sustituir al amor que se va

Que más da si aquellos proyectos que no pudieron lograr con la pareja anterior siguen siendo un ideal e intentan hacerlo con la primera que aparece en sus caminos: buscan semejantes y de alguna manera siguen manteniendo el estilo de vida que llevaban.

Acuden a los mismos sitios y se presentan ante todos con un modelo nuevo, pretendiendo que cumpla el rol del ausente. La historia no cambió: sólo cambió el protagonista.
 
Sustituir no asegura reemplazar. Podemos intentar que esto resulte, pero en realidad sólo es una traición hacia sí mismo y hacía quién  le ha tocado ese rol, que ni siquiera lo imagina y camina a su lado brillando de felicidad hasta que descubra que en realidad sólo es una especie de muleta para reemplazar la ausencia de otro.

Es complicado creer que alguien pueda ser sustituido fácilmente: nadie puede ser semejante a otro aunque uno quiera engañarse pretendiendo que así será.

Estos individuos sustituyen tan rápidamente que no hay tiempo de elaborar el adiós, no hay posibilidad de conectarse con los propios sentimientos, con el vacío, con las angustias que genera este, con la posibilidad de recomponerse. Y en algún momento aparecen las diferencias y se intensifica la sensación de que no hay manera de aplacar la falta del otro.

Suponer que sólo cambiando de persona se puede seguir viviendo una historia que ha sido proyectada y armada en otro vínculo, no es sano. Tampoco es posible encarar una historia nueva con proyectos propios.

Repetir vivencias cambiando los personajes es una forma de no aceptar el final de algo, hacer de cuenta que todo sigue igual negando la realidad. Es una manera de mostrar la dificultad de crecer a través de la pérdida y de comprender el cambio.

Las repeticiones siempre han sido algo previsible en la historia de vida de algunos individuos, quienes replican los errores cometidos, y así surgen los nuevos fracasos.

Sustituir en la mente humana parece posible (hacer de cuenta que estamos con aquella persona que hubiésemos querido estar pero que ya no tenemos a nuestro lado).

Por ende, esta otra o cualquiera que se acomode más o menos a la situación será potable para tapar lo que no estoy capacitado a sentir y es el agujero, la falta, las pérdidas, el sentimiento que produce el recuerdo.

Un paciente solía buscar mujeres con un mismo estilo producto de un fracaso muy traumático que no pudo superar, condicionando a estas mujeres a seguir un prototipo en cuanto a ciertas conductas que la asemejaban a la persona de la cuál no podía despedirse.

Algunas personas hasta intentan forzar a la nueva compañía con un estilo semejante de vestimenta al de la persona de quién quedó enamorado y que no puede comprender que ya no esté a su lado. ¡Cómo duele tener que entender que para poder volver a enamorarse hay que poder despedirse de quién ya no ocupa el lugar de merecimiento de ese amor!
 
Aquellas personas que no puedan madurar en la vida sabiendo con entereza enfrentar las pérdidas, los duelos, los fracasos, deben entender que algo está pasando y necesitan ayuda.

Los bastones a veces sirven pero no es ineternum. Sólo por un rato hasta que se desdibujan y empiezan a notarse las diferencias y entonces la caída es dura.

Sustituir e ignorar el dolor producto de la insatisfacción que te ocasiona el fracaso, y poner toda la idealización para que así sea, no es tan sencillo ni automático. No es como apretar un botón y lograr el cambio, ni pedir un deseo a la lámpara de Aladín,

La dificultad de madurar en cierta forma es la responsable de que estas personas cometan el delito de sustitución atentando contra los propios sentimientos y del tercero, que es puesto como comodín en un lugar que no le pertenece, ni le pertenecerá de esta manera nunca.

Las personas que cursan la vida reemplazando figuritas y pegándolas en el mismo lugar algún día sabrán que es otro el camino correcto y que cuando pueden dar con la medicina exacta para su problema podrán salir del pasado, cerrar vacíos y empezar una nueva historia sana con alguien que pueda conseguir tu mirada real.

Licenciada Sandra Lustgarten
Psicóloga y sexóloga
sandramutch2003@yahoo.com.ar