Continuemos con lo que nos queda (te aseguro que no es poco)
Publicado por
@LUDAVITO
Lo que sigue es traducción literal de un artículo del crítico musical Jack Riemes, publicado en 2001 en el Houston Chronicle. Creo que alguna vez lo he publicado en la´página pero nunca está de más releerlo.
El 18 de Noviembre de 1995, el violinista Itzhak Perlman ingresó al escenario del Avery Fisher Hall, en el Lincoln Center de Nueva York. Si alguna vez tuviste la suerte de asistir a un concierto de Perlman, sabrás que el simple hecho de ingresar al escenario no es un logro menor para él. Siendo niño, tuvo polio, y hoy se desplaza trabajosamente con muletas y unos refuerzos ortopédicos en ambas piernas. Verlo atravesar el escenario lentamente, es sobrecogedor. Camina dolorosamente pero con dignidad hasta llegar a su silla.
Entonces se sienta lentamente, coloca sus muletas en el piso, afloja sus refuerzos ortopédicos, recoge un pié hacia atrás, y extiende el otro hacia adelante. Luego se agacha y toma su violín, lo acomoda bajo su mentón, le da la señal al director, y comienza a tocar.
A esta altura, la audiencia está acostumbrada a este ritual. Todos observan callados mientras él se desplaza hasta su silla. Permanecen sentados en respetuoso silencio mientras él afloja sus refuerzos, y lo esperan hasta que comienza a tocar.
Pero esta vez, algo anduvo mal. Justo cuando concluían los primeros compases, una de las cuerdas de su violín se rompió y salió disparada como un látigo hacia la platea. No había dudas de lo que significaba ese chasquido. Tampoco había dudas de lo que Itzhak tendría que hacer.
Los que estábamos allí esa noche pensamos que tendría que ponerse de pié, calzarse los refuerzos nuevamente, tomar las muletas y retirarse del escenario, ya sea para conseguir otro violín, o para cambiar la cuerda rota.
Pero no fue así.
En realidad esperó un momento, cerró los ojos, y le dió la señal al director para que comenzara de nuevo. La orquesta comenzó a tocar, y él tocó con tal fuerza y pasión, y con tal pureza como nunca antes lo había hecho. Por supuesto, cualquiera sabe que es imposible tocar una obra sinfónica con sólo tres cuerdas. Lo sé yo y lo sabés vos. Pero esa noche, Itzhak Perlman se negó a saberlo. Se lo podía ver modulando, cambiando, recomponiendo la pieza en su cabeza. En un momento, sonaba como si estuviera cambiando la afinación de las cuerdas para lograr sacarles nuevos sonidos que nunca antes habían emitido.
Cuando terminó, hubo un silencio absoluto. Entonces el público se puso de pie y hubo una ovación extraordinaria desde cada rincón de la sala.
Todos lo aclamábamos a viva voz, y haciendo todo lo que podíamos hacer para expresarle cuánto apreciábamos lo que había hecho.
El sonrió, se secó el sudor de la frente, levantó su arco para pedir silencio, y dijo - modestamente, en un tono tranquilo, casi reverente:
- " A veces, es tarea del artista descubrir cuánta música aún se puede hacer con lo que a uno le queda..."
¡ Qué frase ! Quedó resonando en mi mente por siempre desde que la escuché. ¿Quién sabe? Quizás ésta sea la definición de la vida - no sólo para los artistas, sino para todos nosotros.
Un hombre que se preparó toda su vida para tocar música con un violín de cuatro cuerdas, en medio de un concierto se encuentra repentinamente con un violín de tres. Entonces hizo música con solo esas tres cuerdas. Y la música que hizo esa noche con sólo tres cuerdas fue más hermosa, más sagrada y más memorable, que cualquiera que haya hecho antes cuando contaba con las cuatro.
Tal vez nuestra tarea en este mundo cambiante, vacilante, desconcertante en el que vivimos, sea hacer música con lo que tenemos, y entonces, cuando eso ya no sea más posible, sea hacer música con lo que nos queda.
Jack Riemes, Houston Chonicle, 10-02-2001
El 18 de Noviembre de 1995, el violinista Itzhak Perlman ingresó al escenario del Avery Fisher Hall, en el Lincoln Center de Nueva York. Si alguna vez tuviste la suerte de asistir a un concierto de Perlman, sabrás que el simple hecho de ingresar al escenario no es un logro menor para él. Siendo niño, tuvo polio, y hoy se desplaza trabajosamente con muletas y unos refuerzos ortopédicos en ambas piernas. Verlo atravesar el escenario lentamente, es sobrecogedor. Camina dolorosamente pero con dignidad hasta llegar a su silla.
