Cronica de una desaparición y el despertar del alma P82 4ta


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Escrito por
@GIUSTINO

23/02/2009#N25447

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TERCERA PARTE.
 
 
Día veinte.
 
 
   Amanece, todo es absolutamente diferente, hay silencio, sólo se escucha la voz esporádica de los guardias. La tonada me indica que provienen de provincias del interior del país.
   Debo de ser una braza ardiente para ellos, todos se desprenden de mí, sin tomar realmente decisión alguna, todos se libran pasándome a otro grupo.
   Estoy realmente aislado, no escucho gritos de ninguna clase, ni de órdenes, ni aquellos que surgen de los interrogatorios. 
   Un pájaro a lo lejos, me ilumina el día.
   Después de algunas horas de tranquilidad, me vienen a buscar, me sacan la cadena que me sujeta a la pared, me llevan. 
   Bien, todo habrá de comenzar nuevamente, ya es el cuento de la buena pipa. 
   Después de caminar un largo trecho, sin palabra alguna me detienen, allí me quedo.
   ¿Qué me espera esta vez? 
   Creí estar esperando frente   alguna sala o despacho, no es así ya estoy en la reunión…
   Mientras me levantaban del piso donde fui a parar por un terrible cross de derecha, comprendí como seria el castigo, habían accedido a mi pedido de no darme picana, decidieron utilizarme de muñeco, para sus prácticas de boxeo.
   Me paran nuevamente.  
   Dejo el cuerpo tan flojo como puedo, cuanta impotencia, estoy encapuchado y con mis manos atrás de la espalda atadas, que mierda que son, cobardes disfrazados de valientes.
   Trato de intuir de dónde viene el próximo golpe, apenas lo siento me tiro lo mas lejos posible.  
   -¡No le pegues tan fuerte, que no va a aguantar nada! – exclama uno. 
   En los próximos golpes repito la maniobra, trato de aminorar los impactos.
   No se cuanto tiempo pasa, pero los golpes ya empiezan a producir su efecto, me cuesta mantenerme parado…
   …Me despierto, me toco la cabeza, la tengo llena de sangre, alguien me habla, no entiendo. 
   -¡Querés que te lleve a la enfermería? – me dice.
    -¿Po…Por qué? - pregunto atontado.  
   -Te pegaste contra la pared – me explica. 
   -No, no hace falta, por favor llévame a mi celda – le pido. 
   Estaba nuevamente sobre el destartalado colchón, encadenado a la pared, de a poco recobro la lucidez.
   Es la quinta vez que viene el guardia a preguntarme si duermo y a prohibirme que me acueste, quiere que permanezca sentado en el piso. Cuando cae la noche, entiendo el porqué viene a cada rato el guardia a ver si estoy, acostado.
   La estrategia es, no dejarme dormir.
 
Día veintiuno.
 
