buscando a eleonora
Escrito por
@CRISTALMUNDO
BUSCANDO A ELEONORA
Esta historia comenzó con otra historia paralela. Tu compañero no querÃa atenderla. Y un poco para sacársela de encima y otro para distraerte le hablaste. Sabias que la cautivarÃas con tu voz y tu manera de hablar. No te costó mucho introducirla en tu vida. TenÃa un par de años menos que vos y un buen cuerpo.
Era casada y eso no te detuvo, menos compromiso.
- ¿En serio le creÃste el famoso – no me llevo bien con...?
Aún no habÃas cerrado lo que pasó con tu ex y buscaste cerrar lo mÃo. Aquel jueves cuando me llamaste llovÃa mucho y sabÃa que ibas al encuentro de ella.
¿Escapabas?
No, claro que no. Era más fácil dejarte amar que permitirte amarme.
Aún conservo las fotos de mi cumpleaños numero cuarenta y uno que sacara mi amigo Luis y al mirarlas veo reflejada en mis pupilas la tristeza mas infinita que se puede padecer, cuando se conoce la verdad, sólo comparable a la pérdida de una madre.
Y la mujer comenzó a considerarse tu novia.
Se escapaba del hogar dejando sus hijos al cuidado de su compañero.¡Era tan gordo!...
Y te dijo por aquel entonces que trabajaba en la casa de una señora con un muy buen pasar económico allá en la zona sur de Buenos aires.
En el lugar que iba a comenzar la otra historia...
Quizás te faltaban las fantasÃas reales que vivÃas a mi lado, aquellas que en un momento te obsesionaron pero que extrañabas. Sea de la forma que sea ella se enteró de mi existencia. Y jugó al papel de vÃctima con vos.
¡Qué ibas a saber por el infierno de dolor que yo estaba atravesando, si no te lo habÃa dicho!
Y me llamaste...
- Ayúdame, tienes que hacerlo, se va a matar. Sólo vos podes hacerlo.
Me decÃas del otro lado del tubo sin ver que temblaba al escuchar tu voz por primera vez después de tanto tiempo, casi seis meses...
Ella fingÃa como la mejor actriz de un protagónico de novela. Tratando de llamar tu atención sabiendo que el perÃodo de la pasión contigo habÃa entrado en su etapa final. Y yo sin podértelo decir para que no me acuses de mentirosa o de celosa.
- ¿Porqué no le mueves las estrellas? – dije recordando lo vivido allá en La Cruz.
- No puedo hacerlo, no soy Dios – fue tu respuesta.
Cometà en ese instante, mi primer pecado de soberbia espiritual por el cual aún hoy peno.
- ¡Pero qué queres que haga! – exclamando más que preguntando.
- No lo sé
Y me contaste que ella preferÃa sufrir y dejarte antes que dejar al marido. Para que seas feliz, argumentaba.
Una vez más sin saber quién hablaba por mà ya que el corazón me sangraba por dentro y dándome cuenta en ese instante lo que era amar dije:
- Esta bien pásame el teléfono y el nombre. Le voy a hablar.
- Bien – cortando luego de darme los datos.
Cuando llamé me atendió el marido, aduje ser una amiga de ella. En la casa todo era una algarabÃa y él estaba orgulloso con su felicidad, jugando con los niños. Se escuchaba una televisión prendida.
- Soy Elena – al escuchar su voz
- Ah – cambiando al instante su tranquilidad.
- Dan está muy triste con lo que te pasa
- No quiero que sufra por eso mejor es que viva sin mi – con voz lastimera.
- Escúchame, voy a llamarte durante siete dÃas seguidos, ni uno más ni uno menos.
¡ Qué dura misión!
Durante esa semana trabaje la autoestima y la necesidad de que no cortara de esa manera Con Dan. Comprendiendo el porqué de dar felicidad a los que amamos. El último dÃa me preguntó si me gustaba el tango aduciendo que estaba tan bien después de comunicarse conmigo que pretendÃa regalarme una colección completa.
SonreÃa al escucharla ya que nada le creÃa, pues en el transcurso de nuestros diálogos me habÃa dado cuenta que se tranquilizaba al pensar que mi persona no representaba ningún problema para su relación extramarital. y por más que haya puesto el sumo esfuerzo en averiguar algún dato sobre mi, me las arregle para girar el rumbo de la conversación y no decirle nada.
- Gracias, no se como lo conseguiste, estamos súper bien
- Por nada Dan, por nada – susurrando apenas, mientras que por mi mejilla se deslizaba una lágrima.
