Cronica de una desaparición y el despertar del alma P82 fin


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Escrito por
@GIUSTINO

23/02/2009#N25448

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Día treinta y dos.
 
 
   Es noche plena, disfruto del cantar de los grillos.
   Gracias Señor, me sorprendo agradeciendo al Creador en cada momento.
   El guardia se acercó varias veces sin decir palabra, no se atreve a hablar.
   Rompo el silencio.
   -¿Hola, cómo estás?- le pregunto.
   -¿Cómo estas vos? - es la respuesta, su tonada me remite a las provincias del norte, donde la gente suele mezclar el español con el guaraní.
   -Bien, ¿porqué lo preguntas?- le digo.
   -Yo, ya estuve otras noches de guardia, cuando te levantaste la capucha, me pareció que te reías, no entendí el porqué. Todos los otros están desesperados y muchos se la pasan llorando.- me comenta
   -Gracias, pero estoy bien, esto es solo una prueba más, ya habrá de pasar – le contesto.
   -Mira vos, yo pedí que me dieran las guardias por la noche, total igual no puedo dormir, vivo angustiado, no puedo ni escribirle a los míos. –me confiesa, después agrega:
   -Te miraba la otra noche, te sonreías, tenías cara de contento, creí que estabas loco.
   - Los primeros días, si no estuve loco me faltó poco, después, sólo acepté lo que es. Todo tiene un porqué, si Dios lo dispuso, sabrá él la razón.
   Mi deseo de saber va más lejos y le pregunto:
   -¿Cómo llegaste acá? ¿Si no lo soportas, por qué no pedís la baja?
   -Me dijeron que mi patria me necesitaba, que estaba en peligro, que mi deber como hombre de bien, era colaborar para terminar con el cáncer que destruía a la sociedad y ponían en peligro la integridad del país, les creí.
   Al ver todo esto, me pregunté, cómo estos chicos, que parecen que todavía no fueron destetados pueden ser el cáncer de la Argentina, cómo pueden destruir a mi país. Al ver las torturas que le hacían, me quería morir.
   Fuí a mi jefe, le dije que no servía para esto, que quería volver a mi pago, que me diera la baja.
   Me contestó que regresaría como un cobarde.
   Le dije que eso no importaba, que prefería ser un cobarde.
   Me respondió que la única baja que daban acá, era la que le daban a ellos y que si deseaba hacer el viaje en avión con ellos, sólo tenía que pedirlo.
   Salí tan mal, que fui a mi barraca y pensé en matarme. Soy un cobarde, no tuve agallas para hacerlo.
    (Tuve que hacer un gran esfuerzo para no gritar de rabia.
   Cuanto dolor en el alma de este suboficial, él si era un rehén.)
    -No. No te confundas, es necesaria una gran valentía para afrontar y seguir adelante cuando el camino es tan terrible.
   No sé cómo decirte cuanto me reconforta saber que hay hombres como vos. …Cuando puedas, anda hasta la iglesia, rezá y contá todo lo que sientas, tomá todo el tiempo que tu alma te pida, luego quedate en silencio.
   ¿Sabes?, cuando rezamos le hablamos a Dios y cuando estamos en silencio, es Él quien nos habla. Seguro de que el Señor aliviará tu pesar y te hará ver el camino a seguir.
-Gracias. – me contesta
  
Día treinta y tres.
 
