Bienvenida, ignorancia salvadora


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Escrito por
@MARCE50

17/02/2010#N30590

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Bienvenida, ignorancia salvadora:

 

Cuando era chico mis padres entendieron que la educación era un valor.

La misma nos ayuda a comprender el mundo en que vivimos, como funcionan los sistemas, interpretamos modelos, adquirimos sensibilidad ante las expresiones artísticas, conocemos y entendemos nuestro pasado y predecimos el futuro.

También emparentaban la mayor adquisición de conocimientos y desarrollo de talentos a la bonanza económica.

“Te pueden sacar lo que tenes pero lo que sabes lo compartís con quien queres”, decían.

En una sociedad que avanza en el desarrollo de oportunidades, compartiendo la riqueza obtenida y retroalimentándose, la educación pasa a ser un pilar indiscutido.

Mi abuelo, emigro de Italia sin un peso, en la pobreza más absoluta, con su ignorancia a cuestas.

Puso una fabrica de bulones y abasteció de estos al Ferrocarril, que por ese entonces se instalaba, uniendo pueblos y transportando mercaderías hacia el puerto.

Por razones políticas su fabrica fue expropiada, una cooperativa que fundió al segundo año de vida se ocupó de la misma.

Mi padre estudió ingeniería, puso una pequeña fábrica metalúrgica y se fundió al tiempo porque sus clientes no pagaban.

También estudié Ingeniería, como si fuera un legado familiar. Puse dos fábricas en mi vida y las dos no prosperaron, les vendía a otras fábricas haciendo productos intermedios, estas no me pudieron pagar y desaparecieron y los productos que fabrique se reemplazaron por importación.

Yo me pude reubicar laboralmente, no siempre bien y sin sufrir.

Algunos de mis empleados no tuvieron la misma suerte fueron indigentes por muchos años hasta que les perdí de vista.

La educación nos separó, como también me separó a mi de amigos de estudio que hicieron enormes cantidades de dinero con especulación al habese dedicado a las finanzas o al comercio y no dedicarse a un proceso productivo. La plata no se hace trabajando, dicen.

La sociedad poco a poco se fue fracturando, están los que pudieron y quisieron estudiar y los que no y los que tienen mucha pero mucha plata y los que trabajan para vivir, a veces bien y en general cada vez peor.

Los que estudiamos, podemos comer y tenemos un pequeño tiempo para nosotros, según lo adquirido leemos, sacamos conclusiones y comparamos.

Mientras estudiábamos despotricamos contra la enseñanza, el colegio y la facultad, pero, hemos desarrollado la capacidad de tener inquietudes, hacernos preguntas y buscar respuestas.

Como vivir con las respuestas que no nos gustan y que no podemos modificar?

En los últimos treinta años hemos asistido a una continua degradación de la sociedad y la percepción es que la misma continuará acentuándose.

Nuestra vida en los años 80 creímos que era mediocre y que debíamos ir en busca de la excelencia. Ya teníamos la percepción negativa de nuestros mayores.

Hoy confirmamos que no podremos más que ser testigos de nuestra inoperancia.

Nuestros intelectuales, los de coeficientes intelectuales por encima de la media, los que viajaron y aprobaron sus postgrados en universidades reconocidas internacionalmente nos venden ideas que responden a sus intereses, no aprobaron “patriotismo”.

Y nos dejaron a nosotros, los que queremos mejorar sanamente para vivir y criar a nuestros hijos en un país mejor, porque no tenemos alternativa.

Nosotros, que discutimos y nos peleamos sin entender ni siquiera cual es el problema.

Nosotros, a los que nos gana la impotencia, al ver que pasan los años y el hacer le deja el paso a la corrupción.

Los que trabajamos para empatar, sabiendo que esto nunca será salir de perdedores.

Hoy, la educación ya no es un valor.

A veces pienso que íntimamente queremos que no haya más escuelas. Los chicos no quieren ir, los docentes tampoco, todos festejan los paros, las jornadas o las 25 faltas que les permiten antes de dejarlos libres.

Los padres se molestan al llevar a los chicos o no pueden pagar o les parecen caros los útiles y libros de estudio. El tráfico en esas horas se hace imposible y a todos nos molestan.