En compensación por sus logros la llevaste a Mar Del Plata. Allà te vio el novio de mi hija que también vacacionaba en el lugar. Nunca me lo contaste, tampoco él, pero mis ojos ya te habÃan visto a través de mi corazón y ninguno de los dos se enteraron, no se los dije. Para qué agregar dolor cuando el casi niño sabÃa que te amaba y ese amor representaba para él un ejemplo a seguir. Porque para enseñar sobre los sentimientos, fuiste un gran maestro.
No habÃas desarrollado tu capacidad para amar, sino más bien la habilidad para hacerlo, es por ello que el tedio te inundaba de nuevo al poco tiempo de regresar de esa mini luna de miel.
No podÃas comunicarte conmigo, me habÃa mudado dejándote sin dirección ni teléfono donde ubicarme, y en ese instante nació la otra historia..
Eleonora...
Quizás para satisfacer los diálogos faltantes o quizás para despejar la cruda realidad que te envolvÃa comenzaste a escuchar sus relatos.
Haciendo uso de su inteligencia y su vivacidad por haberte observado situó justo el principio en donde tu padre habÃa estado, la ciudad feliz, la costa balnearia más importante de Buenos Aires por aquel entonces.
Eleonora era viuda, era su patrona y contaba con sesenta y ocho años aproximadamente y en su solitaria vida sin hijos, no los habÃa tenido en su matrimonio; confiando en su discreción le habÃa dicho que existÃa un hijo del cual no se habÃa hecho cargo. Era una anciana muy simpática, de pelo blanco, elegante en su andar. Usaba bastón.
Y el resto corrió por tu cuenta.
Ahora esperabas con ansiedad los encuentros con ella, para tener novedades del vivir de la señora.¿SerÃa la madre que buscabas?
En la mayorÃa de las telenovelas siempre hay una que se espera encontrar, porque no hacerlo vos también. Ya tenÃas una, pero no satisfacÃa tu alta necesidad de ternura, y caricias que te faltaban.
Te costaba tomar la decisión de conocerla, y le expresaste que para tu cumpleaños irÃas, y...
Oh casualidad, para esa fecha ella viajó al interior.
Entre sus propiedades tenÃa una en Tres arroyos, hasta allà la fue a buscar un sobrino por parte del marido y en una discusión por el vil metal de un ataque al corazón, se habÃa ido de este mundo.
¿Y ahora con qué te iba a entretener?
Las cosas en tu trabajo no marchaban bien, los sindicalistas no se ponÃan de acuerdo con el monto del aumento de los sueldos. Para colmo habÃas renunciado a tu efectividad y depositando tu confianza en un pariente no invertiste en el lugar adecuado, la cifra cobrada por tal acto.
Eras un contratado ahora, ya no más un encargado de sector con personal a cargo. Y tus manos, tus manos de las cual me enamoré comenzaron en ese entonces a tener lastimaduras por el duro trabajo.
Te sentÃas pésimo, los chismes corrÃan por doquier. Todos temÃan los famosos despidos por reestructuración, vos también. Dos hijas tuyas dependÃan de tu ayuda económica, del amor que les dabas no, ese siempre sobraba y siempre te admiré por ello. El padre de mi hija era un abandónico, y vos fuiste más referente de ese rol que él.
Entonces cuando ya las cosas no daban para más, pensaste que tu madre, esa que no conocÃas te podÃa ayudar, tu amante te dijo que se iba a ocupar de hablar con un alto ejecutivo.
Y entre amenazas de muerte por parte de compañeros y el miedo natural a quedarte sin empleo, volvà a aparecer en tu vida. Un trece de enero para ser mas exacta. Dándote un sabio concejo para tranquilizarte y otorgándote la posibilidad de verme de nuevo.
SabÃa que no te ibas a quedar sin trabajo, incluso te dije:
- Van a caer espadas de punta, pero a vos nadie te va a dañar, estas protegido.
Todo el amor que te tenÃa y te tengo lo iba a hacer.
¡Si tan solo comprendieras lo que puedes lograr amando!
No sé si interpretaste lo que te comente, pero seguiste al pie de la letra mis indicaciones, y volvió la paz a tu alma.
Pero en forma implÃcita ella tenÃa que competir, y asà seguÃan sus intervenciones, una tras otra...
Que se iba a encontrar con los matones, para tenderles una trampa y que su esposo los iba a poner presos....
Que tal ejecutivo te iba a aumentar el sueldo y te iba a trasladar de puesto...
Que tenÃa los sobres que le habÃa dejado Eleonora por si algo le pasaba y que ella tenÃa que repartirlos en una fecha determinada...
Que habÃa recibido una paliza de parte de los hombres que te amenazaban, pero que no le importaba porque lo hacÃa para ayudarte...
