Otro aspecto de Stephen King...


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@YA_NI_MIRO

06/01/2010#N30166

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Mensaje de graduación (por Stephen King)

La siguiente es la trascripción del discurso de graduación que Stephen King brindó el 20 de mayo en el Colegio Vassar (en los Estados Unidos). El escritor fue invitado especialmente para la ocasión, ya que sus hijos egresaron también de dicho establecimiento educativo.


Gracias, Presidente Fergusson, miembros de la facultad, familias y, por supuesto, ustedes, graduados de 2001.

La semana pasada, esta semana, la próxima semana; por toda América la gente joven -y la no tan joven- está escuchando a los escolares, políticos, eminentes pensadores, y probablemente a Oprah Winfrey, diciéndoles que sigan para adelante con sus vidas. Ustedes, aquí en Vassar, han invitado al hombre al que comúnmente se ve como el Coco Americano para que haga eso, y yo tengo que preguntarles en qué estaban pensando. Por Dios, ¿en qué estaban pensando?

¿Posiblemente en qué les pintaría una imagen resplandeciente -"resplandeciente," ¿entienden? de un glorioso futuro americano donde George W. Bush gobierna como Glinda The Good, con Dick Cheney a su derecha y John Ashcroft a su izquierda? Eso no va a ocurrir. Dudo que yo sea el Mago de Oz, pero seguro que él no es Glinda, y el coco nunca se toma un día de descanso. Creo que nadie les dijo esto- y ahora es demasiado tarde.

Con ese espíritu, los invito a echar un vistazo alrededor e imaginarse esta escena alegre en vuestras mentes. Hagan una instantánea mental Kodak. ¿La tienen? Okey, ahora cierren los ojos. Seriamente. Nada los va a morder. Todo lo que quiero que hagan es que vean lo que estarían viendo con los ojos abiertos.

Ahora, damas y caballeros, lleven sus mentes a 100 años de distancia en el futuro. Es el 20 de Mayo de 2101. Imaginen este escenario y estas mismas sillas en el mismo terreno, pero ahora hay un cartel sobre el escenario que dice VASSAR LE DA LA BIENVENIDA A LOS SOBREVIVIENTES DE LOS EJERCICIOS DE GRADUACIÓN DE 2001. Mantengan los ojos cerrados por un momento más, ¿okey? Pusieron una silla para cada uno de los que hoy están acá. Una para cada estudiante, padre, abuelo, hermano; una para cada miembro de la facultad e invitados de honor. ¿Ven esas sillas? Seguro que sí. Vuestra imaginación está formando una gran visión de ellas. Porque si nos reunimos dentro de cien años, no necesitaríamos realizar los festejos sobre el césped de Vassar; podríamos salir todos afuera, al kiosco de periódicos de Patio Marriott, en la Ruta 9.

Estaremos logrando algunos avances médicos maravillosos dentro de los próximos cien años -la mayoría de los cánceres serán tratables y combatibles, al menos para aquellos que tengan recursos; con manipulación genética, una buena cantidad de chicos nacerán inmunes al cáncer, pero ninguno de estos chicos maravillosos están aquí hoy.

Tendremos nuevas e increíbles drogas, que serán casi innecesarias, para prevenirnos de paros cardíacos, dado que sabemos que los estilos de vida son los que nos llevan a los paros cardíacos, pero normalmente lo que sabemos y lo que hacemos son caminos divergentes, ¿no es cierto? La naturaleza humana es un caimán que sólo quiere dormitar al sol, y arrebatar cualquier presa que ande rondando muy cerca. Sabemos que demasiado colesterol es malo para nosotros, pero por Dios, ¡amo una caja de papas fritas! Y no soy el único.