 
   Cada vez que viene el guardia a preguntar si duermo, yo apoyado sobre la pared contesto no señor. Aún estando dormido.
   La premisa es: Que no hable, no duerma, no me acueste y no me pare. 
   Gracias, siento que estoy en mi desierto. 
   Siguiendo sus propios instintos, es durante la noche que vienen con mayor frecuencia a vigilar mi sueño.
   Por lo tanto es mejor descansar de día. 
   Es de noche, escucho un silencio maravilloso, sólo interrumpido aproximadamente una vez a la hora por el guardia, que denota el cansancio en su voz.  
   Por primera vez, me siento realmente bien, todo indica que las torturas físicas, por el momento, quedan de lado.
    He aprendido en estos veinte días qué es vivir cada día como si fuese el último, aquí no es una metáfora, es la más profunda realidad.
   Los acontecimientos desde mi secuestro los veo como en una pantalla, se detiene en cada suceso trascendente.
   Lo vivo como si no estuviese involucrado en ellos, es mas, soy tan solo un espectador.
   Mejor aprovecho esta paz para meditar. 
   Sentado sobre el colchón, estiro mis piernas y apoyo mi hombro izquierdo contra la pared.
   Paso lista a las distintas partes de mi cuerpo, comenzando por los pies, los muevo y aflojo, luego paso a las pantorrillas, a los muslos, a las caderas y al abdomen, cuando llego al pecho me concentro en mi corazón y le doy las gracias por no haberme fallado en ningún momento, le pido que siga igual.
   El cuello esta mucho más flojo que en otras oportunidades, mi cabeza, reponiéndose de su corte de seis centímetros.
   Cuando noto que logré toda mi atención, la dirijo a la respiración, el aire, entra y sale de mis fosas nasales, puedo escuchar su sonido.
   Me sorprendo que no las esté contando, en lugar de contar con cada respiración digo, gracias Señor.
   Empleando en pronunciar las palabras el mismo tiempo que demoran mis largas respiraciones.
   No sé cómo describir lo profundo, placentero, y maravilloso que es este momento.
   Después de la meditación, en el silencio de la noche, toma nuevamente fuerzas, el querer entender, como es nuestro ser, como es nuestra evolución… 
   Con todo el tiempo a mi disposición, y sin nadie que pueda censurar mis ideas, bosquejo respuestas a las preguntas, sabiendo que no serán ni más ni menos verdaderas que las de nadie. Serán para mí.
   Lo primero que viene a mi mente es que por fin en este último siglo, la ciencia y la religión comienzan a converger. 
   Quinientos años atrás, era más que suficiente motivo para la hoguera si se atrevía alguien a expresar cualquier conocimiento, que hoy es normal para un niño.
   La tierra no es el centro del universo, las convulsiones por epilepsia, no significa estar poseído por el demonio.
   El universo es creado a través de una explosión, que libera cantidades inimaginables de energía, afirma la ciencia, por lo cual sostiene que antes de la explosión, la nada.
    Dios crea el universo de la nada afirma la religión.
   Si todo es creado de la nada, la suma total debe ser igual a nada.
   ¿Será por eso que Dios tuvo que crear los opuestos, para que el equilibrio se mantenga? 
   La ciencia sostiene que los llamados agujeros negros son de tal magnitud, que cualquier cosa que entre en su campo de poder, literalmente desaparece, así se trate de una galaxia.  
   ¿Será que si sumamos la materia y la supuesta antimateria de estos agujeros negros el resultado sea nada?
   Será que el amor puro expresado por Dios en la creación, contiene a todos los otros sentimientos, y en su profundo equilibrio la suma de todos es igual a la paz.    ¿Será? 
   Estamos atrapados por nuestros precarios sentidos, que nos muestran una realidad absolutamente parcial.
   Me miro, me toco, tengo forma soy sólido.   ¿Es así? 
   Está absolutamente comprobado, que nuestro cuerpo es la unión de millones y millones de moléculas, que están formadas por átomos, que tienen un núcleo y los electrones giran a su alrededor.
   Comparativamente la distancia que existe entre el núcleo y los electrones es mayor que la distancia existente entre la tierra y el sol. Significa que es un 99,9999 % vacío.
   El electrón es vibración de energía que se enciende y apaga millones de veces por segundo, por lo tanto no se podrían capturar.
   El universo todo, se mueve con el mismo ritmo.
   Si nuestro sentido el de la vista, pudiese registrar a la velocidad de la luz, y no solo a dieciocho cuadros por segundo, nada sería sólido, todo el universo se vería como un gran espejismo cuántico. Detrás, la inteligencia suprema coordina esta infinita sopa cuántica, transforma el caos en galaxias, estrellas, mundos, mares, selvas, animales, seres humanos, pensamientos y emociones. 
   Seres humanos.
   ¿Por qué nos diferenciamos de nuestros hermanos inferiores, los animales?
   Se me ocurre una posibilidad.
   En algún momento de la evolución, Dios nos asemeja a él, con el suspiro que nos engendra el alma, para que la verdadera evolución se produzca a través de ella.
   ¿Será por ese motivo, que hemos podido encontrar y reconocer la existencia de animales que han desaparecido de la faz de la tierra millones y millones de años atrás, y no encontramos a nuestro antecesor que debería haber habitado mucho después, menos que doscientos mil años atrás?
   ¿Será?
Entonces debo ser una infinitésima parte de polvo cósmico, con alma.
   ¡Porque no! 
   Es hora de descansar.
 
Día veintidós.
 