Como nuestros adolescentes no pueden comparar, al ser aprobados con pocos conocimientos y después de darles varias chancees de dar un examen para que no halla deserción, no se dan cuenta de su ignorancia.

Esta ignorancia los acompañará para toda su vida, ya se nota. En los trabajos no tienen capacidad para hacer preguntas y esto solo los hace cautivos de una receta de cómo se deben hacer las cosas.

Como se puede vivir decepcionado comprendiendo la idiotez en que nos estamos hundiendo?

Es difícil, para las próximas generaciones ya será mas fácil, la falta de conocimiento las ayudará.

Tomaran a la violencia, la droga, la falta de oportunidades y la polarización entre educados con plata y pobres ignorantes como normal.

Les será más fácil convivir con la muerte y el vandalismo y sobrevivirán felices, mientras tengan dos pesos para la birra y un escalón donde tomarla. 

 

Bienvenida, ignorancia salvadora:

 

Cuando era chico mis padres entendieron que la educación era un valor.

La misma nos ayuda a comprender el mundo en que vivimos, como funcionan los sistemas, interpretamos modelos, adquirimos sensibilidad ante las expresiones artísticas, conocemos y entendemos nuestro pasado y predecimos el futuro.

También emparentaban la mayor adquisición de conocimientos y desarrollo de talentos a la bonanza económica.

“Te pueden sacar lo que tenes pero lo que sabes lo compartís con quien queres”, decían.

En una sociedad que avanza en el desarrollo de oportunidades, compartiendo la riqueza obtenida y retroalimentándose, la educación pasa a ser un pilar indiscutido.

Mi abuelo, emigro de Italia sin un peso, en la pobreza más absoluta, con su ignorancia a cuestas.

Puso una fabrica de bulones y abasteció de estos al Ferrocarril, que por ese entonces se instalaba, uniendo pueblos y transportando mercaderías hacia el puerto.

Por razones políticas su fabrica fue expropiada, una cooperativa que fundió al segundo año de vida se ocupó de la misma.

Mi padre estudió ingeniería, puso una pequeña fábrica metalúrgica y se fundió al tiempo porque sus clientes no pagaban.

También estudié Ingeniería, como si fuera un legado familiar. Puse dos fábricas en mi vida y las dos no prosperaron, les vendía a otras fábricas haciendo productos intermedios, estas no me pudieron pagar y desaparecieron y los productos que fabrique se reemplazaron por importación.

Yo me pude reubicar laboralmente, no siempre bien y sin sufrir.

Algunos de mis empleados no tuvieron la misma suerte fueron indigentes por muchos años hasta que les perdí de vista.

La educación nos separó, como también me separó a mi de amigos de estudio que hicieron enormes cantidades de dinero con especulación al habese dedicado a las finanzas o al comercio y no dedicarse a un proceso productivo. La plata no se hace trabajando, dicen.

La sociedad poco a poco se fue fracturando, están los que pudieron y quisieron estudiar y los que no y los que tienen mucha pero mucha plata y los que trabajan para vivir, a veces bien y en general cada vez peor.

Los que estudiamos, podemos comer y tenemos un pequeño tiempo para nosotros, según lo adquirido leemos, sacamos conclusiones y comparamos.

Mientras estudiábamos despotricamos contra la enseñanza, el colegio y la facultad, pero, hemos desarrollado la capacidad de tener inquietudes, hacernos preguntas y buscar respuestas.

Como vivir con las respuestas que no nos gustan y que no podemos modificar?

En los últimos treinta años hemos asistido a una continua degradación de la sociedad y la percepción es que la misma continuará acentuándose.

Nuestra vida en los años 80 creímos que era mediocre y que debíamos ir en busca de la excelencia. Ya teníamos la percepción negativa de nuestros mayores.

Hoy confirmamos que no podremos más que ser testigos de nuestra inoperancia.

Nuestros intelectuales, los de coeficientes intelectuales por encima de la media, los que viajaron y aprobaron sus postgrados en universidades reconocidas internacionalmente nos venden ideas que responden a sus intereses, no aprobaron “patriotismo”.