 
   Por momentos no sé qué pensar, las emociones del guardia de anoche entran y salen de mi.
   ¿Que me quieren mostrar?
   Las principales emociones que en principio sentí provenían de mi situación, de lo que me ocurría, pensaba que esas eran las importantes, que nuestras emociones son las que tienen realmente influencia en uno, que ellas son los maestros de nuestra evolución, no es exactamente así.
   Nuestras emociones tan solo comienzan a marcar el camino a seguir.
   Nuestra mente muchas veces distorsiona los acontecimientos y hechos de modo tal que desencadenan una y otra vez la misma emoción, cuando esto se repite una y otra vez, corremos el riesgo de hacernos adictos a ellas, desatando siempre el mismo sentimiento, sin asimilar realmente lo que debemos aprender.
   Las adicciones a las emociones son como cualquier otra adicción.
   Tan solo por numerar alguna podemos recordar a quienes son adictos al sufrimiento.
   “Pobre de mí”, es la frase que avala esta adicción, en muchos casos estas personas fueron formadas de ese modo por alguien que ejercía el poder sobre ella, sean los padres, cónyuge, u otro.
   Estuvieron en un medio donde el miedo y el dolor eran proclamados en forma constante, donde la creencia principal era que todo debía salir mal, aun las cosas buenas eran tomadas como el preludio de lo malo, donde un resfrío debía inexorablemente terminar en neumonía, donde una observación en el trabajo era la antesala del despido.
   Estos seres sólo sienten que la vida debe ser sufrir, por lo que reconocen el vivir, en el sufrir.
   También la adicción puede ser a sentimientos o emociones que consideramos agradables, como el sexo, el juego, o cualquier evento que imaginemos divertido.
   Si esto no se entiende como una desviación y adicción, no importa cual fuera ella, el resultado ha de ser el mismo. La pérdida paulatina del interés por vivir. 
   Si nos interesamos verdaderamente en compartir los sentimientos, se enriquecen nuestras almas, estaremos más abiertos para poder percibir, de ese modo no solo nos comunicaremos a través de la palabra, intercambiaremos emociones, estableceremos un diálogo entre almas.
   Sigo sintiendo a ese ser, que ayer tuvo que vencer una enorme resistencia interior, para atreverse a hablar.
   Él se refería a sí mismo como un cobarde, cuando en realidad, creo que debe ser uno de los pocos verdaderamente hombres que hay por aquí.
   Me siento plenamente agradecido y reconfortado, a través de su sentir entiendo que sin lugar a duda, la evolución es compartir, comprender y ayudar a los otros seres, independientemente del traje humano que portemos en el momento. 
 
 
                 Día treinta y cuatro.
 
 
 … Cuando imaginé mirar a las personas para ver los colores que reflejaban sus almas, a través de sus ojos, según el instinto que prevalecía en su interior, fue notorio que aquellos que en esta vida habían nacido como hombres, en general demostraban estar dominados por los primeros instintos, el de lucha - huida, o del poder, mientras que aquellos que en esta vida habitaban un cuerpo de mujer, mayormente se movían con los instintos de armonía y paz, de creación e inspiración o de intuición y percepción.
   Esto nos habla de una diferencia de sentir y vivir, entre lo femenino y masculino.
   ¿En que consiste esta diferencia?
   La personalidad y tradición del hombre hace que se exprese a través de su capacidad de obtener resultados tangibles.
   Los roles que nos inculcaron en esta sociedad, hacen que el hombre aparezca como principal responsable del sustento y que sus logros se midan por la capacidad de generar recursos.
Esto se esta modificando, pero el camino a recorrer es extenso.
   La mujer expresa fundamentalmente, su personalidad mediante sus sentimientos y la calidad de sus relaciones afectivas. En los últimos siglos se extorsionó la sensibilidad de las mismas, se la intentó sumir en un segundo plano con el eslogan del hogar y los hijos, esto está cambiando.
   Las tradiciones heredadas nos hablan de las diferencias entre hombre y mujer, tanto físicas como de derechos adquiridos. En la actualidad y en las sociedades occidentales ya no es así, de todos modos permanece aún en el subconsciente de muchos. Las diferencias de sentir, mas las heredadas vigentes en el consiente o inconsciente, forman el núcleo de la no comprensión de convivencia entre hombre – mujer. Lo ideal es lograr entender que el otro es un ser, mas allá de sexo que tenga, que cada ser está formado por un núcleo que es puro, que revestimos primero en el vientre de la madre con la forma de humano, luego vamos envolviendo con distintas capas de conocimientos, costumbres y tradiciones, que se acumulan desde los primeros meses de gestación, y durante toda la vida.
   Cada ser absorberá las experiencias y filtrará el resultado de acuerdo con su naturaleza.
   Cada alma viene a completar sus ciclos a esta vida, trae su mayor o menor permeabilidad a las emociones que ha de vivir en esta dimensión de tiempo y espacio.
    Siendo hombre o mujer según la necesidad de su aprendizaje.
   También se encuentran almas femeninas o masculinas que están en cuerpos cambiados, quizás estas almas vinieron a aprender principalmente la tolerancia por lo opuesto.
   Creo que el real entendimiento comienza cuando involucramos el alma para entender al otro, sin mirar las diferencias aparentes, porque todos somos rayos de la misma luz, nuestra evolución es para retornar al interior de la fuente.
   Cuando somos capaces de aceptar, entender y amar todas las diferencias entre la dualidad masculino-femenino, florece realmente el amor entre dos.
Día treinta y cinco.
 