Entonces se sienta lentamente, coloca sus muletas en el piso, afloja sus refuerzos ortopédicos, recoge un pié hacia atrás, y extiende el otro hacia adelante. Luego se agacha y toma su violín, lo acomoda bajo su mentón, le da la señal al director, y comienza a tocar.
A esta altura, la audiencia está acostumbrada a este ritual. Todos observan callados mientras él se desplaza hasta su silla. Permanecen sentados en respetuoso silencio mientras él afloja sus refuerzos, y lo esperan hasta que comienza a tocar.
Pero esta vez, algo anduvo mal. Justo cuando concluían los primeros compases, una de las cuerdas de su violín se rompió y salió disparada como un látigo hacia la platea. No había dudas de lo que significaba ese chasquido. Tampoco había dudas de lo que Itzhak tendría que hacer.
Los que estábamos allí esa noche pensamos que tendría que ponerse de pié, calzarse los refuerzos nuevamente, tomar las muletas y retirarse del escenario, ya sea para conseguir otro violín, o para cambiar la cuerda rota.
Pero no fue así.
En realidad esperó un momento, cerró los ojos, y le dió la señal al director para que comenzara de nuevo. La orquesta comenzó a tocar, y él tocó con tal fuerza y pasión, y con tal pureza como nunca antes lo había hecho. Por supuesto, cualquiera sabe que es imposible tocar una obra sinfónica con sólo tres cuerdas. Lo sé yo y lo sabés vos. Pero esa noche, Itzhak Perlman se negó a saberlo. Se lo podía ver modulando, cambiando, recomponiendo la pieza en su cabeza. En un momento, sonaba como si estuviera cambiando la afinación de las cuerdas para lograr sacarles nuevos sonidos que nunca antes habían emitido.
Cuando terminó, hubo un silencio absoluto. Entonces el público se puso de pie y hubo una ovación extraordinaria desde cada rincón de la sala.
Todos lo aclamábamos a viva voz, y haciendo todo lo que podíamos hacer para expresarle cuánto apreciábamos lo que había hecho.
El sonrió, se secó el sudor de la frente, levantó su arco para pedir silencio, y dijo - modestamente, en un tono tranquilo, casi reverente:
- " A veces, es tarea del artista descubrir cuánta música aún se puede hacer con lo que a uno le queda..."
¡ Qué frase ! Quedó resonando en mi mente por siempre desde que la escuché. ¿Quién sabe? Quizás ésta sea la definición de la vida - no sólo para los artistas, sino para todos nosotros.
Un hombre que se preparó toda su vida para tocar música con un violín de cuatro cuerdas, en medio de un concierto se encuentra repentinamente con un violín de tres. Entonces hizo música con solo esas tres cuerdas. Y la música que hizo esa noche con sólo tres cuerdas fue más hermosa, más sagrada y más memorable, que cualquiera que haya hecho antes cuando contaba con las cuatro.
Tal vez nuestra tarea en este mundo cambiante, vacilante, desconcertante en el que vivimos, sea hacer música con lo que tenemos, y entonces, cuando eso ya no sea más posible, sea hacer música con lo que nos queda.
Jack Riemes, Houston Chonicle, 10-02-2001
Comentarios
@LUDAVITO
24/02/2007
Este texto siempre me emocionó. Que lección de vida!!!
Cuando uno vive el presente, cuando lo vive con real PASION y se sabe parte fundamental de este infinito Universo, las circunstancias pasan a un segundo plano y los obstáculos se convierten en peldaños que nos elevan aún más en la escalera de la Vida.
Sigamos interpretando esta sinfonía y no nos detengamos nunca.
El intérprete es SIEMPRE más poderoso e importante que los instrumentos con los que cuenta.
Un abrazo para todos.
Luis Daniel
@OJOSVERDES
24/02/2007
y si nos detenemos, que sea por poco tiempo, para reinventar la sinfonia...
lo mejor, siempre esta por venir, aunque a veces no nos demos cuenta...
@QUIQUERAF
24/02/2007
el mundo de uno mismo es simplemente uno mismo.........
---------------------------------------------------------
PD: no puedo creer es que ojosverdes haya leido todo.....todo el texto........ eso es un MILAGRO!!!!!!
@OJOSVERDES
24/02/2007
a mi mas que conmoverme, me carga las pilas, para darme cuenta de todo lo que tengo para dar, que no es poco...
@LUDAVITO
24/02/2007
Eso Ojosverdes!!!! Así se habla!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Besos.
@OJOSVERDES
24/02/2007
:))))))))
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