Y nos dejaron a nosotros, los que queremos mejorar sanamente para vivir y criar a nuestros hijos en un país mejor, porque no tenemos alternativa.

Nosotros, que discutimos y nos peleamos sin entender ni siquiera cual es el problema.

Nosotros, a los que nos gana la impotencia, al ver que pasan los años y el hacer le deja el paso a la corrupción.

Los que trabajamos para empatar, sabiendo que esto nunca será salir de perdedores.

Hoy, la educación ya no es un valor.

A veces pienso que íntimamente queremos que no haya más escuelas. Los chicos no quieren ir, los docentes tampoco, todos festejan los paros, las jornadas o las 25 faltas que les permiten antes de dejarlos libres.

Los padres se molestan al llevar a los chicos o no pueden pagar o les parecen caros los útiles y libros de estudio. El tráfico en esas horas se hace imposible y a todos nos molestan.

Como nuestros adolescentes no pueden comparar, al ser aprobados con pocos conocimientos y después de darles varias chancees de dar un examen para que no halla deserción, no se dan cuenta de su ignorancia.

Esta ignorancia los acompañará para toda su vida, ya se nota. En los trabajos no tienen capacidad para hacer preguntas y esto solo los hace cautivos de una receta de cómo se deben hacer las cosas.

Como se puede vivir decepcionado comprendiendo la idiotez en que nos estamos hundiendo?

Es difícil, para las próximas generaciones ya será mas fácil, la falta de conocimiento las ayudará.

Tomaran a la violencia, la droga, la falta de oportunidades y la polarización entre educados con plata y pobres ignorantes como normal.

Les será más fácil convivir con la muerte y el vandalismo y sobrevivirán felices, mientras tengan dos pesos para la birra y un escalón donde tomarla. 

 

Bienvenida, ignorancia salvadora:

 

Cuando era chico mis padres entendieron que la educación era un valor.

La misma nos ayuda a comprender el mundo en que vivimos, como funcionan los sistemas, interpretamos modelos, adquirimos sensibilidad ante las expresiones artísticas, conocemos y entendemos nuestro pasado y predecimos el futuro.

También emparentaban la mayor adquisición de conocimientos y desarrollo de talentos a la bonanza económica.

“Te pueden sacar lo que tenes pero lo que sabes lo compartís con quien queres”, decían.

En una sociedad que avanza en el desarrollo de oportunidades, compartiendo la riqueza obtenida y retroalimentándose, la educación pasa a ser un pilar indiscutido.

Mi abuelo, emigro de Italia sin un peso, en la pobreza más absoluta, con su ignorancia a cuestas.

Puso una fabrica de bulones y abasteció de estos al Ferrocarril, que por ese entonces se instalaba, uniendo pueblos y transportando mercaderías hacia el puerto.

Por razones políticas su fabrica fue expropiada, una cooperativa que fundió al segundo año de vida se ocupó de la misma.

Mi padre estudió ingeniería, puso una pequeña fábrica metalúrgica y se fundió al tiempo porque sus clientes no pagaban.

También estudié Ingeniería, como si fuera un legado familiar. Puse dos fábricas en mi vida y las dos no prosperaron, les vendía a otras fábricas haciendo productos intermedios, estas no me pudieron pagar y desaparecieron y los productos que fabrique se reemplazaron por importación.

Yo me pude reubicar laboralmente, no siempre bien y sin sufrir.

Algunos de mis empleados no tuvieron la misma suerte fueron indigentes por muchos años hasta que les perdí de vista.

La educación nos separó, como también me separó a mi de amigos de estudio que hicieron enormes cantidades de dinero con especulación al habese dedicado a las finanzas o al comercio y no dedicarse a un proceso productivo. La plata no se hace trabajando, dicen.

La sociedad poco a poco se fue fracturando, están los que pudieron y quisieron estudiar y los que no y los que tienen mucha pero mucha plata y los que trabajan para vivir, a veces bien y en general cada vez peor.

Los que estudiamos, podemos comer y tenemos un pequeño tiempo para nosotros, según lo adquirido leemos, sacamos conclusiones y comparamos.

Mientras estudiábamos despotricamos contra la enseñanza, el colegio y la facultad, pero, hemos desarrollado la capacidad de tener inquietudes, hacernos preguntas y buscar respuestas.