 
   Aún con mis creencias de anoche. Luego de haber recibido varias patadas acompañando a la pregunta:    -¿Está durmiendo?- 
   Retorno a mi monólogo.
   Si el alma evoluciona para volver a fundirse con Dios, entonces, Dios no es una elección, es una necesidad.
   Por eso al acercarnos a él, nos libera del miedo a la muerte, y le da sentido a la vida.
   Meditando sobre todo esto, me nace una pregunta. 
   ¿En qué consistió la evolución del alma encerrada en el hombre primitivo hasta hoy?
    Los primeros hombres habitaron las llanuras de África.
   ¿Cómo sentían a su Dios?
   Si cada día, me ocupo de sobrevivir en un medio altamente hostil, dominado por animales mejor dotados que yo, donde el leopardo de dientes de sable me podría partir con su mordida, debo competir con ellos para sobrevivir y alimentarme, entonces mi Dios es bueno cuando me deja alimentarme y seguir viviendo. 
   Allí nacen mis primeros instintos, de lucha – huida, éstos no son mis instintos más bajos, son mis primeros instintos, necesarios para sobrevivir en un terreno tan hostil.
   Mi Dios es bueno, si me permite destruir a mi enemigo, antes de que él me destruya a mí.
   En cada célula de nuestro cuerpo ha quedado grabado, las memorias de los primeros ancestros en sus feroces días de supervivencia.
   Recién allí empieza nuestra evolución, recién comenzamos a dejar el camino animal 
   Al lastimarme las cadenas que me mantienen prisionero, hacen que mi mente regrese a la celda.
   El dolor que siento en la muñeca me recuerda el sufrimiento diario que se nos infringen continuamente a todos los encarcelados.
   Viene a mí memoria aquel que denominaban ” el turco”, el estado salvaje que lo poseía cuando castigaba a los indefensos prisioneros, cuando los reunía en el patio todos desnudos y con los ojos vendados, los azotaba con cadenas en forma indiscriminada, sin razón alguna, salvajemente.   
   ¿En que estado se encuentra el alma de este ser…?
   Esto me hace pensar que no todas las almas evolucionan de igual modo ni al mismo tiempo.
   En la primera etapa, de la evolución, el hombre mezcla sus sentimientos de miedos y agresividad.
   La supervivencia es lo esencial, el Dios que se venera mezcla bondad con castigo y decide cuándo el hombre se hace merecedor a uno u otro.
   Con esta memoria grabada en la parte primaria del celebro, ante lo que se considere una agresión, o de algún modo se sienta como amenaza, actuará nuestro primer instinto, el de lucha - huida.
   Este instinto esta tan profundamente arraigado en nosotros, que se expresa casi cotidianamente, aun ante insignificantes acontecimientos en el transito de la ciudad. El signo más característico de el, es la aceleración de nuestro corazón, inducido por la adrenalina que despedimos ante alguna agresión, real o imaginaria.
   Este primer instinto, nos sirvió para poder sobrevivir como especie, nuestra evolución fue tal que no poseemos enemigos naturales en todo el planeta, el único enemigo del hombre sobre la tierra es el hombre.
   ¿Será que al no tener enemigos naturales, descargamos principalmente ese instinto de agresión contra nuestros pares?...
 
 
Día Veintitrés.
 