 
   Hace unos días que nadie me molesta de ningún modo.
   Hoy el desayuno fué bueno con relación a los otros días.
   A medio día, al traerme la comida una voz no habitual, aparentemente de un hombre de más edad, me dice.
   -También te damos postre, acá tenés una naranja. 
    No comprendí el motivo de la aclaración del postre, el menú fué mejor, incluía una porción de carne, que por supuesto comí, no con la apetencia que había imaginado, lo comí cumpliendo mi necesidad de alimentarme. 
   A raíz de esto me surge una pregunta.
   ¿Hay relación entre el instinto que predomina en nosotros y el deseo de una clase de alimento en particular, el alimento motoriza uno u otro instinto?
   Cuando el instinto primario de supervivencia era casi generalizado, su ingesta consistía en carne sanguinolenta, el acto de cazar y comer era casi al mismo tiempo, no se comía, se devoraba.
      No creo que el espíritu se ha de fomentar a través de estos actos de alimentación. 
   Si en la primera fase del camino de evolución está el instinto lucha-huída, donde debo eliminar a mi enemigo antes que él a mí, necesito reforzar mi instinto de combate, esto me lleva a ingerir animales casi crudos para reforzar mi estado animal.
   Luego cuando evoluciono de mi primer instinto, y es el del poder que domina, el instinto de lucha aunque se modifica, sigue vigente.
   Cambia el modo de alimentarnos no los alimentos, cambia su elaboración.
   La agresividad se disfraza de sutileza, del mismo modo que disfrazamos las comidas.
   Cuando la evolución espiritual sigue su camino, sentimos menor ansiedad por comer.  
   Si mi búsqueda es de paz y armonía, disfrutare más de los alimentos suaves. 
   Si la creación es mi vivir,
   Mis comidas estarán llenos de aromas y color.
   Si la percepción e intuición es mi sentir, el alimento no ocupara lugar en mi pensar. 
A medida que nos acerquemos al fin de la evolución, comenzaremos a obtener más energía de la fuente universal, de Dios.
   Al final del camino, volveré a ser energía.
                                       
Día treinta y seis.
 
 
   Esta mañana me han preguntado si quería bañarme, en el primer instante no respondí, ya que la respuesta era mas que obvia, hace semanas que no me baño, no sabía si la misma encerraba segundas intenciones, luego dije:
   -Si me lo permiten y ustedes creen que corresponde, lo haré aun que sea con agua fría.
   -No, no se preocupe el agua está caliente y se puede afeitar también – me contestaron. 
   A media mañana, me vienen a buscar, me permiten que me pare y permanezca en esa posición unos instantes, de ese modo recupero el equilibrio, porque el permanecer en el suelo durante días, hace que al ponerme de pie no me resulte fácil mantenerme erguido, en los primeros minutos la sensación es de borrachera. 
   Estoy en una barraca solo, una ducha, un pequeño espejo y los elementos de afeitar sobre un banco, el guardia permanece discretamente fuera de la puerta, lo habitual es que nos hagan sentir su presencia.
   Al fin sin capucha, sé que es por poco tiempo, no importa, la sensación es maravillosa.
   Dejo correr el agua caliente para entibiar un poco el lugar.
   Comienzo a desvestirme, me sorprende lo bien que están mis llagas, casi se han borrado.
   Me afeito dejándome varias marcas por lo largo de la barba.
   El rostro que se refleja en el espejo, lo reconozco, es el que estoy acostumbrado a ver; pero no siento que a quien veo sea yo, me resulta un conocido absolutamente extraño, no logro describir tal sensación.
   Al acercarme más al espejo y verme directamente a los ojos, logro reconocerme, permanezco inmóvil.
 … Me dirijo a la ducha como si fuese a una ceremonia, cierro los ojos mientras el agua me acaricia, que placer, después de tantos días puedo limpiar mi cuerpo.
   Es tal mi gratitud, que me siento uno con la masa liquida, diría que estamos manteniendo un diálogo.
   Le agradezco por brindarme su calor, se desliza con suavidad, cubre todo mí cuerpo, su abrazo es tal que entiendo que no es tan solo un elemento, la misma posee su propio ser.
   Escucho ruidos en la puerta, me sobresalto, siento que el agua que fluye sobre mi, también reacciona, esto me hace pensar que no sólo es fuente de vida, sino que también posee vida.
      Pregunto si debo apurarme, el guardia me contesta que sus órdenes son de esperar a que termine de bañarme y reintegrarme a mi celda.
   Así que decido disfrutar plenamente unos minutos más de nuestros principales alimentos, el oxígeno y el agua.
   Respiro profundo y suave, mientras le pido a mi amiga el agua, que purifique mi alma llevándose con ella todo mal sentimiento que encuentre.
   Por primera vez entiendo el profundo valor de las milenarias tradiciones, del bautismo y de la ceremonia de purificación en los ríos de la India.
 