Como vivir con las respuestas que no nos gustan y que no podemos modificar?

En los últimos treinta años hemos asistido a una continua degradación de la sociedad y la percepción es que la misma continuará acentuándose.

Nuestra vida en los años 80 creímos que era mediocre y que debíamos ir en busca de la excelencia. Ya teníamos la percepción negativa de nuestros mayores.

Hoy confirmamos que no podremos más que ser testigos de nuestra inoperancia.

Nuestros intelectuales, los de coeficientes intelectuales por encima de la media, los que viajaron y aprobaron sus postgrados en universidades reconocidas internacionalmente nos venden ideas que responden a sus intereses, no aprobaron “patriotismo”.

Y nos dejaron a nosotros, los que queremos mejorar sanamente para vivir y criar a nuestros hijos en un país mejor, porque no tenemos alternativa.

Nosotros, que discutimos y nos peleamos sin entender ni siquiera cual es el problema.

Nosotros, a los que nos gana la impotencia, al ver que pasan los años y el hacer le deja el paso a la corrupción.

Los que trabajamos para empatar, sabiendo que esto nunca será salir de perdedores.

Hoy, la educación ya no es un valor.

A veces pienso que íntimamente queremos que no haya más escuelas. Los chicos no quieren ir, los docentes tampoco, todos festejan los paros, las jornadas o las 25 faltas que les permiten antes de dejarlos libres.

Los padres se molestan al llevar a los chicos o no pueden pagar o les parecen caros los útiles y libros de estudio. El tráfico en esas horas se hace imposible y a todos nos molestan.

Como nuestros adolescentes no pueden comparar, al ser aprobados con pocos conocimientos y después de darles varias chancees de dar un examen para que no halla deserción, no se dan cuenta de su ignorancia.

Esta ignorancia los acompañará para toda su vida, ya se nota. En los trabajos no tienen capacidad para hacer preguntas y esto solo los hace cautivos de una receta de cómo se deben hacer las cosas.

Como se puede vivir decepcionado comprendiendo la idiotez en que nos estamos hundiendo?

Es difícil, para las próximas generaciones ya será mas fácil, la falta de conocimiento las ayudará.

Tomaran a la violencia, la droga, la falta de oportunidades y la polarización entre educados con plata y pobres ignorantes como normal.

Les será más fácil convivir con la muerte y el vandalismo y sobrevivirán felices, mientras tengan dos pesos para la birra y un escalón donde tomarla. 

 

Bienvenida, ignorancia salvadora:

 

Cuando era chico mis padres entendieron que la educación era un valor.

La misma nos ayuda a comprender el mundo en que vivimos, como funcionan los sistemas, interpretamos modelos, adquirimos sensibilidad ante las expresiones artísticas, conocemos y entendemos nuestro pasado y predecimos el futuro.

También emparentaban la mayor adquisición de conocimientos y desarrollo de talentos a la bonanza económica.

“Te pueden sacar lo que tenes pero lo que sabes lo compartís con quien queres”, decían.

En una sociedad que avanza en el desarrollo de oportunidades, compartiendo la riqueza obtenida y retroalimentándose, la educación pasa a ser un pilar indiscutido.

Mi abuelo, emigro de Italia sin un peso, en la pobreza más absoluta, con su ignorancia a cuestas.

Puso una fabrica de bulones y abasteció de estos al Ferrocarril, que por ese entonces se instalaba, uniendo pueblos y transportando mercaderías hacia el puerto.

Por razones políticas su fabrica fue expropiada, una cooperativa que fundió al segundo año de vida se ocupó de la misma.

Mi padre estudió ingeniería, puso una pequeña fábrica metalúrgica y se fundió al tiempo porque sus clientes no pagaban.

También estudié Ingeniería, como si fuera un legado familiar. Puse dos fábricas en mi vida y las dos no prosperaron, les vendía a otras fábricas haciendo productos intermedios, estas no me pudieron pagar y desaparecieron y los productos que fabrique se reemplazaron por importación.

Yo me pude reubicar laboralmente, no siempre bien y sin sufrir.

