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Escrito por
@NOAA272

15/08/2006#N11057

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Como en los antigüos duelos a muerte, de la época de la caballería, la estocada de una filosa espada atravesó mi corazón, dejándome sin respiración.
Esa tarde me sentía como la Reina, que al lado de su amado, altiva y orgullosa se dirije al Gran Pueblo Inca.
Caminaba con dignidad porque ante los demás su reina era y luego en silencio me convertía en su esclava, sumisa y servil, atenta a las solicitudes de mi Señor.
Pero esa tarde, la Sagrada Vírgen fue testigo silencioso de mi dolor, palabras agudas que atravesaron cual flechas envenenadas mi alma, mi mente, hirieron de muerte la confianza que se deposita como valioso tesoro.Toda la alegría de pensar en un futuro, esa tarde se derrumbó como castillos de arena.
No volveré a ser la misma, la duda roe el alma, los sentidos se confunden y me pregunto ¿cuál es la verdad?.
Tu silencio me responde, y como una llaga que va quemando la piel, tu actitud confirma lo que no quiero en lo más profundo de mi corazón admitir.
La Vírgen fue testigo, y pongo en sus manos de madre fuerte y justa la condena para quien tanto desengaño me ocacionó.

 

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