 
   Hoy amanecí con fuerte dolor y ruidos en mi panza.
   No es hora de que me saquen para ir a las letrinas, lo hacen una vez al día y por las tardes, lo necesito, lo voy a pedir.
    Escucho con atención los ruidos del guardia, cuando creo que está mas cerca le digo: 
   -Disculpe señor, tengo descompostura, ¿por favor me podrían llevar al baño?-
   -Yo la descompostura te la voy a quitar a patadas- es la respuesta.
   Lo único que puedo hacer es quedarme inmóvil.
   Mas tarde escucho que cambian la guardia, el de la puerta es otro, espero un rato e insisto. 
   -Oficial, por favor no doy más tengo que ir al baño…- 
   (Seguramente no es ningún oficial, pero dio resultado, al rato me llevan a las espantosas letrinas.) 
   Ya mas aliviado, de regreso a mi celda y nuevamente encadenado mi cuerpo, dejo volarme mi mente.
  ¿Cómo creo que continuó el camino de la evolución?
   La necesidad de protegernos y defendernos de los peligros, nos llevo a agruparnos cada vez en mayor numero, de ese modo fueron naciendo las tribus, pueblos, naciones, llegando al mundo de hoy.
   Lo importante de estos cambios consiste en que surge, lo mío, lo tuyo, yo quiero lo que tú tienes, quiero ser mejor, quiero más y más.  
   Quiero poder.  
   Este querer es tan ilimitado, que puedo querer el juguete de mi compañerito, el auto de mi vecino, el puesto de mi compañero, decidir yo, por el destino del mundo, hasta querer ocupar el lugar de Dios.
   Se desarrolla el ego, que no es malo en su justa medida, pero destructivo cuando todo lo abarca, porque el solo está volcado a lo aparente, hacia afuera, a lo material. 
   ¿Qué Dios venera aquel que ambiciona poder, qué Dios es bueno para él?
Aquel Dios que le permite tener poder.
   ¿Qué poder?
   Todo, todo sobre el ámbito en que esté.
   Hijos, cónyuge, vecinos, empleados, ciudadanos...
   Este es el mundo de competencia, en el cual el hombre está volcado exclusivamente para afuera.
   Esto viene ocurriendo desde hace miles de años.
   Si mi Dios es bueno, es aquel que me da poder, que permite que tenga todo lo que deseo.
   El mal está en el otro, que desea lo mismo, y no me deja que yo lo obtenga. 
 El mal, es el otro.
   De ese modo, pregonando el nombre de Dios, el hombre comete los actos más atroces e irracionales.
   Creo que alcanza con un solo ejemplo:
   La pequeñísima porción de tierra considerada la más sagrada, por miles de millones de hombres y sus religiones.
    Mil años atrás los cruzados bajo el grito de “Dios lo quiere”, masacraron cuatrocientos mil musulmanes. 
   Doscientos años después, los musulmanes bajo el grito de “Muera el infiel”, hicieron lo mismo con un millón de cristianos. 
   Hoy, las innumerables guerras y matanzas continúan allí. 
   Cuando hablamos de Dios, como si nos perteneciera en forma exclusiva, no entendemos el amor de Dios, sólo lo utilizamos para saciar nuestro ego. Es nuestro ego quien dice, si soy un fiel defensor de mi Dios, él me premiará, porque yo destruyo en su nombre a quienes no lo vean como yo lo veo.  
   Yo soy el dueño de la verdad.   Yo soy fiel a Dios. 
   Lo que realmente hace es situarse en el comienzo de la evolución del alma, apenas diferenciándose de los animales. 
   El instinto más común hoy, es el del poder. Es el segundo instinto, éste está basado en satisfacer las demandas del ego. 
   En este momento recuerdo al custodio de las botas y pantalón impecable. No importa matar, para obtener lo que tú tienes. 
   Cada vez creo más, en que cada alma recorre su propio camino.
 
Día veinticuatro.
 
 
   Hoy amanecí mucho mejor de mi estomago, igual no pienso comer, le pedí al que trajo el desayuno que si es posible me traiga solo agua, la mayor cantidad posible.
   Me dijo que iba a ver que hacia.
   Les gusta ejercer el poder aún siendo una miserable cuota, como esta de decidir si me da agua o no, y que cantidad… 
   Poder.
   Querer.
   Poseer.
   Mío, tuyo.
   Yo y el otro.
   Todo hacia afuera.
   Hace décadas que los psicólogos determinaron que la mayoría de las personas viven volcadas hacia afuera, valorando lo exterior. Dinero, riquezas, posesiones materiales, apariencia, no dijeron que todos nos damos cuenta del error.  
   Algunos, un minuto antes de la muerte. 
   Si Dios nos dio un alma, ella se encuentra en el interior de esta minúscula partícula cósmica que es nuestro cuerpo. Si es así, para acercarme a él, el viaje es hacia mi interior. La paz habita en mi alma.
   Nace mi tercer instinto, la búsqueda de armonía y paz. 
   No debemos confundir este viaje interior, con la introversión, que es una manera del ego de escapar a sus responsabilidades y ocultarse de sus miedos.
   Este tercer instinto, me habla de los valores espirituales que brindan, la oración, la meditación, y la contemplación silenciosa. 
   Este tercer instinto nace cuando comenzamos a comprender, que lo de este mundo finaliza en este mundo, y que este sueño denominado vida terrenal, dura lo mismo, que el que vivimos al dormir, cuando ingresamos al mundo de los sueños.
   Ambos, son absolutamente reales. Antes de despertar.
   Entonces cómo voy a renunciar a lo único verdaderamente valioso y eterno que poseo, por vivir el sueño terrenal.
   Cómo renunciar, a la paz del alma y vinculo con Dios. Cómo renunciar, al potencial puro, que después que despierte del sueño terrenal, me llevará a emerger a la realidad cuántica, aunque no sé en qué dimensión de espacio y tiempo. 
   Con los primeros instintos, los de supervivencia y poder, no parecería que mi Dios estuviese muy interesado por la paz.  
   Con mi tercer instinto, la paz es el objetivo de mi búsqueda de Dios. 
   El Dios del tercer instinto es: claridad de sentimientos, pensamientos, calma interior, contacto con nuestro ser. 
   En la oración, en la meditación voy sintiendo aun por momentos muy breves, verdadera y profunda paz. 
   La afinidad de este sentimiento con el alma es tal, que el deseo de regresar a él, es prácticamente constante. 
   Es la búsqueda de armonía y paz, el primer paso de la verdadera evolución, es el camino que nos regresa al Creador
 