Nuestras píldoras y tratamientos son designados para que funcionen a pesar de la naturaleza humana, y cada vez, más y más seguido, logran su efecto. Dado que ahora también sabemos acerca del genoma humano, es claro que habrá más avances importantes en las siguientes décadas, algunos de los cuales no podemos prever ahora, al igual que los visionarios de 1970, cuando yo me gradué, no preveían una sorprendente transición de un proveedor de buenas noticias a un proveedor de información. La tierra de los grandes hombres se ha transformado en la tierra de los tipos pequeños con lapiceras en sus bolsillos, reproductores de CD en sus computadoras, y radio llamadas en sus cinturones. Difícilmente alguien vio llegar esto, pero acá está.

Lo que estoy diciendo es que no veo todas las sillas vacías cuando cierro mis ojos. Creo que hay gente aquí hoy que puede venir a una reunión dentro de cien años, pero como dije, pienso que difícilmente necesitemos el césped para acomodarnos. Desde que empezamos el día de hoy, ¿han escuchado el llanto ocasional de un bebé? ¿De algún joven americano más interesado en comer o tener un pañal seco que en escuchar toda está retórica? Sugiero que estos pocos bebés que lloran son lo que más se parece a nuestros sobrevivientes de cien años -siempre asumiendo que el propio mundo continúa sobreviviendo- y algunos de ellos aparecerán en sus sillas de ruedas o muletas. ¿Alzheimer? No. La mayoría de ellos tendrán chips computarizados de novena generación en sus cabezas, evitando ese problema. ¿Diabetes? Tal vez, pero aquellos que hayan perdido miembros a causa de la enfermedad tendrán prótesis con un rango completo de movimientos e incluso sensaciones -ocasionalmente sentiremos picazón, y se nos adormecerán si dormimos en la posición incorrecta.

Pero habrá sobrevivientes de cien años. Pero tengo que contarles la terrible verdad, porque ese es mi trabajo. ¿Conocen el viejo proverbio, no es cierto, acerca de la mujer que rescata al escorpión que está ahogándose en el arroyo? Una vez que están en la orilla, el escorpión la pica cuando ella se agacha. Moribunda, ella le reprocha su ingratitud. "Vamos, mujer," dice él, "sabías que era un escorpión cuando me elegiste para este trabajo." Y ustedes sabían que yo era el tipo que los iba a asustar cuando me eligieron para este trabajo, así que arréglense con eso.

¿Todos los miembros de la facultad estarán acá juntos en el 2101? Quizás alguno de la facultad. Bueno, seamos generosos y digamos dos. Pero estarán en sus más de ciento treinta años. ¿Abuelos? Bueno, ya se habrán ido, por supuesto. ¿Tías y tíos? No. ¿Padres? Con quizás algunas excepciones, ninguno. ¿Graduados? Seremos generosos aquí. Catorce miembros de la clase de 2001. Hombres y mujeres cuyas edades van desde los ciento diecinueve a los ciento veintidós años. Habrá también algunos pequeños hermanos y hermanas, que ya estarán viejos, grises, lentos y chiflados. Y estarán esos bebés que lloran, por supuesto.

Ahora estoy seguro que están aquellos -espero que sean pocos, pero estoy seguro que ahí están- que sentirán que estoy siendo insípido, hablando de cosas oscuras, incluso de la muerte, en lo que debería ser un día maravilloso y divertido. Déjenme responderles reiterando lo obvio: sabían que era un escorpión cuando me eligieron. Y tengo una aclaración para hacer. A causa de esto, no tengo que andar disculpándome por remarcar el simple hecho de vuestra mortalidad en el día de graduación.

