EL AMOR MÁS GRANDE DEL MUNDO


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Publicado por
@ZARACHO

02/06/2006#N10007

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Cierta vez, un joven esposo esperaba impaciente el
nacimiento de su primer hijo, aunque él deseaba un
niño, nació una preciosa niña. Al poco rato de haber
nacido su hija, fue a verla, ésta lucía radiante,
gordita y dormilona.

Le pusieron el nombre de MARIA JOSE. Aunque el papá al
principio sufrió una desilusión porque quería tener un
niño, a los pocos meses de convivir con su hijita, él
se dejó cautivar por la sonrisa de María José, y por
la forma de su mirada fija y penetrante, fue entonces
cuando él empezó a amarla con locura. ¡Sí!, En verdad,
su carita, su sonrisa, su mirada, no se apartaban ni
un instante del pensamiento del papá, todo se lo
quería comprar, hacía planes para ella y todo sería
para su María José.

El papá contaba a sus amigos este relato muy a menudo
y sus amigos también sentían afecto por la niña, ya
que según decía él mismo, su hija era la razón más
grande de vivir.

Una tarde en reunión con sus amigos en un picnic a la
orilla de una laguna cerca de la casa, la niña empieza
una conversación con su papá, todos escuchaban lo que
conversaban, que más o menos se desarrolló así:

- Papi,... cuando cumpla quince años, ¿cuál será mi
regalo?

- Pero mi amor, si apenas tienes diez añitos ¿no te
parece que falta mucho para esa fecha?

- Bueno Papi, tu siempre dices que el tiempo pasa
volando, aunque yo nunca lo he visto por aquí.

La conversación se extendía y todos participaban de
ella, al caer el sol todos regresaron a sus hogares.

Una mañana frente al colegio en donde estudiaba María
José, quien ahora ya tenía 14 años, el papá se
encontró con un amigo, el papá de María José estaba
muy contento y la sonrisa no se apartaba de su rostro,
con gran orgullo mostraba el registro de
calificaciones de María José, eran notas
impresionantes, ninguna bajaba de veinte puntos(como
decir 100) y los estímulos que les habían escrito sus
profesores eran realmente cDEFANGED_Onmovedores.

María José ocupaba un lugar muy importante en la mente
y en el corazón de toda la familia, especialmente en
la de su papá.

Fue un domingo muy temprano cuando se dirigían a la
iglesia, todos la vieron con sus padres cuando María
José tropezó con algo, eso creían todos, y dio un
traspié, su papá la agarra de inmediato para que no
cayera.

Ya instalados en los asientos de la iglesia, todos
vieron como María José fue cayendo lentamente sobre el
banco y casi perdió el conocimiento. La mamá la tomó
en brazos mientras el papá buscaba un taxi para
llevarla al Hospital. Allí permaneció por 10 días y
fue entonces cuando le informaron que la niña padecía
de una gran enfermedad que afectaba seriamente su
corazón, pero no era algo definitivo, que debían
practicarle otras pruebas para llegar a un diagnóstico
firme.

Los días transcurrieron y el papá tubo que renunciar
al trabajo para dedicarse al cuidado de María José, la
mamá quería hacerlo pero decidieron que ella
trabajaría, pues sus ingresos eran superiores a los de él.

Una mañana cuando el papá se encontraba junto a su
hija, ella le pregunta:

- Voy a morir ¿no es cierto?

- No mi campanita, no vas a morir, Dios es tan grande
que no permitiría que pierda lo que más he amado en el
mundo,... respondió el papá.

- Y cuando uno muere ¿van a algún lugar?, ¿Pueden ver
desde lo alto a las personas? O ¿sabes si pueden
volver?

- Bueno hijita, en verdad nadie ha regresado de allá a
contar sobre eso, pero si yo muriera, no te dejaría
sola, buscaría la manera de comunicarme contigo, en
última instancia, si pudiera utilizaría el viento para
venir a verte.

- ¿Al viento?, Y ¿cómo harías eso?

- No tengo la menor idea hijita, pero si algún día
muero, me gustaría hacerte sentir que estoy contigo
cuando un suave viento roce tu cara y una brisa bese
tus mejillas.

Ese mismo día por la tarde, le avisaron al padre de la
niña que el asunto era grave, su hijita estaba
muriendo, necesitaban un corazón pues el de ella no
resistiría sino unos 15 días.

¡Un corazón!, ¿Dónde encuentro un corazón?, Acaso lo
venden en la farmacia, ¡un corazón! ¿Dónde?. Ese mismo
día, María José cumpliría 15 años.

Fue el viernes por la tarde cuando consiguieron un
donante, las cosas iban a cambiar.

El domingo por la tarde, ya María José estaba operada,
todo salió como los médicos lo habían planeado. ¡EXITO
TOTAL!.

Sin embargo, el papá de María José no había regresado
al Hospital y María José lo extrañaba muchísimo, su
mamá le decía que ya todo estaba bien María José
permaneció 15 días más en el Hospital hasta que su
corazón estuviera fuerte y luego la llevaron a la
casa. Al llegar todos se sentaron en un enorme sofá, y
su mamá con los ojos llenos de lágrimas, le entregó
una carta de su papá, que decía así:

" María José, mi gran amor: Al momento de leer mi
carta, debes tener 15 años y un corazón fuerte
latiendo en tu pecho, esa fue la promesa de los
médicos que te operaron, no puedes imaginarte ni
remotamente cuanto lamento no poder estar a tu lado en
este instante. Cuándo supe que ibas a morir, sentí que
yo también moriría contigo y me preguntaba ¿Qué podía
hacer?, después de tanto pensar y sentir mil cosas
dentro de mí, decidí finalmente que la mejor manera de
hacer algo por ti, era darle respuesta a una pregunta
que me hiciste cuando tenías 10 añitos y a la cual no
respondí. Decidí hacerte el regalo más hermoso que
nadie jamás ha hecho: Te regalo toda mi vida, sin
condición alguna, para que hagas con ella lo que creas
que es mejor, sintiendo muchas cosas bellas y sabiendo
que en el mundo lo más importante es que quieras
vivir. ¡Vive Hija!. Te amo y también quiero que sepas
que hoy, mañana y siempre estaré a tu lado porque eres
lo más hermoso que Dios me ha dado ".

María José lloró todo el día y toda la noche, al día
siguiente fue al cementerio y se sentó sobre la tumba
de su papá, lloró como nadie lo había hecho y susurró:


- Papi, ahora puedo comprender cuanto me amabas, yo
también te amo aunque nunca te lo pude decir. Ahora
comprendo la importancia de decir TE AMO, y te pido
perdón por haber guardado silencio.

En ese instante las copas de los árboles se movieron
suavemente y cayeron algunas flores, María José sintió
que un suave viento rozó su cara y una brisa fresca
besó sus mejillas, alzó su mirada al cielo sintiendo
una paz inmensa y dio gracias a Dios por eso. Se
levantó y caminó a casa con la alegría de saber que
lleva en su corazón:

"EL AMOR MÁS GRANDE DEL MUNDO".


Gracias Karina por compartirlo.

 

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