SOLUCIONES NUEVAS PARA VIEJOS TEMAS


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Publicado por
@SILMAB

07/10/2006#N11864

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SOLUCIONES NUEVAS PARA VIEJOS TEMAS

En el mundo actual , solo podemos competir si somos creativos y hacemos de lo nuestro algo único y distinto.

La semana anterior empecé a decir que había 2 cosas que solemos olvidar a la hora de buscar resultados. Dos herramientas que a mi criterio descuidamos, a veces restándoles valor con absoluta conciencia y otras sin darnos cuenta de su verdadero peso.
Desde esta columna, hace 7 días, invité a dar el paso de aprender a vender. Propuse dedicarnos a mostrar lo mejor de nosotros y a buscar la forma de ayudar a otros a que elijan lo que hacemos o a que jerarquicen aquello que mejor sabemos hacer.
Quisiera que nos ocupemos hoy de la otra parte: de la creatividad.
Como ya dije, en un mundo donde el acceso a internet es cada vez mas fácil y las comunicaciones son cada vez más rápidas, cualquiera puede, en segundos, enterarse de la oferta que hay en todo el planeta de productos similares a los que fabricamos, artículos iguales a los que ofrecemos o servicios muchos más baratos y del mismo tipo de los que prestamos.
Deberemos pensar, pues, en hacer de lo nuestro algo distinto, algo novedoso, algo de alguna manera único. Y ese es el terreno de la creatividad, aunque no es, ni con mucho, el único de sus terrenos.
La necesitaremos forzosamente cada vez que intentemos encontrar nuevas soluciones a los problemas de siempre, y también para encontrar en alguna vieja respuesta la posibilidad de responder a una pregunta nueva.
Dicen que en una importante empresa del área de las importaciones trabajaba hace muchos años una mujer muy capacitada y eficiente. A Cristina, que así se llamaba, le encantaba su trabajo, le gustaba cada tarea del área y disfrutaba de estudiar cada operación a su cargo, tanto como de los resultados que obtenía, cada vez con mas facilidad.
Ella estaba conforme con su lugar de trabajo y no le asustaba su responsabilidad, antes bien la consideraba adecuada al sueldo que cobraba, que le permitía mantenerse y “darse algunos gustos” de vez en cuando.
Todo era ideal, salvo... la relación con su jefe, el gerente de comercio exterior.
Con él en realidad todo estaba mal.
No había día desde que ese señor había entrado a la oficina, en el que Cristina no se sintiera abrumada por la presión de su jefe, ignorada a la hora de una decisión en su sector o manifiestamente maltratada delante de sus compañeros.
Ella lo había intentado todo.
Había seguido los consejos de su familia que le sugerían no confrontar y seguirle la corriente, pero había sido peor. También había probado hacer caso a las palabras de sus compañeros que solidarizándose con ella, pensaban que si lo enfrentaba con firmeza conseguiría que el autoritario jefe pusiera pies en retirada, pero solo consiguió con eso hacer más difícil cada día. Finalmente fracasé al intentar hablar con el para pedir algún tipo de explicación. Su malestar era tal que Cristina empezó a pensar que debería renunciar a su cargo.
La tarde en la que este cuento realmente comienza es aquella en la que Cristina, finalmente, llegó a una importante empresa de colocaciones de personal especializado y pidió con resignación los formularios para solicitar trabajo. Con la cabeza gacha y arrastrando los pies caminó hasta su casa rumiando su dolor y su impotencia.
Al llegar se cocinó un puré instantáneo y después de revolverlo en el plato, sin deseos ni de probarlo, lo dejó que se enfríe y se hizo un té que llevó en silencio hasta su mesa de noche.
Durante un lago rato Cristina miró la televisión sin ver y luego se quedó dormida llorando la injusticia de la decisión que se había visto obligada a tomar.
Después de despertarse una decena de veces, Cristina se despertó a la madrugada, eufórica. Animada, a pesar del poco descanso de la noche se ducho rápidamente, y se sentó junto a la ventana para llenar la solicitud de empleo.
Conscientemente exageró sus virtudes y disimuló sus defectos, destacó sutilmente las palabras excelencia, productividad y tesón y se extendió en sus antecedentes.
Al finalizar revisó la solicitud y sonrió satisfecha. Colocó la hoja en un sobre y partió hacia la agencia.
En solo una semana (más rápido que en sus deseos más optimistas) llegó una propuesta de trabajo imposible de rechazar.
Ha pasado el tiempo, hoy Cristina ocupa muy feliz el puesto que ocupaba su jefe y en la misma empresa de siempre. Se dice que el también esta muy contento en el nuevo trabajo que le consiguió Cristina, en la competencia.

Jorge Bucay
Clarín-Viva- 20/6/04

 

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