Supongamos que el mundo sobreviva durante este siglo que viene. Supongamos que nadie decide que es tiempo de comenzar el próximo intercambio nuclear en Pakistán o Jerusalem o Kansas. Supongamos que se van con buena salud hoy de este lugar feliz y nadie deja caer una caja en vuestras cabezas, o los atropellar con un taxi, o los empuja de globos aerostáticos. Supongamos que el cáncer se olvida de ustedes, que continúan corriendo y trabajando y vuestro corazón se vuelve más fuerte a medida que los años pasan. Supongamos que son lo suficientemente afortunados para tener el trabajo que quieren y los amigos que aman (y que los aman) e incluso una pareja a la que pueden abrazar y tocar en la noche, cuando las horas se hacen largas. Supongamos que pasan todos esos años, todo ese tiempo. Yo les deseo eso a ustedes. Lo deseo. Les deseo la pasión de esta primavera, un largo y productivo verano, y una gran cosecha vendrá más allá de los sueños. Pero ustedes tienen que pensar acerca de lo que estoy diciendo. Hay una canción de Jackson Browne, The Pretender, que dice, "Soy consciente del paso del tiempo, dicen que al final es un abrir y cerrar de ojos." Eso dice, y es verdad. El tiempo es corto.

Que la vida humana es corta cuando la vemos desde la perspectiva del tiempo es algo que todos sabemos. Les estoy diciendo que consideren esto en una perspectiva más visceral, eso es todo. Pensar en todas esas sillas vacías dentro de cien años, es atemorizante. Pero también ofrece algunas perspectivas valiosas.

¿Qué vas a hacer, egresado de Vassar? ¿Quiénes serán los doctores, los abogados, los escritores, los pintores, los ejecutivos, los políticos? ¿Quién mirará alrededor a los cuarenta y cinco años, sorprendido de encontrarse como conserje del Hotel Carlyle en New York y dirá: "¿Cómo infiernos terminé aquí?"?

¿Que vais a hacer? Bueno, les diré una cosa que no van a hacer, y es llevársela con ustedes. Yo no sé exactamente cuantos millones de dólares tengo -estoy todavía en el Tercer Mundo si me comparo con Bill Gates, pero en general no lo estoy haciendo nada mal, y hace un par de años averigüé lo que significa que "no puedes llevártela contigo". Lo averigüé mientras estaba tirado al costado de una carretera, cubierto con barro y sangre y con la tibia de mi pierna derecha asomándose por el costado de mis jeans como la rama de un árbol arrancada durante una tormenta. Tenía una tarjeta MasterCard en mi cartera, pero cuando estás tirado, con vidrios rotos en tu cabeza, nadie acepta MasterCard. Si te encuentras en la sala de Emergencias con un infarto serio, o si el doctor te dice que ese bulto que sientes en tu pecho es un tumor, no puedes darle tu Diners Club y marcharte. Mi vida, como al final ocurrió, fue salvada. El hombre que me salvó fue un voluntario del EMT llamado Paul Fillebrown. El fue el que hizo las cosas que había que hacer en el lugar del hecho, y de ahí me llevó al hospital más cercano a ciento diez millas por hora. Y si bien Paul Fillebrown puede tener una tarjeta American Express, dudo mucho que sea una dorada o, Dios nos salve, la que es negra y ofrece puntos para millas de vuelo y descuentos especiales en el Club Med.

Todos sabemos que la vida es efímera, pero en aquel día en particular y en los meses que le siguieron, tuve un doloroso pero valioso punto de vista de las verdades simples de la vida. Llegamos a la misma desnudos y sin nada. Somos vestidos cuando nos vamos, pero igual lo hacemos sin nada. ¿Warren Buffet? Se irá sin nada. ¿Bill Gates? Se irá sin nada. ¿Tom Hanks? Se irá sin nada. ¿El Presidente Fergusson? Sin nada. ¿Steve King? Sin nada. ¿Ustedes? Sin nada. Ni un mísero centavo. ¿Y mientras tanto qué? "Soy consciente del paso del tiempo, dicen que al final es un abrir y cerrar de ojos”. Eso es todo. Sólo un abrir y cerrar de ojos.

