cruza los tiradores de su viejo y usado pantalón y con un bostezo al pasar abre la puerta de la cabaña y mira como el sol despunta sobre los Alpes y sus rayos se van posando sobre los montes de alerces, en una extraña pero hermosa comunión de colores, hasta acariciar suavemente la blanca nieve.

El joven toma un puñado en sus manos y se frota el rostro con ella, luego su mirada gira en derredor como queriendo guardar en sus retinas, como una fotografía, ese paisaje sereno y majestuoso que lo vio nacer, criarse y hacerse adulto. Su mirada se entristece, esta pequeña aldea montañesa, casi perdida en la majestuosidad de los Alpes tiroleses ha sido el testigo fiel y mudo de sus sueños e ilusiones. El monte Altrei, más de una vez le extendió sus brazos nudosos y añejos, para escuchar en silencio sus historias cargadas de futuro y esperanzas en tierras lejanas. Un destino lo espera allende el mar, un destino que deberá forjar con la fuerza y tesón de una voluntad inquebrantable; un destino que le surcará el rostro con mil soles de alegrías y tristezas.

“Sohn, das Frühstück ist betriebsbereit”; la voz de su madre suena gutural en el idioma tosco y fuerte del Tirol alemán, rebotan los ecos del llamado en la soledad de las montañas. Hermenegildo inspira hondamente la brisa matinal, retiene por unos instantes el aire en sus pulmones y con pena piensa que tal vez nunca más respire el frescor de los Alpes, sus mañanas claras y sus noches tranquilas. El desayuno está pronto, le ha dicho su madre, y ambos saben que este será el último llamado. Lentamente desanda el camino y se dirige a la vieja cocina, donde lo espera una hogaza de pan recién horneado y la leche aún tibia del ordeñe de la mañana.

María, su madre, se sienta a su lado y en silencio lo mira. Entorna sus ojos y ve pasar frente a ella todos estos años en que a luchado codo a codo, piel con piel junto a Johann su marido, buscando un futuro mejor para sus hijos. Se mira las manos que alguna vez fueron tersas y suaves y que hoy, la acción del tiempo y el trabajo duro en los sembrados de lino las hicieron ásperas y toscas. Se van, piensa. Se van a buscar nuevos horizontes, nuevos caminos donde asentar sus huellas. Se van llevándose consigo un pedazo de su corazón. Hermenegildo levanta la mirada de su tazón, intuye el llamado silencioso de la madre y levantándose de la silla se arrodilla a sus pies, ocultando su rostro en el regazo materno. Y en ese abrazo se aman y se comprenden sin necesidad de palabras. Sobran las palabras. Pero hablan las lágrimas de María que caen y se pierden en la negra cabellera de su hijo. Hablan de amor y hablan de tristeza.

Una caricia tosca recorre el rostro de Hermenegildo, como reteniendo en su palma ese rostro que quizás no vea más, no acaricie más. Esa caricia y una bendición formulada casi para los dos, es la despedida de María, su madre. Hermenegildo parte a iniciar una nueva vida en América, con su baúl repleto de ilusiones y esperanzas, con su juventud y su desafío por lo que está por venir, por vivir. Pero esa, esa es otra historia… la historia que llega hasta mi.

 

 

Comentarios

@ANSOGUAT

27/03/2013



Pedro, esta misma historia la podemos hacer carne en cada uno de nosotros los hijos de inmigrantes, mi papá vino de España a los 24 años y mi abuela ya estaba acá, pero mamá, a los 20 años dejó a mis abuelos y nunca mas los volvió a ver, leía tu relato y me imagino la cara de mis abuelos cuando mi madre les dijo, me voy a la Argentina , las mismas lágrimas que recorrieron la cara de la mama de Hermenegildo habrán transitado por las mejillas de mis abuelos maternos, que nunca llegué a conocer, yo que tengo una hija de la misma edad que tenía mi mamá cuando  dejó a mis abuelos , me pongo a pensar y siento que una parte de mi vida se apagaría con ese viaje de mi hija

Muchas gracias por este relato Pedro , me movilizó hasta hacerme caer una lágrima, igual a las tantas que habrán corrido por las mejillas de mis abuelos  

Abrazo

Ricardo  
@SIL_VANA

28/03/2013



 Si un escritor disfruta de su obra al hacer emocionar al lector : Misiòn cumplida Pedro !!!! Me hiciste emocionar . Espero que NUNCA me pase . Es ser egoista , lo sè pero es mi deseo y luego se tendràn que evaluar los anhelos de mis hijos . 

Un fueret abrazo -      Silvana   
@MIRY_SOL

31/03/2013

Asi es Pedro

No importa a donde vayamos , puede ser a otro pais o dentro del mismo pais a otra ciudad

Ambos son partidas de tu casa de la infancia

Yo me vine de ENTRE RIOS a Bs.AS, y la partida fue dura , todavia recuerdo a mi madre con su mano apoyada en la ventanilla del tren y mientras se le caian las lagrimas me daba palabras de aliento y deseos de buena suerte

La mayoria de nosotros venimos d flias de inmigrantes y sabemos como la pasaron nuestros abuelos hasta que pudieron armarse y adaptarse

Gracias por esto que me trae recuerdos hermosos por un  lado por que tiene que ver con el crecimiento personal y doloroso por otro por que es la marca del desarraigo aunque mas no sea fisico

 

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