Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

Publicado por
@CELESTE111

15/03/2009#N25703

0 Actividad semanal
586 Visitas totales


Registrate en Encontrarse y empezá a conocer gente ya

 

El Amor no llegaba a mi Vida porque yo no era Amor
 
Hacia los 26 años, tras varios descalabros sentimentales, me di cuenta de algo fundamental.
 
Mis relaciones parecían calcadas en papel carbónico.
 
Reparé en que repetía un idéntico ciclo: candente enamoramiento con una chica de tipo intelectual; sexo festivo en los inicios; luna de miel de tres meses; tras ese trimestre de ensueño, afloraban los fantasmas internos y las heridas emocionales de cada quien; interminables discusiones; infinitas argumentaciones y contra-argumentaciones; neurótico afán por tener la razón; disputa por ver quién dominaba al otro; en este punto, la dulzura inicial ya había degenerado en trato hosco, abiertamente hostil; cotidianidad del insulto, adicción al sarcasmo; uno o dos años después, la relación terminaba de manera abrupta: una postrera rabieta en un hotel; una acalorada discusión en un restaurante, en la que alguno de los dos se levantaba de la mesa para no volver a ver al otro; una última llamada telefónica, acabada en intempestivo trancazo del auricular.
 
Llegó un día en que deduje lo inocultable: si los ciclos de mis relaciones se repetían idénticamente... ¡el responsable de esas repeticiones era yo… y nadie más que yo!
 
El Amor no llegaba a mi Vida porque yo mismo no era Amor.   
 
Nótese que digo responsable y no culpable.
 
Se llama responsable a una persona que es capaz de dar respuesta a las situaciones de la Vida.
 
En cambio, desde nuestra neurótica percepción, a quien asignamos el rol de culpable ya no es capaz de dar respuestas; nada válido nos puede ofrecer: hizo algo que consideramos tan malo, tan espantoso, que –en nuestro iracundo parecer- lo único que merece es un contundente castigo.
 
Confucio, el venerable sabio chino, decía hace siglos que “un error es una equivocación que no ha sido corregida”. Esa es la saludable perspectiva del Amor: nuestras fallas deben ser corregidas, no castigadas. En tal sentido, cuando observemos que algo no funciona en nosotros, ¡por favor!, no nos culpemos, no nos condenemos: simplemente, corrijamos.
 
La responsabilidad es una actitud sanadora, que nos hace recuperar nuestro poder personal y nos permite transformar –a veces en lapsos muy cortos- nuestras existencias. La responsabilidad nos instala en el tiempo presente porque no importa lo que hayamos hecho en el pasado: el pasado siempre puede ser trascendido, corregido, dejado atrás. En palabras de Deepak Chopra: “Si pudieras vivir en este instante presente, serías inmensamente feliz”.
 
La culpabilidad es un sentimiento neurótico que eterniza manías, miedos, adicciones, conflictos y venganzas. Nos desaloja del tiempo presente –hogar del Amor perfecto- y nos instala de lleno en los remordimientos del pasado, en los apocalipsis del futuro. Es fuente permanente de dolor; entontece nuestros pensamientos; mutila nuestra cordura.  
 
Sólo cuando nos damos cuenta de que somos los responsables por los que nos sucede –lo cual incluye nuestras relaciones sentimentales- es que podemos empezar a hacer drásticas correcciones en nuestro estilo de Vida. Mientras culpemos a los demás de nuestro caos (en especial, a nuestras parejas), será imposible cambiar nuestra realidad afectiva.
 
¿Somos emocionalmente responsables? Nuestra pareja es la respuesta…
 
La mayoría de las relaciones de pareja están constituidas por personas que, hasta ahora, no se han hecho responsables de su realidad mental, emocional y espiritual; no han sanado las heridas heredadas de sus padres ni han concienciado su profunda separación del Amor. Y cuando nos creemos separados del Amor, se suscita en nosotros una percepción que castra toda posibilidad de unidad con la pareja: nuestra percepción de escasez.
 
Sí, la verdad es que la gran mayoría de nosotros nos percibimos como seres incompletos. Cunden en nuestra mente cientos y cientos de miedos… y cada miedo (la emoción opuesta al Amor) es un (falso) recordatorio de lo incompletos y escasos que somos, es un obstáculo que impide vivenciar el Amor a plenitud.
 
Para llenar la escasez que experimentamos –y en busca de aquellos atributos de los que supuestamente carecemos- nos relacionarnos con una pareja para que nos complete. Pero de este tipo de unión nunca surge abundancia: sólo multiplica la escasez. Como no podemos abundar en algo que no hay (Amor) proyectamos en nuestra pareja lo que sí abunda –nuestros sentimientos de carencia, privación y culpa.
 
Cuando nuestra guerra civil interior se unifica con la de nuestra (o) novia (o), esposa (o) o compañera (o), creemos que ella/él es quien nos despoja de la Paz que nosotros mismos nos hemos arrebatado. Así, al proyectar la culpa sobre nuestro amante, la usamos como amargo substituto del Amor. La culpa extiende y democratiza nuestras miserias, desdichas, aflicciones… ¡y hace que nuestro infierno personal se convierta en infierno compartido con nuestra pareja!
 
¿Cómo saber si somos mental, emocional y espiritualmente responsables? Muy fácil: contemplemos la pareja (o falta de ella) que nuestro Amor o desamor ha proyectado… ¡ella es nuestro espejo, nuestra respuesta!
 
Transformar la miseria afectiva en amorosa abundancia
 
El río fluye hacia el mar –no al revés; del manantial mana agua –no brea o petróleo; cierto: nuestra fe puede mover montañas –pero antes, es requisito indispensable que encontremos en nuestro interior ese inmenso poder que permite trasladar cerros.
 
De igual manera, no busquemos el Amor afuera –¡allí jamás lo descubriremos!: primero hallémoslo dentro de nosotros mismos –sólo así podremos extenderlo hacia los demás.
 
Ya sabemos dónde hallar el Amor.
Pero, ¿cómo hallarlo?
¿Cómo transformar nuestra escasez afectiva en amorosa abundancia?
Bueno, ése puede ser el trabajo de toda una Vida… ¡o de un instante! Es nuestra decisión.
 
Y te lo digo por experiencia propia: es el trabajo más interesante, divertido y trascendente que puedas emprender.
 
Carmelo Urso

 

Comentarios

Aún no hay comentarios. Iniciá una conversación acerca de este tema.