Día treinta y siete. 
 
   Amanece, creo que el desenlace debe estar cerca.
    La tranquilidad, una mejor comida y el baño de ayer lo están indicando.
   No razono cual será el final, ante tanta irracionalidad vivida, todo puede ocurrir.
   Solo sucederá lo que deba suceder.  
   A media mañana escucho la voz que me vino a ver el día en que llegué aquí.
   -¿Cómo estás?- me interroga.
   -Bien, bien señor – respondo.
   -Te vine a decir que mañana te vamos a soltar – me dice
   -¿Me puedo parar señor? – pregunto.
   -Sí, sí, párate – y agrega-. ¿Querés un cigarrillo?
   Luego de pararme, y esperar un instante, le acepto el cigarrillo, aunque no fumo. 
   Se retira, mientras yo permanezco de pie con el cigarrillo encendido en mi boca.
   Siento por primera vez, desde aquel día que me arrancaron de mi hogar, las lágrimas rodar por mis mejillas…
   Sin llanto, sólo ellas surcan mi cara hasta llegar a mi boca.
   Luego de un largo rato, me siento sobre el destartalado colchón. 
   La capucha que cubre mi cabeza, es la pantalla donde se proyectan los sentimientos, emociones y creencias que se han producido en todos estos días. 
   Al revivir el salto desde el camión que me trajo, ya no me veo rodeado de botas, en su lugar un verde campo, que finaliza en el horizonte. 
   ¡O mi Dios, gracias! La libertad que he disfrutado estos días, jamás la conocí.
   Tú me enseñaste que nadie podrá encadenar mi ser, que el único que posee la capacidad de apresarlo o soltarlo soy yo. 
   Mi cuerpo fue torturado y atado a la pared, es cierto, pero no pudieron encarcelar mí alma.
   Yo volé libremente entre las multitudes, visité cada sitio que realmente deseé, tuve experiencias jamás imaginadas.
   Cuando creí que la locura sería mi camino, Tú me mostraste la verdad, esta verdad.
¡Me guiaste de la desesperación a la paz, de la incomprensión a la tolerancia!
   ¡El miedo se transformó en esperanza, el castigo en enseñanzas!
    Me transformaste en un nuevo ser
 
Día treinta y ocho.
 
   Oscurece, me vienen a buscar.
   Sigo encapuchado y esposado.
   Me acuestan en el piso del asiento posterior de un auto blanco.
   Tres hombres armados, dos adelante y el tercero con una arma larga en el asiento de atrás.
   Nadie habla, sólo la radio llena el silencio del vehículo que se desliza no a gran velocidad, con los vidrios cerrados.
   Luego de aproximadamente una hora, llegamos a destino.
   Me bajan, me sacan las esposas y la venda.
   En el lugar no hay luz, toda una manzana de edificios demolidos.
   -Caminá, no te des vuelta o te liquidamos – me dice una voz.
   Me paro lo más firme posible, comienzo a caminar como si marchara lentamente.
   El lugar es ideal para liberarme o asesinarme.
 Llegan a mi mente recuerdos de mi niñez, aun la televisión en blando y negro, la serie de cowboy donde decían, jamás has de escuchar la bala que te ha de matar. Me pregunto si será cierto, tal vez hoy lo averigüe.
   Mientras marcho, escucho los neumáticos del auto que sale velozmente, en ese instante mi andar se transforma en una veloz carrera que solo detengo cuando llego a la avenida Figueroa Acorta.
   Intento divisar algún taxi, lo que se acerca es un patrullero, me oculto detrás de un árbol, no quería darle a ningún uniformado detalles de mi apariencia.
   Por fin un taxi, prácticamente me arroje sobre él, era conducido por un hombre joven, en sus ojos se veía la falta de comprensión por mi estado.
   -Disculpá, hace treinta y ocho días que me secuestraron, recién me largan, por favor llévame a casa, allí te pago – le dije.
   Accedió en forma inmediata.
   -¿Te esperan en tu casa?-    me pregunta
   -No, no creo, será mejor avisarles, ¿Podemos parar en algún lugar para llamar por teléfono?, por favor-. Le pido
   En la avenida del Libertador por la zona de Olivos, paramos en un café, al ingresar fue notorio el paso del bullicio al silencio.
   Desde allí, marqué el número pero no podía hablar, el taxista tubo que decirle a mi familia que pronto llegaría a casa.
   Es cerca de media noche... Pongo el pie en el primer escalón y la puerta se abre. Mi mujer corre para caer en mis brazos, no podemos hablar, solo el lenguaje de las manos quiere comprobar que es esto real, que estamos juntos, no podemos emitir palabra alguna… 
   La noche pasa en un segundo. 
   Amanece, dieciocho de septiembre del mil novecientos setenta y ocho, en Buenos Aires, una mañana clara, sin nubes, el sol brilla, estoy solo en mi jardín, acabo de bajar pidiendo que me den unos minutos.
   El sol me acaricia después de tantos días, lleno mis pulmones como nunca antes, es tal la gratitud que siento…
 
