Terror en las Sierras...Una noche interminable...


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Publicado por
@FLORALIS

25/01/2011#N34901

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Una noche interminable entre alacranes, murciélagos y anguilas en el Valle de Punilla...

En un lugar de las sierras de cuyo nombre no quiero acordarme aprendí de un modo empírico algunas costumbres de parte de la fauna de Córdoba. Digamos, vagamente, para no perjudicar la chapa turística del pueblo, que el caserío queda en el Valle de Punilla y que los protagonistas de esta historia son –y de paso nos corremos de la impudorosa primera persona– una familia tipo porteña, un cordobés cobarde, una anguila inoportuna, dos murciélagos y un alacrán.
Después de siete horas de impecable autopista, a 140 promedio, el aire acondicionado a tope, la familia llegó al pueblito. Los últimos kilómetros fueron musicalizados por una FM tropi con un locutor que repetía: “Calor en Punilla. 37 grados. Lluvias hacia la noche”. El arribo fue saludado por Leonardo, el dueño de un complejo de cabañas ubicado sobre un río escuálido que lucía torrentoso en Internet. Leonardo es ingeniero y, contó, con el dinero de una indemnización levantó cuatro casas sobre la falda de una sierra. Luego de brindar datos clave –dónde conseguir buen asado, por caso– regresó a la ciudad de Córdoba. Allí vivía, y se notaba: el muy citadino no parecía ducho en las asperezas de la sierra. Partió y con él toda presencia humana.
La soledad envolvió a la familia integrada por un cascado joven viejo de 45 con las várices hinchadas por el calor, una mujer más joven sensible a películas como Los perros de paja o Cabo de miedo (esas de burgueses en peligro), una niña de cuatro años y un bebé de cinco meses. Era diciembre, y las otras tres cabañas estaban vacías. El centrito comercial del pueblo quedada a cinco kilómetros. El atardecer los encontró chapoteando en el río, entre mojarras, pájaros que despedían el día, piedras con trampas de verdín y la belleza infinita de las sierras. El paraíso buscado por Internet. Que interrumpió, de un modo naif, una anguila que intentó meterse dentro del traje de baño del tipo de las várices. Un gag serrano. ¿O un aviso?
La noche cayó y mientras crepitaban las brasas de lo que iba a ser el primer asado de las vacaciones se escuchó el primer trueno. Al rato, el diluvio. El río creció: se lo podía escuchar. La carne era buena, pero la ovación fue para los chorizos caseros, puro cerdo. El vino –uno de 18 pesos comprado en un chino de Palermo– soportó el calor infernal del viaje y, enfriado un toque en el freezer, era pura caricia al garguero. El efecto del alcohol se sumó al cansancio. Los chicos tampoco daban más. Un detalle que advirtió la mujer antes de apagar la última luz: las ventanas no tenían mosquiteros.
A medianoche todos dormían. Un chirrido agudo quebraba el silencio. El tipo trató de ignorarlo: daba vueltas, contaba hasta cien, repetía formaciones de Racing… pero el chirrido aumentaba. Hasta que de pronto, en la oscuridad, un aleteo y casi un roce: un murciélago sobrevolaba la pieza; al rato otro. Terror: dos ratas en aladelta sobre los cuerpos de los chicos durmiendo; la mujer, acovachada bajo las sábanas, gritando “hacé algo”… El tipo agarró una ojota y tiró torpes smashes al aire: habrá sido un minuto de revoleo de ojota. Al fin logró un resultado. La pareja de murciélagos volvió a su nidito de amor: una grieta ínfima entre la pared y el techo de madera. Había que aprovechar la tregua: los chicos fueron trasladados al living luego del bloqueo de los dormitorios. El tipo quiso llamar al dueño de las cabañas… pero no había señal. Ahora sí, el aislamiento era total. Caminó buscando una mínima onda, entre matas y sapos, hasta que cerca del río logró que se dibujara una línea en el ícono de la antenita del celular. Eran las 2. Llamó. Leonardo atendió.
–Mirá. Estamos sin dormir…. La cabaña está llena de murciélagos –exageró-.
Dormido, Leonardo no articulaba las frases. Tras un diálogo ralentado, el porteño escuchó: “Voy para allá. En dos horas estoy”.
La madrugada de terror estaba en su cenit. Cortó carne sobrante del asado (qué lejos había quedado ese instante de dicha…), armó una picada y dejó pasar las horas junto a su mujer en la galería. El auto de Leonardo empezó a escucharse, lejano. Ahí estaba él, detrás de un rostro de preocupación. “No sé qué decirles”, musitó. Entró a la cabaña y, cuando iba a abrir el dormitorio-baticueva, su cara se transformó. Leonardo tartamudeó: “¿Qué qué es eso?”. El porteño miró la pared: era un alacrán.
–Te pican y te morís –alarmó Leonardo.
Sorprendió más la puerilidad de la frase que la cobardía e inacción del cordobés…
–Matálo. Es tu cabaña –se plantó el porteño, y le pasó su ojota.
Leonardo transpiraba, al borde del desmayo. El tipo también, pero pensó en los niños: aplastó el alacrán con la hawaiana blanca.
Leonardo se fue cabizbajo, zombie, a deambular bajo el rocío que caía en el parque. De pronto se acercó y, mientras devolvía el importe de la reserva, dijo como quien confiesa un crimen: “Me falló el fumigador”.
La noche estaba perdida. Al amanecer la familia partió rumbo a otro paraíso llamado La Serranita, cerca de Alta Gracia. Consiguió una cabaña con vista al valle de Paravachasca, con pileta, fumigada, con mosquitero.