Algunos de mis empleados no tuvieron la misma suerte fueron indigentes por muchos años hasta que les perdí de vista.

La educación nos separó, como también me separó a mi de amigos de estudio que hicieron enormes cantidades de dinero con especulación al habese dedicado a las finanzas o al comercio y no dedicarse a un proceso productivo. La plata no se hace trabajando, dicen.

La sociedad poco a poco se fue fracturando, están los que pudieron y quisieron estudiar y los que no y los que tienen mucha pero mucha plata y los que trabajan para vivir, a veces bien y en general cada vez peor.

Los que estudiamos, podemos comer y tenemos un pequeño tiempo para nosotros, según lo adquirido leemos, sacamos conclusiones y comparamos.

Mientras estudiábamos despotricamos contra la enseñanza, el colegio y la facultad, pero, hemos desarrollado la capacidad de tener inquietudes, hacernos preguntas y buscar respuestas.

Como vivir con las respuestas que no nos gustan y que no podemos modificar?

En los últimos treinta años hemos asistido a una continua degradación de la sociedad y la percepción es que la misma continuará acentuándose.

Nuestra vida en los años 80 creímos que era mediocre y que debíamos ir en busca de la excelencia. Ya teníamos la percepción negativa de nuestros mayores.

Hoy confirmamos que no podremos más que ser testigos de nuestra inoperancia.

Nuestros intelectuales, los de coeficientes intelectuales por encima de la media, los que viajaron y aprobaron sus postgrados en universidades reconocidas internacionalmente nos venden ideas que responden a sus intereses, no aprobaron “patriotismo”.

Y nos dejaron a nosotros, los que queremos mejorar sanamente para vivir y criar a nuestros hijos en un país mejor, porque no tenemos alternativa.

Nosotros, que discutimos y nos peleamos sin entender ni siquiera cual es el problema.

Nosotros, a los que nos gana la impotencia, al ver que pasan los años y el hacer le deja el paso a la corrupción.

Los que trabajamos para empatar, sabiendo que esto nunca será salir de perdedores.

Hoy, la educación ya no es un valor.

A veces pienso que íntimamente queremos que no haya más escuelas. Los chicos no quieren ir, los docentes tampoco, todos festejan los paros, las jornadas o las 25 faltas que les permiten antes de dejarlos libres.

Los padres se molestan al llevar a los chicos o no pueden pagar o les parecen caros los útiles y libros de estudio. El tráfico en esas horas se hace imposible y a todos nos molestan.

Como nuestros adolescentes no pueden comparar, al ser aprobados con pocos conocimientos y después de darles varias chancees de dar un examen para que no halla deserción, no se dan cuenta de su ignorancia.

Esta ignorancia los acompañará para toda su vida, ya se nota. En los trabajos no tienen capacidad para hacer preguntas y esto solo los hace cautivos de una receta de cómo se deben hacer las cosas.

Como se puede vivir decepcionado comprendiendo la idiotez en que nos estamos hundiendo?

Es difícil, para las próximas generaciones ya será mas fácil, la falta de conocimiento las ayudará.

Tomaran a la violencia, la droga, la falta de oportunidades y la polarización entre educados con plata y pobres ignorantes como normal.

Les será más fácil convivir con la muerte y el vandalismo y sobrevivirán felices, mientras tengan dos pesos para la birra y un escalón donde tomarla. 

 

Bienvenida, ignorancia salvadora:

 

Cuando era chico mis padres entendieron que la educación era un valor.

La misma nos ayuda a comprender el mundo en que vivimos, como funcionan los sistemas, interpretamos modelos, adquirimos sensibilidad ante las expresiones artísticas, conocemos y entendemos nuestro pasado y predecimos el futuro.

También emparentaban la mayor adquisición de conocimientos y desarrollo de talentos a la bonanza económica.

“Te pueden sacar lo que tenes pero lo que sabes lo compartís con quien queres”, decían.

En una sociedad que avanza en el desarrollo de oportunidades, compartiendo la riqueza obtenida y retroalimentándose, la educación pasa a ser un pilar indiscutido.

Mi abuelo, emigro de Italia sin un peso, en la pobreza más absoluta, con su ignorancia a cuestas.