Dejen que les dé algunos números, ¿okey? La clase de 2001, si todos se gradúan a tiempo, consistiría de seiscientos veinticuatro hombres y mujeres. Pero las cosas están así, y probablemente un número mucho menor obtenga sus diplomas hoy. Dije seiscientos. Ahora veamos el salario promedio anual de un graduado de Vassar, y cuando digo promedio, digo bien abajo, para reflejar los años de lucha, en los que no les pagarán lo que se merecen. Sin son personas normales, en estos primeros años, se cuidarán mucho de ver a U2 o Wilco en concierto. Por eso digamos cuarenta y uno. Dados todos esos maravillosos avances médicos de los que hablamos, muchos de ustedes podrán trabajar más, pero seamos más conservadores. Cuarenta años. Dados estos números -estos números muy conservadores- esta clase, como un grupo, puede tener la expectativa de ganar 984 millones de dólares durante sus años activos en la economía Americana. No son todavía números tipo Bill Gates, pero tenemos que recordar que Vassar es sólo una de las muchas y buenas escuelas donde se pueden graduar hoy. Casi un billón de dólares. Soy consciente del paso del tiempo, dicen que en el final es un abrir y cerrar de ojos, y el hombre que nos asusta dijo que me voy a ir sin nada. El hombre que nos asusta, en realidad, dijo más que eso. El hombre que nos asusta dijo que todo el dinero que ganarán, todo el crédito que girará como el gato muerto de Tom Sawyer en una cuerda, todas las acciones que comprarán, todos los fondos de la mutual y los metales preciosos que compren - todo es en su mayoría humo y espejos. Continuarán poniéndose los pantalones de una pierna a la vez, sin importar cuántas ganancias de General Electric tengan en su portafolio. Seguirán llegando quince minutos tarde, sin importar si el que les dice la hora es un Timex o un Rolex. No importa lo grande que sea vuestra cuenta bancaria, los hijos seguirán escuchando la música muy fuerte. No importa cuántas tarjetas de crédito tengan, tarde o temprano las cosas empezarán a ir mal con las tres cosas que realmente pueden llamar de vuestra propiedad: vuestro cuerpo, vuestro espíritu, y vuestra mente.

Por un corto período de tiempo -digamos cuarenta años, pero es apenas un parpadeo en el curso completo de las cosas- ustedes y vuestros contemporáneos construirán un enorme poder: el poder de la economía, el poder del más grande complejo industrial-militar en la historia del mundo, el poder de la sociedad americana que crearán a su propia imagen. Ese es vuestro tiempo, vuestro momento. No lo pierdan. Pienso que mi generación lo hizo, si bien no nos culpo demasiado; todo ocurre en un abrir y cerrar de ojos y es fácil perderse.

De todos los poderes que pronto llegarán a sus manos -gradualmente al principio, pero luego con una velocidad que les quitará la respiración-, el más grande es sin dudas el poder de la compasión, la habilidad de dar. Tenemos enormes recursos en este país -recursos que ustedes mismos pronto tendrán a cargo-, pero son de ustedes sólo cómo un préstamo. Sólo por un tiempo. Morirán solos, sin nada. En el final, es un abrir y cerrar de ojos. He venido aquí a hablarles de caridad, y quiero que piensen en ella en gran escala.

¿Deben dar algo de lo que tienen? Por supuesto que deben hacerlo. Quiero que consideren la construcción de sus vidas como un gran regalo a otros, ¿y por qué no? De cualquier manera, todo lo que tienen es a préstamo. Todo lo que desean tener, desde la Maserati que soñaron hasta el seguro de retiro que algún agente intentará venderles, nada es real. Todo lo que queda es que finalmente un día no estarán. El resto es humo y espejos.