Entonces soñé...
Y bien sabÃas que mis sueños eran proféticos.
¡ExistÃa tu madre!
Pero como nunca pude establecer tiempos, tal vez fuera en esta vida o en otra anterior tuya. Y la historia comenzó a ser mÃa.
Cuando te la conté te dije:
- Tené cuidado con la Loba, no puede enterarse de nada.
- ¿Pero quién es? – me respondiste
- Tu madre no quiere que ella se entere, además Eleonora no es su nombre – afirmé.
TenÃas los medios económicos necesarios para hacerte el análisis genético con Beatriz. Pero no lo hacÃas, más bien le reclamabas datos. FotografÃas tuyas dentro de su vientre, de tu niñez..
No las poseÃa y eso te llevaba a afirmar.¡ Eras adoptado!
Mi mente era un torbellino de dudas. SabÃa que una persona super celosa podÃa fabular con ello. Y tu eras celoso.
Un poco porque no tenÃa la certeza de que era verdad y otro poco porque cuando decÃa algo corrÃas a contárselo a ella, aún cuando me decÃas que no lo hacÃas, deje de ocuparme del caso.
Y pasó el tiempo... Un dÃa de esos me llamaste para avisarme que te habÃas separado de ella, te dolÃa. Igual ya habÃas conocido a tu actual pareja, con la cual ibas a convivir.
- ¡Qué cosa, No!
Me pareció rarÃsimo que en tu departamento me atendiera tu hermana, a la cual se lo habÃas prestado. No te atreviste a darme la noticia.
Mientras tanto en mà se habÃan modificado mis sentimientos, si bien ya no te amaba como hombre, lo hacÃa como persona.
Y con casi once años de estar juntos, volvà a ocuparme de tu tristeza.
Por eso escribo, a lo mejor este relato llega hasta las manos de MarÃa, porque ese es el nombre de tu madre Dan y al leerlo se conmueve y por fin aparece.
Porque la verdad ya no sé más que hacer para localizarla y a veces no me es posible soportar la presión que ejerces sobre mi, has depositado toda tu esperanza sobre mis hombros y esto pesa mucho. Soy una simple mujer que te ama, te acompaña, y que sobre todas las cosas desea que seas feliz.
Cristal
Graciela Anfossi
DNI: 11.356.166
Esta historia comenzó con otra historia paralela. Tu compañero no querÃa atenderla. Y un poco para sacársela de encima y otro para distraerte le hablaste. Sabias que la cautivarÃas con tu voz y tu manera de hablar. No te costó mucho introducirla en tu vida. TenÃa un par de años menos que vos y un buen cuerpo.
Era casada y eso no te detuvo, menos compromiso.
- ¿En serio le creÃste el famoso – no me llevo bien con...?
Aún no habÃas cerrado lo que pasó con tu ex y buscaste cerrar lo mÃo. Aquel jueves cuando me llamaste llovÃa mucho y sabÃa que ibas al encuentro de ella.
¿Escapabas?
No, claro que no. Era más fácil dejarte amar que permitirte amarme.
Aún conservo las fotos de mi cumpleaños numero cuarenta y uno que sacara mi amigo Luis y al mirarlas veo reflejada en mis pupilas la tristeza mas infinita que se puede padecer, cuando se conoce la verdad, sólo comparable a la pérdida de una madre.
Y la mujer comenzó a considerarse tu novia.
Se escapaba del hogar dejando sus hijos al cuidado de su compañero.¡Era tan gordo!...
Y te dijo por aquel entonces que trabajaba en la casa de una señora con un muy buen pasar económico allá en la zona sur de Buenos aires.
En el lugar que iba a comenzar la otra historia...
Quizás te faltaban las fantasÃas reales que vivÃas a mi lado, aquellas que en un momento te obsesionaron pero que extrañabas. Sea de la forma que sea ella se enteró de mi existencia. Y jugó al papel de vÃctima con vos.
¡Qué ibas a saber por el infierno de dolor que yo estaba atravesando, si no te lo habÃa dicho!
Y me llamaste...
- Ayúdame, tienes que hacerlo, se va a matar. Sólo vos podes hacerlo.
Me decÃas del otro lado del tubo sin ver que temblaba al escuchar tu voz por primera vez después de tanto tiempo, casi seis meses...
Ella fingÃa como la mejor actriz de un protagónico de novela. Tratando de llamar tu atención sabiendo que el perÃodo de la pasión contigo habÃa entrado en su etapa final. Y yo sin podértelo decir para que no me acuses de mentirosa o de celosa.
