EVITA.....(MARIA ELENA WALSH)


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@CECILYA

07/05/2010#N31665

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SE CUMPLIO UN ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE MARIA EVA DUARTE DE PERON  NUESTRA QUERIDA "EVITA" LA ABANDERADA DE LOS HUMILDES, UNA PERSONALIDAD,  CONTROVERTIDA, DE ACTITUDES DECIDIDAS Y SOBRE TODO IDEAS CLARAS MOSTRANDO SIEMPRE UN GRAN COMPROMISO CON NUESTRO PUEBLO.. MI GRAN ADMIRACIÓN!!! CECILYA

 

EVITA
Calle Florida, túnel de flores podridas.
Y el pobrerío se quedó sin madre
llorando entre faroles sin crespones.
Llorando en cueros, para siempre, solos.
Sombríos machos de corbata negra
sufrían rencorosos por decreto
y el órgano por Radio del Estado
hizo durar a Dios un mes o dos.
Buenos Aires de niebla y de silencio.
El Barrio Norte tras las celosías
encargaba a París rayos de sol.
La cola interminable para verla
y los que maldecían por si acaso
no vayan esos cabecitas negras
a bienaventurar a una cualquiera.

Flores podridas para Cleopatra.
Y los grasitas con el corazón rajado,
rajado en serio. Huérfanos. Silencio.
Calles de invierno donde nadie pregona
El Líder, Democracia, La Razón.
Y Antonio Tormo calla "amémonos".
Un vendaval de luto obligatorio.
Escarapelas con coágulos negros.
El siglo nunca vio muerte más muerte.
Pobrecitos rubíes, esmeraldas,
visones ofrendados por el pueblo,
sandalias de oro, sedas virreinales,
vacías, arrumbadas en la noche.
Y el odio entre paréntesis, rumiando
venganza en sótanos y con picana.
Y el amor y el dolor que eran de veras
gimiendo en el cordón de la vereda.
Lágrimas enjuagadas con harapos,
Madrecita de los Desamparados.
Silencio, que hasta el tango se murió.
Orden de arriba y lágrimas de abajo.
En plena juventud. No somos nada.
No somos nada más que un gran castigo.
Se pintó la República de negro
No descanses en paz, alza los brazos,
no para el día del renunciamiento
sino para juntarte a las mujeres
con tu bandera redentora
lavada en pólvora, resucitando.
No sé quién fuiste, pero te jugaste.
Torciste el Riachuelo a Plaza de Mayo,
metiste a las mujeres en la historia
de prepo, arrebatando los micrófonos,
repartiendo venganzas y limosnas.
Bruta como un diamante en un chiquero
¿Quién va a tirarte la última piedra?
Quizás un día nos juntemos
para invocar tu insólito coraje.

Todas, las contreras, las idólatras,
las madres incesantes, las rameras,
las que te amaron, las que te maldijeron,
las que obedientes tiran hijos
a la basura de la guerra, todas
las que ahora en el mundo fraternizan
sublevándose contra la aniquilación.

Cuando los buitres te dejen tranquila
y huyas de las estampas y el ultraje
empezaremos a saber quién fuiste.
Con látigo y sumisa, pasiva y compasiva,
única reina que tuvimos, loca
que arrebató el poder a los soldados.

Cuando juntas las reas y las monjas
y las violadas en los teleteatros
y las que callan pero no consienten
arrebatemos la liberación
para no naufragar en espejitos
ni bañarnos para los ejecutivos.

Cuando hagamos escándalo y justicia
el tiempo habrá pasado en limpio
tu prepotencia y tu martirio, hermana.
Tener agallas, como vos tuviste,
fanática, leal, desenfrenada

María Elena Walsh
 
 

 

 

 

Comentarios

@SERGGIO

07/05/2010



Rodolfo Walsh: Esa mujer. Los oficios terrestres, 1966

El Coronel elogia mi puntualidad. -Es puntual como los alemanes -dice.

-O como los ingleses.

El Coronel tiene apellido alemán.

Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.

-He leído sus cosas -propone-. Lo felicito.

Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.

Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del no. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.

El Coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.

Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aun no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.

Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mi, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzaran, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.

El Coronel sabe donde esta.

Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Canton. Sonrío ante el Jongkind falso, el Figari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quien fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.

El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.

-Esos papeles -dice. Lo miro.

-Esa mujer, Coronel. Sonríe.

-Todo se encadena -filosofa.

A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal esta rajada. El Coro-nel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.

-La pusieron en el palier, Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.

-¿Mucho daño? -pregunto. Me importa un carajo.

-Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce arios -dice.

El Coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.

Entra su mujer, con dos pocillos de café.

-Contale vos, Negra.

Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.

-La pobre quedo muy afectada -explica el Coronel-. Pero a usted no le importa esto.

-¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.

El Coronel se ríe.

-La fantasía popular -dice-. Vea como trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen mas que repetir.

Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.

-Cuénteme cualquier chiste -dice. Pienso. No se me ocurre.

-Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostrare que estaba inventando hace veinte anos, cincuenta anos, un siglo. Que se uso tras la derrota de Sedan, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.

-¿Y esto?

-La tumba de Tutankamon -dice el Coronel-. Lord Carnavon. Basura.

El Coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.

-Pero el mayor X tuvo un accidente, mato a su mujer.

-¿Que mas? -dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.

-Le pego un tiro una madrugada.

-La confundió con un ladrón -sonríe el Coronel-. Esas cosas ocurren.

-Pero el capitán N...

-Tuvo un cheque de automóvil, que lo tiene cual-quiera, y mas el, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.

-¿Y usted, Coronel?

-Lo mío es distinto -dice-. Me la tienen jurada. Se para, da una vuelca alrededor de la mesa.

-Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.

-Me gustaría.

-Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero si ante la historia, ¿comprende?

-Ojalá dependa de mí, Coronel.

-Anduvieron rondando. Una noche, uno se animo. Dejo la bomba en el palier y salió corriendo.

Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.

-Mire.

A la pastora le falta un bracito.

-Derby -dice-. Doscientos años.

La pastora. se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El Coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.

-¿Por que creen que usted tiene la culpa?

-Porque yo la saque de donde estaba, eso es cierto, y la lleve donde esta ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que querían hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo impidió.

El Coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.

-Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leído a Hegel.

-¿Que querían hacer?

-Fondearla en el rió, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oír uno! Este país esta cubierto de basura, uno no sabe de donde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.

-Todos, Coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.

-Y orinarle encima.

-Pero sin remordimientos, Coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.

No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan: azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueno. El Coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.

-Esa mujer -le oigo murmurar-. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.

El Coronel bebe. Es duro.

-Desnuda -dice-. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamo, y no me acuerdo quien mas. Y cuando la sacamos del ataúd -el Coronel se pasa la mano por la frente-, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...

Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del Coronel es casi invisible. Solo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierro mas cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas. Y ahora el Coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie, y regresa despacio, arrastrando la metralleta.

-Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.

Se sienta, mas cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparecido y el Coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.

-... se le tiro encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire -el Coronel se mira los nudillos-, que lo tire contra la pared. Esta todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?

-No.

-Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor. Vuelve a servirse un whisky.

-Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.

Bruscamente se ríe.

-Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.

Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir que es lo que eso me demuestra.

-Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llame a unos obreros que había por a hi. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una diosa, que se yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.

-¿Pobre gente?

-Si, pobre gente. -El Coronel lucha contra una escurridiza cólera interior.- Yo también soy argentino.

-Yo también, Coronel, yo también. Somos todos argentinos.

-Ah, bueno -dice.

-¿La vieron así?

-Si, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...

La voz del Coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez mas remota encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o que. Yo también me sirvo un whisky.

-Para mi no es nada -dice el Coronel-. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el '39. Yo era agregado militar, dese cuenta.

Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas mas hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.

-A mi no me podía sorprender. Pero. ellos...

-¿Se impresionaron?

-Uno se desmayo. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ,;esto es lo que haces cuando tenes que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo". Después me agradeció.

Miro la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, circulo rojo tras concéntrico circulo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. "Beba."

-Beba -dice el Coronel. Bebo.

-¿Me escucha?