¿No pienso yo que la riqueza -y algunos de vosotros terminarán muy ricos, aunque esto no lo deben pensar ahora- debe quedar en la familia? Tal vez sí, -la caridad empieza por casa. Aquellos que pudieron pagar la educación de sus hijos e hijas -su educación en Vassar- han hecho una cosa maravillosa. Es un gran regalo. Si además tienen posibilidades de continuar y darles un comienzo en los negocios, posiblemente ayudándolos con una casa, mucho mejor. Porque la caridad empieza por casa. Porque hasta cierto punto, somos responsables de las vidas que traemos al mundo. Pero pienso que la cosa más fría que un hombre o mujer joven pueden escuchar es "Algún día todo esto será tuyo”. Y por supuesto, la que dice: "Todo esto lo hice por ti”. Pienso que muchos de los nuevos graduados lo que quieren oír es una versión diferente, "Puedes valerte por ti mismo, buena suerte, llama si necesitas ayuda. E invierte el dinero”.

Hay otra cosa terrorífica en que pensar antes que se vayan.

Imaginen un pequeño patio, rodeado por un cerco de tablas. Papá, un tipo agradable que lleva un delantal que dice PUEDEN BESAR AL COCINERO, prepara la barbacoa. Mamá y los chicos están preparando la mesa de picnic al lado de la pileta: pollo frito, ensalada de patatas, pastel de chocolate para el postre. Y de pie alrededor de ese cerco, mirando, hay hombres y mujeres enflaquecidos, niños hambrientos. En silencio. Solo contemplan. La familia en el picnic somos nosotros, damas y caballeros; el patio es América, y aquellas personas hambrientas del otro lado, viéndonos comer, incluye a gran parte del resto del mundo. Es Asia y el subcontinente; son los países de Europa Central donde la gente vive al filo, desde una cosecha a la otra; es Sudamérica, donde se queman los bosques para poder realizar construcciones donde luego se venderán Big Macs; es África en su mayor parte, donde el SIDA es pandémico -no epidémico, sino pandémico- y la inanición es algo común. ¿Estoy exagerando? Bueno, América contiene el cinco por ciento de la población mundial y utiliza el setenta y cinco por ciento de los recursos del mundo, así que díganme si exagero. Lo que nosotros preparamos de cena de Acción de Gracias, para una familia de ocho, podría alimentar a una villa africana por una semana, así que díganme si exagero. Y la generación de Woodstock que se gestó para cambiar el mundo, se ha zambullido en una existencia egoísta conducida por la T.V. Mientras nuestro producto bruto nacional se ha triplicado durante el último cuarto de siglo, la ayuda que nosotros damos a los pobres del mundo ha descendido a los niveles de 1973, así que díganme si estoy exagerando en este caso. En el oeste africano, el promedio de vida es de treinta y nueve años. La mortalidad infantil en el primer año es del quince por ciento. No es una imagen linda, pero tenemos el poder de ayudar, el poder de cambiar. ¿Y por qué habríamos de rehusarnos? ¿Porque vamos a llevarnos toda la plata con nosotros? ¡Por favor!

Nosotros hemos elegido una administración -supongo que nosotros la elegimos, podemos decir que lo hicimos- que tiene una visión oscura de la caridad como política nacional. George W. Bush habló acerca del "conservadurismo compasivo". De lo que él esta hablando ha sido un lema del Partido Republicano por años; significa "No le dé un pez a un hombre, déle una caña y enséñele a pescar". (Esto, por supuesto, sería antes que el conservacionismo idiota y las políticas ambientales tornaran el concepto de "pez" irrelevante). Mi propia filosofía -en parte formada cuando era un joven graduado sin un trabajo en espera- es también dar una caña y enseñar a pescar, pero la gente aprende mejor con la panza llena. ¿Por qué no darle un pez para empezar?

El hecho de dar no es importante por lo que se da o por el que lo recibe, sino por el que lo da. Es para el que lo da. Uno no abre su billetera para mejorar el mundo, si bien es bueno cuando esto ocurre; uno lo hace para mejorarse a sí mismo. Yo doy porque es la única manera concreta que tengo de decir que estoy contento de estar vivo y de que puedo ganarme el pan de cada día haciendo lo que amo. Espero que ustedes estén de forma similar, agradecidos de estar vivos y de que estén contentos de hacer lo que puedan -incluso aquel tipo que terminará como conserje del Hotel Carlyle. Dar es una manera de deshacernos del dinero que hacemos y devolverlo a donde pertenece -a las vidas que lideramos, las familias que criamos, las comunidades que nos nutren.

