Asesinato por compasión (Séptima parte)

(Continuación)
John nunca había visto a Mary tan guapa como aquella noche cuando regresó de su viaje de negocios. Durante unos segundos, la vida con ella le pareció suficiente. A continuación pensó en Lettice, y el pensamiento le convenció de que ningún acto que los uniera podía ser criminal. Tenía que llevar a cabo lo que se había propuesto. Tenía que asesinar a Mary de la forma más caballerosa posible, y tenía que hacerlo aquella misma noche. Mientras tanto disfrutaría de la maravillosa cena que Mary le había preparado. La simple educación lo exigía y, de todas maneras, estaba hambriento.
Sí, tenía que consumar el asesinato en cuanto acabara de cenar. Le parecía un poco cruel estar planeando la muerte de una mujer, mientras comía su tarta de queso, pero ciertamente no tenía la intención de ser tan insensible.
Todavía no sabía exactamente cómo asesinaría a Mary. Quizá si pudiera llevarla hasta la tienda, allí en el rincón donde estaban todas las estatuas, se le ocurriría algo.
Mary le sonrió y le sirvió una taza de café.
-Pensé que necesitarías mucho café, cariño, después de un viaje en coche tan largo.
-Sí, querida, así es. Gracias.
En cuanto empezó a sorber el café levantó la vista para mirar a Mary, sentada al otro lado de la mesa. Tenía una expresión rara en el rostro. John se quedó extrañado. Habían estado tan unidos durante tantos años que sin duda ella podía leerle los pensamientos- Debía saber lo que él estaba planeando. Entonces ella sonrió; era la gloriosa sonrisa que le había dedicado desde el primer día de su luna de miel. Todo iba bien.
-Querido, perdóname un momento –dijo –Acabo de recordar que tengo que resolver un asunto en la tienda. Vuelvo enseguida.
Salió rápidamente del comedor y cruzó el vestíbulo hasta la tienda.
Pero no regresó enseguida tal como había prometido. Si no volvía pronto, el café de John se enfriaría. Sorbió un poco de líquido y a continuación, decidió ir a investigar la causa del retraso de Mary.
Ella no lo oyó entrar. La encontró en la sala central con los candelabros encendidos. Estaba de espaldas, sentada en el sofá cerca de los bustos sobre sus pedestales. Estaba rodeada de estatuas.
(Continuará…)

 

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