-Lo escucho.

-Le cortamos un dedo.

-¿Era necesario?

El Coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice, la demarca con la uña del pulgar

y la alza.Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera. Se ríe.

-¿Dónde, Coronel, donde?

Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quien soy, que hago ahí.

Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras se que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del Coronel me alcanza como una revelación:

-Es mía -dice simplemente-. Esa mujer es mía.

-Tantito a si'. Para identificarla.

-¿No sabían quien era?

Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba."

-Sabíamos, si. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?

-Comprendo.

-La impresión digital no agarra si el dedo esta muerto. Hay que hidratarlo. Mas tarde se lo pegamos.

-¿Y?

-Era ella. Esa mujer era ella.

-¿Muy cambiada?

-No, no, usted no me entiende. Igualita. Parecía que iba a hablar, que iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R. controlo todo, hasta le saco radiografías.

-¿El profesor R.?

-Si. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacia falta alguien con autoridad científica, moral.

En algún lugar de la casa suena, remota, entrecorta-da, una campanilla. No veo entrar a la mujer del Coronel, pero de pronto esta ahí, su voz amarga, inconquistable:

-(.'Enciendo?

-No.

-Teléfono.

-Deciles que no estoy. Desaparece.

-Es para patearme -explica el Coronel-. Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.

-Ganas de joder -digo alegremente.

-Cambie tres veces el numero del teléfono. Pero siempre lo averiguan.

-¿Qué le dicen?

-Qué a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos. Basura.

Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.

-Hice una ceremonia, los arengue. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.

El Coronel esta de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre el como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.

-La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiendo-la, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tape con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban que era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.

Ya no se donde esta el Coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.

-Llueve -dice su voz extraña.

Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.

-Llueve día por medio -dice el Coronel-. Día por me-dio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.

Donde, pienso, donde.

-¡Esta parada! -grita el Coronel-. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!

Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lagrimas le resbalan por la cara.

-No me haga caso -dice, se sienta-. Estoy borracho.

Y largamente llueve en su memoria. Me paro, le toco el hombro.

-¿Eh? -dice-. ¿Eh? -dice.

Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.

-¿La sacaron del país?

-Si.

-¿La saco usted?

-Si.

-¿Cuantas personas saben?

-Dos.

-¿E1 Viejo sabe? Se ríe.

-Cree que sabe.

-¿Dónde? No contesta.

-Hay que escribirlo, publicarlo.

-Si. Algún día.

Parece cansado, remoto.

-¡Ahora! -me exaspero-. ¿No le preocupa la historia? ;Yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre, Coronel!

La lengua se le pega al paladar, a los dientes.

-Cuando llegue el momento..., usted será el primero...

-No, ya mismo. Piense.  

@SERGGIO

07/05/2010



Faltaba el final

-No, ya mismo. Piense.

Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera. Se ríe.

-¿Dónde, Coronel, donde?

Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quien soy, que hago ahí.

Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras se que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del Coronel me alcanza como una revelación:

-Es mía -dice simplemente-. Esa mujer es mía.
 

@QUIQUERAF

07/05/2010



Derechos de la mujer
Eva Perón hacia 1947.


En la historia argentina existe un reconocimiento unánime sobre el hecho de que Evita realizó una tarea decisiva para el reconocimiento de la igualdad de derechos políticos y civiles entre hombres y mujeres. Durante su gira europea precisó con claridad su punto de vista frente a esta cuestión:
“Este siglo no pasará a la historia con el nombre de “Siglo de la Desintegración Atómica” sino con otro nombre mucho más significativo: “Siglo del Feminismo Victorioso”.
Sufragio femenino


El 27 de febrero de 1946, tres días después de las elecciones, Evita pronunció su primer discurso político en un acto organizado para agradecer a las mujeres su apoyo a la candidatura de Perón. En esa oportunidad Evita exigió la igualdad de derechos para hombres y mujeres y en particular el sufragio femenino:
La mujer argentina ha superado el período de las tutorías civiles. La mujer debe afirmar su acción, la mujer debe votar. La mujer, resorte moral de su hogar, debe ocupar el sitio en el complejo engranaje social del pueblo. Lo pide una necesidad nueva de organizarse en grupos más extendidos y remozados. Lo exige, en suma, la transformación del concepto de mujer, que ha ido aumentando sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos.