   Gracias, gracias Señor, por todo lo que me has enseñado.
  
El día después.
  
   Mis padres, mi esposa, mis amigos, todos me miran y tocan suavemente.
  ¿Tendrán miedo que me rompa? No lo sé.
    Se nota el deseo de hacer mil preguntas, pero siempre pronuncian la misma, ¿estas bien, querés algo?, mientras me observan, giran a mi alrededor como si yo no fuese real, como si fuese una aparición. 
   ¡Era un aparecido! 
   Mi padre se animó y dijo.
   -Quiero que Vengas conmigo a ver al Dr. García. -     (Excelente médico y amigo)
   -“Sí Pa, cuando quieras. – contesté 
    -Ya le hablé, nos está esperando- agregó 
   Mas tarde, al llegar a su casa, nos hizo pasar de inmediato al consultorio.
   Luego de revisarme minuciosamente, dijo: 
   -La verdad, te felicito, sacando los moretones, las lastimaduras y los Kilos que perdiste, no encuentro nada fuera de lo normal. Pensaba mandarte a ver a un psicólogo amigo, pero por ahora no parece que lo necesités. Cualquier cosa que sientas a cualquier hora no titubees en llamarme.-
   -Dame un abrazo y vayan tranquilos.-
 
   Al regresar a mi casa una gran mesa nos esperaba, con todos   mis seres queridos.
 
   Mientras comía, continuamente mis ojos derramaban lágrimas. Tuve que aclarar reiteradamente que no me dolía nada, que eran las guardadas durante mi cautiverio, que ese día brotaban, que no expresaban dolor, solo gratitud y alegría.
 
   Después de una bulliciosa sobremesa, mi padre me dijo:
 
   -Tomen un mes para descansar y vayan a donde quieran-
 
   Le agradecí su oferta, pero le dije que ya había descansado demasiado, que mi mayor deseo era reintegrarme lo antes posible a mi vida cotidiana, que en un par de días estaría trabajando.
 
   Por ser extranjero, le comunicaron al consulado Italiano cuando desaparecí, y en el momento que me liberaron, el cónsul general de Italia en Argentina, me envió a buscar al día siguiente de mi regreso.
 
   En la entrevista puso a mi disposición y de mi mujer e hijos, los pasajes para abandonar el país, y me aseguró trabajo en Italia. Agradecí profundamente su gesto, pero le explique que la Argentina no era culpable.
   Sólo algunos desalmados eran los responsables de la barbarie, y que ejercían el poder arbitrariamente. Pero mi convicción de quedarme era absoluta…
 
 
   …En  1982, aún bajo la tiranía militar y pocos meses antes de la última barbarie de estos (el intento de recuperación por las armas de nuestras islas Malvinas), nace mi última hija Romina,  con un espíritu absolutamente libre, con el alma super sensible y  el don de la creación en su interior.
   
                                                                         
Dedicatorias
 
   A mi gran amigo Mario Miani, en representación de los miles de desaparecidos.
   A los padres de todos ellos, que aun hoy no tienen un lugar donde ir a derramar sus lágrimas.
   A todos aquellos que directa o indirectamente sufrieron las nefastas consecuencias de este período de nuestra historia Argentina. 
   A mi familia que padeció la “otra tortura”, durante estos treinta y ocho días y más… 
 
   Pido para todos ellos la bendición del creador.
 
 
 
                                                   Giustino.
 

 

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