Día veinticinco.
 
 
   Cuándo siento que lo terrenal no es todo, cuándo comienzo a experimentar periodos de verdadera paz y amor, a través del alma, mediante la oración y meditación, el tercer instinto cobra fuerzas y comienza realmente a crecer.
   El apoyo que reclamábamos en forma externa, desaparece es reemplazado por el apoyo interno, a partir del ser.
    La auto aceptación, es el camino a seguir, es el camino a nuestro interior, es el camino a Dios. 
   A partir de allí, comenzamos a utilizar la parte desaprovechada de nuestro cerebro, aquella que nos vincula con la intuición, con la mente universal, con Dios. 
   Trascendemos el instinto de paz y damos nacimiento al cuarto instinto, el de la creación. 
   Con él nace la inspiración. 
   La inspiración es un acto de gracia, es una bendición.
   Los ejemplos son miles, alcanza con escuchar las sinfonías de Mozart o Beethoven, con mirar las pinturas y esculturas de Miguel Ángel, con leer los postulados en todas las ciencias y arte de Leonardo y miles más. 
   Con este nuevo instinto nos damos cuenta de que la percepción de nuestros cinco sentidos, es una percepción primaria.
   Hay una percepción superior que desarrollamos a partir de cuarto instinto.
 
   Esta percepción superior proviene de la sabiduría de Dios.
 
Día veintiséis.
 
 
   Cuando nuestra vida cotidiana está alineada con el amor de nuestra alma. 
   Cuando la oración surge del corazón. 
   Cuando la paz de la meditación es el vivir. 
   Aparece el quinto instinto. 
   La percepción.
   Con él, nace la intuición-percepción. 
   En la medida que aumente el quinto instinto, la intuición se transforma en percepción plena, ésta abarca todo el entorno. 
   El alma se alimenta de Dios. 
   Cuando la humildad, caridad, misericordia y amor, lo es todo, nace el santo. 
   Santo, ser cuya alma vive en comunión con Dios.
   La santidad es el sexto instinto.
 
Día veintisiete.
 
 
   Cuando el ser habita en Dios, Dios habita en el ser. 
   Jesús. 
   Buda. 
   Mahoma.
   El resto del día estuve en oración.
 
 
Cuarta parte.
 
 
Día veintiocho.
 
 
   Muy temprano me mandan a buscar, era de esperar, como táctica me dejan pasar algunos días en calma para que me distienda y sea más vulnerable. Yo siento que no es así, es lo contrario, mi alma se fortalece más con cada día que puedo estar en oración y meditación.  
   Se identifican como consejo militar.
   Me quitan la capucha y en su lugar me ponen una venda negra, firmemente atada con doble cordón, dejan mi rostro al descubierto, lo que ocurre por primera vez.
Comienzan a dar nombres, a preguntarme por episodios, acontecimientos y fechas de supuestos actos terroristas, efectúan una larga y silenciosa pausa entre preguntas. (Era llamativo el silencio.)
   Todas las preguntas finalizan con la misma frase, ¿qué tiene que decir?
   La misma respuesta para todas
   -Nada que decir, señor.
   Luego, se escucha movimientos y ruidos de sillas, creo que cambia el auditorio.
   De pronto las mismas preguntas, acompañadas de una agresividad desmedida, gritos, insultos y un grandote que me eleva del piso tomándome del cuello.  
   Yo, las mismas respuestas: 
   -Nada que decir señor.-
    La presión que ejercen sobre mi cuello va en aumento, hasta dejarme sin aire, mis respuestas entrecortadas son siempre las mismas. 
  -Nada que decir señor.- 
   A media mañana me regresan a mi prisión.
   Mientras mi cuerpo sigue encadenado a la pared, y mis ojos tapados, yo me siento libre.
   Paseo en medio de una multitud.
   Contemplo sus rostros, miro sus ojos, quiero ver el color de sus almas.
 
