Tapame con tu piel-le pidió Sayonara al payanes, y él se extendió, la arropó y se hizo más suyo que su propia piel y la cubrió con su pecho, ese pecho ajeno que en el instante sencillo de un milagro se hizo tan cercano. Y tan acogedor. Un pecho como un techo que cubre y protege y allá afuera que se acabe el mundo, que lluevan centellas y que suceda todo lo que a Dios le venga en gana. (Laura Restrepo. La novia oscura)