La muerte del Chacho


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Publicado por
@JORJAR

04/07/2007#N16216

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Cuente la copla de pueblo: - La muerte de Peñaloza.
Desarmado lo mataron, - así, nomás, es la cosa.

(Romance)

Yo he visto gemir al tigre, - y vi llorar al quebracho,
han de dejar que les cuente - cómo mataron al Chacho.
Como varón se sostuvo - de la cabeza a los pies,
finó el doce de noviembre - del año sesenta y tres.
Con entereza total, - se allanó a perder la vida.
¡Digan si se vio en La Rioja - una estampa parecida¡.
Sesenta y cinco veranos - ya cuenta ese Peñaloza.
Ver su provincia invadida, - el corazón le destroza.
Ya de la riojana sangre, - el suelo nativo entintan.
Las hartas canas al Chacho - en las sienes se le pintan.
Cuando en San Juan, la Victoria - le mezquinó sus halagos,
se sintió ese general - tironeado por sus pagos.
En llegando a Loma Blanca, - como quién va para Olta,
en el rancho de un tal Oros, - va a alojarse con su escolta.
El Mayor Pablo Irrazabal - los desbarata en Caucete,
va con orden de apretarlos, - pa' ver si los somete.
Y respirando rencor, - con una saña de fiera,
para perseguir al Chacho, - destaca a Ricardo Vera.
¿Con qué ánimo ha de ver éste, - comisión que se le cuadre,
si el general Peñalosa - era su amigo y compadre?.
Más bien iba, por si acaso, - a pactar la rendición,
por si ese Chacho, - acatara la fuerza de la nación.
Bajo una lluvia finita - con su gente, llega Vera,
desmonta y en un abrazo - con el Chacho se entrevera.
y allí le dice "Compadre, - su causa, es causa perdida.
Si usted se rinde al gobierno, - yo le aseguro la vida.
Ponga fin a sus trabajos - entre gente montonera.
Entréguese a la nación, - no es una fuerza extranjera".
Como mirando a lo lejos - queda el Chacho fijamente
en su catre de algarrobo, - mateaba tranquilamente.
Por fin, por segura prenda - de aquel pacto tan sencillo,
en señal de acatamiento, - ha entregado su cuchillo.
Ya la mucha edad al Chacho, - su brío porfiado vence.
Ya con aquellas razones, - su compadre lo convence.
Un tal Regalado Campos, - chasca en esa situación,
va a dar a aquel Irrazabal - parte de la rendición.
Más llega el dicho Irrazabal, - con toda la rabia junta
y sin desmontar, a Vera, - "¿Cuál es el Chacho?", pregunta,
Y al saberlo, allí, nomás, - ciego de fiera venganza,
se le viene a Peñaloza, - y de un lanzazo lo avanza.
Rendido de buena fe, - pues hasta entregó el cuchillo,
en semejante ocasión, - ¿qué iba a hacer ese caudillo?
En mentira y felonía - todo se le trueca -pienso-
por darle seguridad, - lo lancean indefenso.
Mudos quedan de sorpresa, - quienes lo están contemplando,
se le hundió hasta la moharra, - y el asta quedó temblando.
Todavía moribundo, - pudo, firme, ser oído:
"¡Cobarde!", murmura el Chacho. - "¡Matar a un hombre rendido¡".
Allí lo dejan, después - de semejante atropello.
Tiene la boca entreabierta, - tiene un rosario en el cuello.
Como una tigra, llorando - de pena que la acongoja,
ciega de dolor, la Vito - con furia se les arroja.
Alguno, más comedido, - de un talerazo la acuesta,
cuando ese Pablo Irrazabal - suelta su rabia funesta,
y señalándolo al Chacho, - doblado en sus estertores,
grita, ese mayor sin hiel: - "¡A ver¡ ¡Cuatro tiradores¡".
En un orcón de algarrobo, - el Chacho queda sujeto.
¡Ya le pegan cuatro tiros¡ - ¡Ya el crimen está completo¡.
Y para que haya, señores, - de todo, como en botica,
a la cabeza del Chacho, - la exponen en una pica.
¡Lindo es salirle a la muerte - en cualesquier entrevero¡.
¡Pero otra cosa, es que a un hombre, - lo maten como cordero.
¡Ya se acabó Peñaloza¡. - ¡Ya lo pudieron matar¡.
Tengan cuidado, señores, - ¡no vaya a resucitar¡.

AUTOR::

Vicente Osvaldo Cutolo

 

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