 … Aquel, viene abriéndose paso entre las personas, denota que predomina en su alma, el rojo oscuro del primer instinto, el de la supervivencia.
   Su mirar es penetrante, sus movimientos cortos y bruscos, siempre dispuesto a saltar, la adrenalina en él es abundante.
 
   ¡Ole! Otro efectúa un pase de torero, lo deja pasar, lo mira por sobre los hombros y terminando, el giro acomoda su impecable corbata, continuando su camino.
   Este segundo es quien cree poseer el poder. Su color predominante es rojo pálido, casi rosado.
   Su caminar se asemeja mas a una marcha.
   El segundo instinto es fuerte en él, lo lleva a flor de piel.
 
   Aquella, ¡qué placer! Mira esos ojos, serenos, profundos y suaves.
   Su caminar casi no deja huella en la arena.
   La suavidad de sus movimientos, denota la armonía en su alma.
   El tercer instinto, la paz, vive en ella.
   La oración,  la meditación, forman parte de su vivir.
   El anaranjado con toques de azul, es su color.
 
   ¿Y ésta? ¡Guau!
   Miren la armonía en el andar, cada paso es una nueva creación, no camina, se desliza.
   Las sombras y luces se combinan de modo tal que su figura permanece delineada entre la multitud.
   Toda en ella es el cuarto instinto. Ella es una creación, se nutre de la inspiración.
   El creador vive y respira en creación constante.
   Crea desde la alegría o el dolor, no conoce el vivir de otro modo. La vida es crear o morir.
   Su color, profundo azul mar, con matices de violeta.
 
 Me impacta ella, se para, sonríe, respira suavemente con los ojos cerrados, luego de un instante inicia su camino, sabiendo que sus pasos son guiados, sabiendo que nada que no deba suceder ha de suceder.
   Cuando estás en armonía con el universo, tan solo debes andar.   Tu marcha será guiada, sólo debes ir detrás de la intuición, ella proviene de Dios.
   La intuición- percepción, el quinto instinto, es la puerta de entrada a la percepción plena.
   Su color, el azul mar comienza a cristalizar, el brillo de luz nace en él, su centro es dorado como el sol. 
   La santidad es el sexto instinto. 
   Este instinto, es la bendición suprema, es una gracia del creador.
   Su color, blanco dorado luz
 
   Después... Dios.
 
 
 
Día veintinueve.
 
 
   Comencé el día regresando a mi viaje imaginario entre la multitud, como a través de sus ojos se podía ver el color de sus almas, recordé una mirada sin luz que deambulaba entre las personas, quería comprender porqué era así, aquel color gris que ocultaba el alma, porqué la muerte en vida.
   En instantes infinitesimales se podía ver el azul de la creación en su mirar.
 
   ¿Por qué?
 
   ¿Será, que el alma que posee el don de la creación, cuando es sometida a la no expresión, cubre su virtud con un negro manto?
   ¿Será, que aún con un negro manto la fuerza y luz de la creación quiere surgir, y se trasluce como gris?
   Así nace la más dolorosa experiencia humana.
   El amordazar el alma.
   Cuando en la vida, aquellos que creen tener el poder sobre nosotros, nos imponen un camino, que no es el que sentimos, que no deja expresar nuestra creación, reprimen nuestra alma, encadenan nuestro sentir, sea amor, sea arte, o solidaridad. No nos dejan ser.
   Si el alma no se puede expresar, equivale a no vivir.
   La sensación de no existencia, la percepción del negro manto que nos cubre, sumado a todo esto el dolor de la no evolución, da origen al mayor sufrimiento conocido, la desconexión de nuestra alma y nuestro ser..
   Cómo escapar, cómo apaciguar tal sentir, cómo olvidar; el alcohol, las drogas, la depresión, la locura, parecen ser preferidas antes que el vacío de vida que se experimenta.
   Antes la muerte que la no vida.
   ¡No es así!
   Lo que necesitamos es recuperar la vida del alma, no la eliminación del cuerpo.
   Debemos correr el negro velo, el alma está, podemos trasmutar esta prueba crucial en nuestra evolución, podemos transformar el dolor en creación, el vacío en plenitud, las lágrimas en amor.
    ¡Podemos vivir!
   No es un mal del cuerpo, es un encierro del alma, es allí donde debemos llegar.
   Un importante y arduo camino a recorrer.
 