Les deseo el día más placentero, graduados y familias. Les deseo la felicidad del compañerismo, uno con el otro. Esto no es cien años en el futuro, después de todo; es sólo hoy, y hoy estamos bien. Hoy nadie está mejor que nosotros. Pero cuando vayan a algún lugar y se sienten a comer pan con sus familias, como hará la mayoría de vosotros, les quiero recordar la imagen de los hambrientos y los desposeídos parados al otro lado del cerco. En su mayoría, no les quieren hacer daño, o quitarles la alegría en este día; ellos sólo quieren lo que ustedes y todos nosotros queremos: comida para ellos y sus chicos, ropas para el cuerpo, un techo para espantar a la lluvia por la noche. Hay gente que necesita esas cosas acá en Poughkeepsie, así como en la India y Sierra Leona. Muchos de ustedes conocen de esto; en abril de este año, el Vassar College organizó un panel de discusión llamado "Rostros de los sin techo."

Dutchess Outreach es una organización local destinada a ayudar a los hambrientos, los enfermos y los que no tienen hogar. Están en el número 70 de la calle Hamilton, cerca de una parte de la cuidad que es muy diferente de este campo verde y placentero, una parte de Poughkeepsie donde uno no se siente cómodo caminando de noche. Dutchess Outreach tiene un Banco de Comida de Emergencia para aquellos que están hambrientos y no tienen nada que comer. Tiene algo llamado la Caja del Almuerzo, que sirve comidas al mediodía durante seis días a la semana. Tiene un Ropero de Ropa para Chicos que necesitan pantalones y chaquetas y zapatos. Proveen nutrición, información y servicios de emergencia para gente con SIDA.

Por regla, no suelo hablar de las obras de caridad que hago; creo que la mano izquierda no debe saber que es lo que hace la mano derecha, y si lo sabe, no debe discutir. Hoy voy a hacer una excepción a la regla. Tengo pensado entregar 20.000 dólares a Dutchess Outreach, en honor de la clase de 2001. Me sentiría halagado si ustedes pueden alcanzar esa cifra. Cada uno de acuerdo a sus propios recursos; nadie saldrá lastimado. No les pido que hagan esto para resolver el problema del hambre, sino porque disfrutarán la comida que se viene, sabiendo que compartieron su alegría y su buena fortuna, siendo parte de esta feliz ocasión. Y no dejen que sea una sola vez. Dejen que sea el comienzo de una vida de brindar, no sólo de dinero, sino también de tiempo y espíritu. A la larga se reembolsa. No sólo porque nos ayuda a recordar que nosotros también podríamos estar en la misma situación, sino también para saber que lo hicimos bien. Ahora tenemos el poder de hacer algo grandioso por los otros y por nosotros mismos. Por eso los invito a que comiencen la siguiente etapa de su vida dando, y que continúen una vez que hayan empezado. Pienso que al final habrán llegado más lejos de lo que pensaban, y habrán hecho más bien del que soñaron.

Gracias.

20 de Mayo de 2001

 

Comentarios

@ALEJANDROVALL

06/01/2010

AYY NENA ME ARRUINASTE LA TARDE !!!! Chau Ale el que seguro no llega al 2050

 
@YA_NI_MIRO

06/01/2010



Ale:  La intención no era arruinarle la tarde a nadie.  Simplemente me gustó descubrir esta otra cara de alguien que nos viene asustando desde hace tantos años y quise compartir el descubrimiento.  Además,  más allá de la parte que no te gustó,  expresa conceptos muy interesantes sobre varios tópicos.

Silmab:  Me alegra que que haya encantado!!