Publicado por Mariano del Mazo 24/1/2011 Clarín

 

Comentarios

@FLORALIS

25/01/2011



Me gustó este relato ó cuento publicado en la parte de Sociedad de un matutino del lunes 24, lo subo sólo por esta razón, me resultó muy entretenido leerlo y creo que el objetivo no es desprestigiar un hermoso destino turístico como es el Valle de Punilla, y sólo intenta hacernos abrir los ojos para cuando decidimos  alquilamos un lugar para vacacionar y que tomemos todos los recaudos, más cuando se llevan niños... por lo menos así lo veo yo.


Saludos,


Floralis  
@QUIQUERAF

25/01/2011



tres muy buenas y una pésima, queridisima ELSITA.

Las buenas: excelente el relato.Me encantó

Es verdad que en los sitios muy pegados a las sierras, con cabañas "dentro" de ellas existen los murciélagos . Es su hábitat natural. En algún sitio deben vivir. No hacen nada de nada al ser humano, sea salteño, cordobés o porteño.

En las sierras no existen los alacranes.Son "hermanitos" de las cucarachas.Habitantes de las cloacas, y  hacen sus casitas en a mugre.

LA PÉSIMA: me desilucionaste al ver que lees CLARIN.......

VENGAN DE VACACIONES A COSQUIN!!!!!!!!! Somos (mirá como me hago cargo jajajaja) EL CORAZON DEL VALLE DE PUNILLA.EL SITIO DONDE SIEMPRE HAY MOTIVOS PARA EL JOLGORIO. DONDE VIVE-NACE Y SE REPRODUCE EL FOLCLORE.

LOS ESPERAMOS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!  
@AMIX

25/01/2011



Si elegís Panaholma, al otro lado de las Altas Cumbres (Traslasierra), a 15 Km. de Mina Clavero, por la ruta 15 que va a Salsacate, Villa del Soto y finalmente Cruz del Eje, por donde podrías retornar por el Valle de Punilla y cerrar un círculo, vas a disfrutar de un torrentoso río de aguas mesotermales, sin anguilas. Traslasierra quizas es mas árido y hostil que Punilla, pero es un destino muy bello. En todos lados hay bichos y roedores que vuelan, en general, con cuidado, nada es peligroso, lo que pasa es que los porteños no estamos acostubrados, pero en unos días o se te pasan todas las fobias o mejor volvete. Aguante Córdoba!!!  
@FLORALIS

25/01/2011



Jajajaaaa chicos ! Imaginaba  que podía llegar a no caer del todo bien este relato, por eso lo aclaré antes y lo subí como Lectores, o sea como algo más para leer en este verano,  que es cuando uno tiene más tiempo libre para leer  y para otras cositas más.


Para mi Córdoba es lo más !  Me encanta todo lo referido a esta provincia, desde su orgullosa e histórica capital, hasta sus ciudades y poblaciones más pequeñas con sus sierras, cerros, valles, pampas, ríos, arroyos, su flora y su fauna animal y humana, y a no olvidarme de sus famosos chistes  !  Vivamos Córdoba !


Quique y Amir gracias por leerlo y opinar !


Y Quique te cuento, yo leo de todo...desde Clarín, La Nación, Página 12, El Argentino, La Razón, etc. etc. etc.,  algunos diarios del extranjero o de nuestro interior, tanto on line como en papel, y a los otros que los regalan en el subte, y muchos informes de noticias en la web y qué no son webeadas eh !  jajajaaaaa !

Besitos,


Floralis  

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