   Nuestro cerebro, que es también quien nos conecta con la mente universal, se ha desordenado. La mente se alinea y alimenta de la mente universal, que es el vínculo a la creación cuando conecta el alma a Dios, ha momentáneamente interrumpido su conexión con el creador, ha dejado de ver la luz, debemos reiniciar esa unión.
 
   Nuestra creación es constante, si no es vinculada a Dios, será con nuestros propios fantasmas.
  
   Tomo la experiencia vivida durante estos días, que realmente me ayudo a encontrar la paz en este infierno.
   Algún día espero aplicarla fuera de aquí.
 
   ¿Como seria?
   Primero debo desacelerar la mente, para ello necesito encontrar un lugar, aquel lugar que me cobije, sea en un templo, un rincón de mi hogar, a los pies del árbol en la plaza, a orillas del río o del mar, cualquier sitio donde me sienta contenido.
   Luego sacar de las ideas recurrentes, que son siempre negativas, porque las mismas se sitúan en el pasado o en el futuro imaginario.
   Cobijado por mi lugar favorito, en cualquier posición que me resulte cómoda, como estar sentado, en posición del loto, aun parado o caminando, no importa, ya que dependerá de las distintas energías que me agiten en ese momento el adoptar una u otra posición.
   Ya en la elegida reconozco, cada parte de mi cuerpo, lo mas detallado posible, comienzo con los dedos de los pies, los muevo y reconozco, luego los tobillos, las pantorrillas, las rodillas, los muslos, la cadera, el abdomen, los dedos de las manos, antebrazo, brazo, el pecho, el cuello y la cabeza, prestando atención a cada uno de ellos, sintiéndolos profundamente y reconociéndolos como parte de un todo, reconociéndolos como parte de mí.
   Una vez que tomé conciencia de mi cuerpo me dirijo a mi mente, si está alterada comienzo a contar, puedo contar mis respiraciones o mis pasos si estoy caminando. Si los pensamientos me sacan de mi objetivo, con tranquilidad regreso a contar tantas veces como sea necesario, cuando compruebo que el contar me resulta simple, (esto puede ocurrir en un primer intento o luego de días, no importa ya se conseguirá.) Agrego la segunda parte, nuevamente en mi refugio, reconozco mi cuerpo de la manera descripta anteriormente, puedo orar, o tan solo permanecer en silencio repitiendo mentalmente cualquier frase de agradecimiento o reconocimiento según mí fe. Siempre puedo comenzar si lo deseo contando mentalmente para aquietar mis pensamientos, luego continuo con las oraciones o las frases de agradecimiento.
Me da buen resultado sentarme con la espalda erguida, mover las distintas partes de mi cuerpo nombrándolas cuando lo hago, luego cuento mis respiraciones tan lentas y profundas como sea posible, es agradable remplazar el contar por el “Gracias Señor”.
   Esto nos lleva a conectarnos con nuestro interior, con muestro ser, comenzar a reencontrarnos y tomar conciencia de nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra alma, que todo es uno, uno con el universo, uno con el Creador, uno con Dios, que somos uno con todo lo que nos rodea, que podemos soñar, podemos vivir, podemos crear. Tomamos conciencia de que “podemos”.
   Normalmente después de un tiempo surge un enorme deseo de llorar, hay que permitirlo, es nuestra alma que esta lavando su entorno y reiniciando la conexión con el universo, con la creación, con el creador.
   Cada uno sentirá su propio deseo de expresión, por favor dejémoslo fluir, no lo encerremos, no oprimamos nuestra alma, no renunciemos a expresarnos, no renunciemos a vivir.
 
Día treinta.
 
 
   El sonido de la respiración del guardia apostado en mi puerta me dice que está dormido.
   Levanto mi capucha.
   Un galpón de unos tres metros de ancho y unos seis metros de largo totalmente de chapa con el piso de cemento, sin ventanas, una puerta precaria que se encuentra a un par de metros delante de mis pies sobre la misma pared a la que estoy encadenado.
   En el techo se ven cuatro cables que atraviesan todo el lugar, como si fuese una línea principal de ingreso de electricidad.
   Un viejo colchón, me separa del suelo.
 