Puso una fabrica de bulones y abasteció de estos al Ferrocarril, que por ese entonces se instalaba, uniendo pueblos y transportando mercaderías hacia el puerto.

Por razones políticas su fabrica fue expropiada, una cooperativa que fundió al segundo año de vida se ocupó de la misma.

Mi padre estudió ingeniería, puso una pequeña fábrica metalúrgica y se fundió al tiempo porque sus clientes no pagaban.

También estudié Ingeniería, como si fuera un legado familiar. Puse dos fábricas en mi vida y las dos no prosperaron, les vendía a otras fábricas haciendo productos intermedios, estas no me pudieron pagar y desaparecieron y los productos que fabrique se reemplazaron por importación.

Yo me pude reubicar laboralmente, no siempre bien y sin sufrir.

Algunos de mis empleados no tuvieron la misma suerte fueron indigentes por muchos años hasta que les perdí de vista.

La educación nos separó, como también me separó a mi de amigos de estudio que hicieron enormes cantidades de dinero con especulación al habese dedicado a las finanzas o al comercio y no dedicarse a un proceso productivo. La plata no se hace trabajando, dicen.

La sociedad poco a poco se fue fracturando, están los que pudieron y quisieron estudiar y los que no y los que tienen mucha pero mucha plata y los que trabajan para vivir, a veces bien y en general cada vez peor.

Los que estudiamos, podemos comer y tenemos un pequeño tiempo para nosotros, según lo adquirido leemos, sacamos conclusiones y comparamos.

Mientras estudiábamos despotricamos contra la enseñanza, el colegio y la facultad, pero, hemos desarrollado la capacidad de tener inquietudes, hacernos preguntas y buscar respuestas.

Como vivir con las respuestas que no nos gustan y que no podemos modificar?

En los últimos treinta años hemos asistido a una continua degradación de la sociedad y la percepción es que la misma continuará acentuándose.

Nuestra vida en los años 80 creímos que era mediocre y que debíamos ir en busca de la excelencia. Ya teníamos la percepción negativa de nuestros mayores.

Hoy confirmamos que no podremos más que ser testigos de nuestra inoperancia.

Nuestros intelectuales, los de coeficientes intelectuales por encima de la media, los que viajaron y aprobaron sus postgrados en universidades reconocidas internacionalmente nos venden ideas que responden a sus intereses, no aprobaron “patriotismo”.

Y nos dejaron a nosotros, los que queremos mejorar sanamente para vivir y criar a nuestros hijos en un país mejor, porque no tenemos alternativa.

Nosotros, que discutimos y nos peleamos sin entender ni siquiera cual es el problema.

Nosotros, a los que nos gana la impotencia, al ver que pasan los años y el hacer le deja el paso a la corrupción.

Los que trabajamos para empatar, sabiendo que esto nunca será salir de perdedores.

Hoy, la educación ya no es un valor.

A veces pienso que íntimamente queremos que no haya más escuelas. Los chicos no quieren ir, los docentes tampoco, todos festejan los paros, las jornadas o las 25 faltas que les permiten antes de dejarlos libres.

Los padres se molestan al llevar a los chicos o no pueden pagar o les parecen caros los útiles y libros de estudio. El tráfico en esas horas se hace imposible y a todos nos molestan.

Como nuestros adolescentes no pueden comparar, al ser aprobados con pocos conocimientos y después de darles varias chancees de dar un examen para que no halla deserción, no se dan cuenta de su ignorancia.

Esta ignorancia los acompañará para toda su vida, ya se nota. En los trabajos no tienen capacidad para hacer preguntas y esto solo los hace cautivos de una receta de cómo se deben hacer las cosas.

Como se puede vivir decepcionado comprendiendo la idiotez en que nos estamos hundiendo?

Es difícil, para las próximas generaciones ya será mas fácil, la falta de conocimiento las ayudará.

Tomaran a la violencia, la droga, la falta de oportunidades y la polarización entre educados con plata y pobres ignorantes como normal.

Les será más fácil convivir con la muerte y el vandalismo y sobrevivirán felices, mientras tengan dos pesos para la birra y un escalón donde tomarla. 

 

 

 

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