El proyecto de ley fue presentado inmediatamente después de asumido el nuevo gobierno constitucional, el 1 de mayo de 1946. La oposición de los prejuicios conservadores resultaba evidente, no solo entre los partidos opositores sino incluso dentro de los partidos que sostenían el peronismo..

A pesar de que era un texto brevísimo en tres artículos, que prácticamente no podía dar lugar a discusiones, el Senado recién dio media sanción al proyecto el 21 de agosto de 1946, y hubo que esperar más de un año para que la Cámara de Diputados sancionara el 9 de septiembre de 1947 la Ley 13.010, estableciendo la igualdad de derechos políticos entre hombres y mujeres y el sufragio universal en la Argentina. Finalmente, la Ley 13.010 se aprobó por unanimidad.  
@SERGGIO

07/05/2010



Partes del discurso del renunciamiento de Evita a la candidatura a la viceprecidencia...

http://www.youtube.com/watch?v=ayRWr1K0Mew  
@AGUSTIN

07/05/2010



 A quien le interese la Historia como ciencia, me permito recomendarles el libro Evita, de Marysa Navarro, escrito con rigor de estudio para comprender mejor esa época, sin el apasionamiento del odio y los afectos que despertó esta mujer destacada en la historia de nuestro país y reconocida mundialmente, pese a que algunos se arrancarán sus simiescos pelos por esto... -Sé que será para la polémica pero... ¡y eso que dije que iba a ser objetivo!-

Agustín:)  
@QUIQUERAF

08/05/2010



a mi humilde entender, creo.....que JAMAS se puede hablar de EVITA,  .."sin el apasionamiento del odio y los afectos que despertó..." según lo pedis. Fijate que a medida que escribias, te fuiste apasionando y hasta te diste cuenta.¿no?  
@CECILYA

09/05/2010



Yo agrego un comentario que califico de "apasionado"

Creo que a Evita lo que jamás se le perdonó es la defensa de los pobres, pero no desde un punto de vista declamativo sino con hechos concretos que nuestro pueblo sumergido desde siempre jamás olvidará."cuento una pequeña anécdota de un amigo mayor que vivía en Dock Sud hubo una gran inundación, mucha gente se quedó sin sus casas, y sus pertenencias elementales, Humberto me contó que Evita en persona concurrió con los varios camiones cargados de colchones, ropa de cama, (nuevas) y otros elementos, para ayuda como así tambien supervisó personalmente el seguimiento posterior" Para mí esto se llama "gobernar"- No alcanza con dar órdenes muchas veces cuando el asunto pela hay que estar. Pues bien esto me lo contó muchos años después, no obstante eso ha quedado en la memoria de la gente como una marca indeleble.Para mí no es que los convenció, hablando se convencieron con hechos.

El odio provino de las clases dominantes, jamás le perdonaron su postura al lado del pueblo como tampoco le perdonaron su origen humilde, como jamás   perdonaran a Maradona su origen cebollita y que ese genio creador haya surgido del pobrerío tan odiado y solo aceptado como explotado. No lo quieren en las calles, no quieren a la gente movilizada, molestan los piketeros o todos aquellos que peticionan por mejoras,por eso odian al Peronismo que con todos sus (+ y sus -) representa un avance en la conciencia del pueblo, aunque otros sectores democráticos  tambien, pero como nunca han gobernado no son vistos igual

 Aclaro que no provengo de un hogar peronista mi viejo era anarquista, pero lo que me enseñó claramente es a definir al enemigo aunque venga disfrazado de amigo.-Cecilya  

ARG

ARG

MUJER de 48 en Villa del Parque

me gusta el cine , las cenas , el teatro y salidas

¿CONOCERLA?

NO

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HOMBRE de 54 en Lanus

SOY UNA PERSONA HONESTA, TRABAJADORA, AL QUE LE GUSTAN LOS DEPORTES, LOS JUEGOS

¿CONOCERLO?

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