   Por la cadena que sujeta mi brazo, viene caminando una diminuta hormiga roja.
   La observo, me pregunto qué es la cadena.
   Supongo que para mi amiguita, un largo puente a través del cual espera llegar a algún lugar que le brinde alimento; para mis carceleros, un elemento de castigo y privación de libertad; para mí, algo molesto que me incomoda cada vez que me muevo, y para el pájaro que canta en el árbol es inexistente.
   ¿Entonces qué es lo que es?
 Todo existe en el campo virtual.
   Sólo toma forma a través del observador, es en su interacción que le otorga forma, color, aroma, sabor, luz, etc.
   Si pudiésemos desarrollar las percepciones superiores, tomaríamos las nubes de energía que llenan el universo, y daríamos vida a nuestro propio mundo.
   Al no poseer esa percepción superior, en el estado terrenal, debemos valernos de la percepción primaria colectiva para crear las formas.
   Por lo cual cada especie da vida a su propio mundo. Para los caracoles no existen los olores, todo aquello que permanece menos de tres segundos frente a su vista no existe.
   Para el pez ciego de las profundas cavernas oceánicas, la luz no fue creada.
 
   Entrando al principio de incertidumbre de la física moderna.
   Las partículas que componen todos los elementos, pueden ser consideradas como ondas puras, si nos referimos a su movimiento, y como partícula, si nos referimos a su ubicación.
   Esto significa que esta onda-partícula, existe en el ámbito virtual hasta que decidamos medir su velocidad, entonces cobra vida como onda, si la prioridad es su ubicación, poseemos la partícula.
   La idea de que algo pueda existir, en distintos estados a la vez, se opone a nuestros sentidos.
   La observación es la que convierte en realidad la posibilidad.
   En resumen.
   Todo existe como potencial puro, antes que la conciencia lo observe e interprete.
   En otras palabras, la experiencia del día a día, es una realidad interpretada, solo separadas en el tiempo y espacio de manera aparente, esto forma y da vida al sueño terrenal.
   Al despertar entraremos quizás a un sueño superior, donde la luz y energía lo es todo, estaremos un paso más cerca de fundirnos con Dios.
Día treinta y uno.
 
 
   Hoy, la nota fue la agresividad del guardia de turno.
   Esto trajo a mi mente las palabras del maestro Jesús:
   “Cuando te golpeen, pon la otra mejilla.”
   ¿Qué nos quiso decir?
   No se refería a la aceptación del castigo.
   No se refería a someternos al que cree poseer el poder, menos si lo quiere imponer a través de la fuerza.
   No se refería a la sumisión.
   ¿Qué nos dijo?
   Nos hablo del amor.
   El amor en su máxima pureza todo lo contiene.
   Todos los otros sentimientos sucumben y desaparecen ante él.
   Solo existe amor.
   El amor no es posesión.
   El amor del ego es aquel que necesita poseer para su auto valoración.
   Es el ego que tiene miedo a la pérdida,
   Es el ego que teme la muerte.
   El amor es único, puro y total, todo lo contiene, nada necesita, todo lo da.
   Para entender el amor alcanzan algunos ejemplos, con ver el renunciamiento de Santa Lucía, que en el año trescientos cuatro, cuando tan solo tenía veintitrés años de edad, Joven, bella y de familia acaudalada, prefirió la muerte ante el imperio romano, que negar su amor por Jesús.
 
   O la vida de San Francisco de Asís.
   Nace en el año mil ciento ochenta y dos, a los veinte años es tomado como prisionero de guerra, después debe vencer una larga enfermedad.
   Su familia de comerciantes era una de las mas acaudaladas, su espíritu insatisfecho no lo dejaba vivir en paz, cuando comprendió el motivo de su infelicidad, asombra a todos, en el centro de la plaza de su ciudad natal, despojándose de sus ropas ya que las sentía costosas e innecesarias, él dijo que era una ofensa al Señor vestir de ese modo mientras los hambrientos y enfermos llenaban las calles.
   Anunció públicamente su renuncia a la acaudalada herencia paterna, proclamó su amor por Jesús, como así su piedad y compasión por todos los hombres. Desde ese momento su vivir fue humildad, caridad, misericordia y amor.
 
     Entonces, ¿Qué nos enseño Jesús? Nos enseñó que cuando el amor en nuestras almas es total, no podemos albergar ningún otro sentir.
 
   Cuando sentimos verdadero amor, no hay miedo, ni dolor, ni soledad, ni vacio, Solo amor, amor y paz.
 
Día treinta y dos.
 
 
  
 

 

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