- ¿Porqué no le mueves las estrellas? – dije recordando lo vivido allá en La Cruz.
- No puedo hacerlo, no soy Dios – fue tu respuesta.
Cometà en ese instante, mi primer pecado de soberbia espiritual por el cual aún hoy peno.
- ¡Pero qué queres que haga! – exclamando más que preguntando.
- No lo sé
Y me contaste que ella preferÃa sufrir y dejarte antes que dejar al marido. Para que seas feliz, argumentaba.
Una vez más sin saber quién hablaba por mà ya que el corazón me sangraba por dentro y dándome cuenta en ese instante lo que era amar dije:
- Esta bien pásame el teléfono y el nombre. Le voy a hablar.
- Bien – cortando luego de darme los datos.
Cuando llamé me atendió el marido, aduje ser una amiga de ella. En la casa todo era una algarabÃa y él estaba orgulloso con su felicidad, jugando con los niños. Se escuchaba una televisión prendida.
- Soy Elena – al escuchar su voz
- Ah – cambiando al instante su tranquilidad.
- Dan está muy triste con lo que te pasa
- No quiero que sufra por eso mejor es que viva sin mi – con voz lastimera.
- Escúchame, voy a llamarte durante siete dÃas seguidos, ni uno más ni uno menos.
¡ Qué dura misión!
Durante esa semana trabaje la autoestima y la necesidad de que no cortara de esa manera Con Dan. Comprendiendo el porqué de dar felicidad a los que amamos. El último dÃa me preguntó si me gustaba el tango aduciendo que estaba tan bien después de comunicarse conmigo que pretendÃa regalarme una colección completa.
SonreÃa al escucharla ya que nada le creÃa, pues en el transcurso de nuestros diálogos me habÃa dado cuenta que se tranquilizaba al pensar que mi persona no representaba ningún problema para su relación extramarital. y por más que haya puesto el sumo esfuerzo en averiguar algún dato sobre mi, me las arregle para girar el rumbo de la conversación y no decirle nada.
- Gracias, no se como lo conseguiste, estamos súper bien
- Por nada Dan, por nada – susurrando apenas, mientras que por mi mejilla se deslizaba una lágrima.
En compensación por sus logros la llevaste a Mar Del Plata. Allà te vio el novio de mi hija que también vacacionaba en el lugar. Nunca me lo contaste, tampoco él, pero mis ojos ya te habÃan visto a través de mi corazón y ninguno de los dos se enteraron, no se los dije. Para qué agregar dolor cuando el casi niño sabÃa que te amaba y ese amor representaba para él un ejemplo a seguir. Porque para enseñar sobre los sentimientos, fuiste un gran maestro.
No habÃas desarrollado tu capacidad para amar, sino más bien la habilidad para hacerlo, es por ello que el tedio te inundaba de nuevo al poco tiempo de regresar de esa mini luna de miel.
No podÃas comunicarte conmigo, me habÃa mudado dejándote sin dirección ni teléfono donde ubicarme, y en ese instante nació la otra historia..
Eleonora...
Quizás para satisfacer los diálogos faltantes o quizás para despejar la cruda realidad que te envolvÃa comenzaste a escuchar sus relatos.
Haciendo uso de su inteligencia y su vivacidad por haberte observado situó justo el principio en donde tu padre habÃa estado, la ciudad feliz, la costa balnearia más importante de Buenos Aires por aquel entonces.
Eleonora era viuda, era su patrona y contaba con sesenta y ocho años aproximadamente y en su solitaria vida sin hijos, no los habÃa tenido en su matrimonio; confiando en su discreción le habÃa dicho que existÃa un hijo del cual no se habÃa hecho cargo. Era una anciana muy simpática, de pelo blanco, elegante en su andar. Usaba bastón.
Y el resto corrió por tu cuenta.
Ahora esperabas con ansiedad los encuentros con ella, para tener novedades del vivir de la señora.¿SerÃa la madre que buscabas?
En la mayorÃa de las telenovelas siempre hay una que se espera encontrar, porque no hacerlo vos también. Ya tenÃas una, pero no satisfacÃa tu alta necesidad de ternura, y caricias que te faltaban.
Te costaba tomar la decisión de conocerla, y le expresaste que para tu cumpleaños irÃas, y...
Oh casualidad, para esa fecha ella viajó al interior.
Entre sus propiedades tenÃa una en Tres arroyos, hasta allà la fue a buscar un sobrino por parte del marido y en una discusión por el vil metal de un ataque al corazón, se habÃa ido de este mundo.
¿Y ahora con qué te iba a entretener?
