Asesinato por compasión (Final)

(Continuación)
¡Santo cielo!, era tal como lo había sospechado. Ella le había leído los pensamientos y sollozaba. Sabía que la vida en pareja llegaba a su fin. Entonces comprendió que podría estar riendo. Sus hombros también se agitarían si estuviera riendo. Fuera lo que fuera lo que estaba haciendo, tanto si reía como si lloraba, no era el momento para especular. La oportunidad era demasiado buena como para dejarla pasar. Con la cabeza inclinada, estaba exactamente debajo del busto de Víctor Hugo o Benjamín Franklin o quien fuera. John sólo tendría que darle un pequeño empujón y caería sobre su cabeza. Un suave empujón.
Empujó.
Era tan sencillo.
Pobre chica. Pobre Mary.
Pero era lo mejor y nunca se culparía por lo que había hecho. Sin embargo, le sorprendió que fuera tan fácil y tan rápido. Lo hubiera intentado semanas atrás, de haber sabido que se podía hacer con tanta facilidad.
John estaba muy tranquilo. Miró con afecto a Mary por última vez. Se bebería el café y, a continuación, llamaría al médico. Sin duda el doctor se ofrecería a informar a la policía ya que se trataba de una muerte accidental. John no tendría que mentir en ningún momento, salvo en lo referente a un pequeño detalle. Tendría que decir que algún movimiento de Mary había provocado la caída del busto.
El café todavía estaba caliente. Se lo bebió con tranquilidad. Pensó en Lettice. Deseaba ardientemente telefonearla y decirle que su vida juntos estaba asegurada y que, tras un discreto intervalo de tiempo, podrían casarse. Pero decidió que sería mejor no arriesgarse. Pospondría la llamada.
Estaba rebosante de alegría y tranquilo. No recordaba haberse sentido nunca tan relajado. Sin duda se debía a haber hecho lo que tenía que hacer. Incluso tenía sueño. De hecho, tenía más sueño del que jamás había tenido. Tendría que estirarse en el sofá. Aquello resultaba más urgente incluso que telefonear al médico. Pero no pudo esperar a llegar al sofá. Recostó la cabeza sobre la mesa del comedor. Tenía los brazos caídos.
Ninguno de los amigos de Mary y John tuvieron ninguna duda de cómo había ocurrido la doble tragedia. Bien mirado, la tienda siempre había sido una trampa mortal y aquella noche Mary había tropezado o dado unos traspiés y uno de los bustos le había caído en la cabeza. Así la encontró John y el dolor lo venció. Se dio cuenta de que no podía vivir sin Mary y la desesperación de la pérdida, lo llevó a disolver suficientes somníferos en el café, para suicidarse.
Todos recordaban bien cómo, durante la celebración de su último aniversario de boda, Mary y John habían dicho que esperaban poder morir juntos. En realidad eran la pareja más enamorada que habían conocido. Uno podía ponerse sentimental tan sólo pensando en Mary y en John y verlos juntos era una inspiración. En un mundo lleno de inseguridades nada era tan alentador como el profundo amor que se profesaban esos dos seres. Resultaba dulce y enternecedor que hubieran muerto la misma noche y exactamente como habían deseado.


-Asesinato por compasión- de Nedra Tyre

 

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