Las cosas en tu trabajo no marchaban bien, los sindicalistas no se ponÃan de acuerdo con el monto del aumento de los sueldos. Para colmo habÃas renunciado a tu efectividad y depositando tu confianza en un pariente no invertiste en el lugar adecuado, la cifra cobrada por tal acto.
Eras un contratado ahora, ya no más un encargado de sector con personal a cargo. Y tus manos, tus manos de las cual me enamoré comenzaron en ese entonces a tener lastimaduras por el duro trabajo.
Te sentÃas pésimo, los chismes corrÃan por doquier. Todos temÃan los famosos despidos por reestructuración, vos también. Dos hijas tuyas dependÃan de tu ayuda económica, del amor que les dabas no, ese siempre sobraba y siempre te admiré por ello. El padre de mi hija era un abandónico, y vos fuiste más referente de ese rol que él.
Entonces cuando ya las cosas no daban para más, pensaste que tu madre, esa que no conocÃas te podÃa ayudar, tu amante te dijo que se iba a ocupar de hablar con un alto ejecutivo.
Y entre amenazas de muerte por parte de compañeros y el miedo natural a quedarte sin empleo, volvà a aparecer en tu vida. Un trece de enero para ser mas exacta. Dándote un sabio concejo para tranquilizarte y otorgándote la posibilidad de verme de nuevo.
SabÃa que no te ibas a quedar sin trabajo, incluso te dije:
- Van a caer espadas de punta, pero a vos nadie te va a dañar, estas protegido.
Todo el amor que te tenÃa y te tengo lo iba a hacer.
¡Si tan solo comprendieras lo que puedes lograr amando!
No sé si interpretaste lo que te comente, pero seguiste al pie de la letra mis indicaciones, y volvió la paz a tu alma.
Pero en forma implÃcita ella tenÃa que competir, y asà seguÃan sus intervenciones, una tras otra...
Que se iba a encontrar con los matones, para tenderles una trampa y que su esposo los iba a poner presos....
Que tal ejecutivo te iba a aumentar el sueldo y te iba a trasladar de puesto...
Que tenÃa los sobres que le habÃa dejado Eleonora por si algo le pasaba y que ella tenÃa que repartirlos en una fecha determinada...
Que habÃa recibido una paliza de parte de los hombres que te amenazaban, pero que no le importaba porque lo hacÃa para ayudarte...
Entonces soñé...
Y bien sabÃas que mis sueños eran proféticos.
¡ExistÃa tu madre!
Pero como nunca pude establecer tiempos, tal vez fuera en esta vida o en otra anterior tuya. Y la historia comenzó a ser mÃa.
Cuando te la conté te dije:
- Tené cuidado con la Loba, no puede enterarse de nada.
- ¿Pero quién es? – me respondiste
- Tu madre no quiere que ella se entere, además Eleonora no es su nombre – afirmé.
TenÃas los medios económicos necesarios para hacerte el análisis genético con Beatriz. Pero no lo hacÃas, más bien le reclamabas datos. FotografÃas tuyas dentro de su vientre, de tu niñez..
No las poseÃa y eso te llevaba a afirmar.¡ Eras adoptado!
Mi mente era un torbellino de dudas. SabÃa que una persona super celosa podÃa fabular con ello. Y tu eras celoso.
Un poco porque no tenÃa la certeza de que era verdad y otro poco porque cuando decÃa algo corrÃas a contárselo a ella, aún cuando me decÃas que no lo hacÃas, deje de ocuparme del caso.
Y pasó el tiempo... Un dÃa de esos me llamaste para avisarme que te habÃas separado de ella, te dolÃa. Igual ya habÃas conocido a tu actual pareja, con la cual ibas a convivir.
- ¡Qué cosa, No!
Me pareció rarÃsimo que en tu departamento me atendiera tu hermana, a la cual se lo habÃas prestado. No te atreviste a darme la noticia.
Mientras tanto en mà se habÃan modificado mis sentimientos, si bien ya no te amaba como hombre, lo hacÃa como persona.
Y con casi once años de estar juntos, volvà a ocuparme de tu tristeza.
Por eso escribo, a lo mejor este relato llega hasta las manos de MarÃa, porque ese es el nombre de tu madre Dan y al leerlo se conmueve y por fin aparece.
Porque la verdad ya no sé más que hacer para localizarla y a veces no me es posible soportar la presión que ejerces sobre mi, has depositado toda tu esperanza sobre mis hombros y esto pesa mucho. Soy una simple mujer que te ama, te acompaña, y que sobre todas las cosas desea que seas feliz.
Cristal
Graciela Anfossi
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se lo digo a mi prima
@CRISTALMUNDO 05/11/2006
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